Cazar lobos
?Qu¨¦ hacer con la vida?: convertirla en cuento. As¨ª, Laurence Dreyfus, la pedagoga francesa que salv¨® el pasado fin de semana la vida de una veintena de ni?os, rehenes de un fracasado. Y no s¨®lo la vida: convirtiendo a Eric Schmitt, el hombre bomba, en alguien que hab¨ªa venido a cazar lobos, Laurence Dreyfus salv¨® tambi¨¦n el futuro de sus ni?os, para los cuales la experiencia tal vez no deje m¨¢s drama en su memoria que el poso de la ¨²ltima frase de un cuento triste. ?Reflejos insuperables de una pedagoga de raza... ? Posiblemente. Pero, antes que eso, la actitud de la maestra refleja la colectiva pasi¨®n literaria de un pa¨ªs que ha aprendido desde hace mucho tiempo a desentra?ar la vida en t¨¦rminos sint¨¢cticos; de un pa¨ªs cuyos hoteles adoptan los nombres de Lamartine, Hugo o Val¨¦ry; cuyas rutas de belleza, tur¨ªsticas, monumentales no son m¨¢s que el sombreado de caminos po¨¦ticos; de un pa¨ªs que vive como escribe y que, a veces, convencido de que el desprecio a la muerte es la ¨²nica forma de ser libre (Montaigne), muere por necesidades de un gui¨®n simb¨®lico (B¨¦r¨¦govoy, 1 de mayo en un canal nuboso de la ciudad de Nevers). As¨ª pues, madame Dreyfus se limit¨® el otro d¨ªa en el suburbio residencial parisiense de Neuilly-sur-Seine a ejercer de francesa. Su ejemplo, adem¨¢s, permiti¨® que Eric Schmitt dejara por unas horas levantada la losa de sus d¨ªas y se prestara tambi¨¦n a transmutarlos en cuento, a luchar de la ¨²nica forma posible contra su pertinaz fracaso. Flotando en el cuento, el secuestrador se qued¨® dormido, y las cr¨®nicas no precisan hasta qu¨¦ punto despert¨® antes de que las balas de la polic¨ªa lo retornaran al limbo. Desde el punto de vista jur¨ªdico tiene gran importancia conocer ese detalle. Pero sobre todo la tiene desde el punto de vista literario: ?estaban las balas en el ¨²ltimo p¨¢rrafo del cuento?
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