Los rigores del rigor

No creo que ning¨²n discreto lector de mi ensayo Tablado de malhechores (16 de abril) considere necesaria una r¨¦plica a mi contradictor, el doctor Gim¨¦nez Amaya (Cartas al Director, 16 de mayo). Sin embargo, si su interjecci¨®n es vac¨ªa de contenido, el trasfondo que la provoca no lo es y, por ello, concita estas r¨¢pidas precisiones:

1. ?Qu¨¦ hab¨ªa afirmado yo sobre el, car¨¢cter vergonzante que hoy reviste la moral sexual del catolicismo? Exactamente lo que esa carta refleja: la necesidad de recurrir a personas interpuestas del m¨¢s cerril cen¨¢culo m¨¦dico para sentar vicaria plaza de parlanch¨ªn presb¨ªtero. Ahora le toca a un "m¨¦dico, cient¨ªfico, profesor universitario y visiting scientist del MIT" (!). No habla, pues, un sacerdote, sino la ciencia. En ese sentido, el doctor Gim¨¦nez Amaya es un impostor.

2. ?Contra qu¨¦ me precav¨ªa yo en la exposici¨®n de mis argumentos? Contra el lector de mala voluntad que percibe el ajuste de cuentas personal con la Iglesia de Roma en cualquier distrito cr¨ªtico, en clave hist¨®rica, sociol¨®gica o ¨¦tica, sobre sus iniquidades. Mi contradictor alude exactamente a eso: "Este autor tiene cuestiones muy personales que deber¨ªa resolver con la Iglesia cat¨®lica... o consigo mismo". Quien as¨ª habla desenmascara su pueril incapacidad para mantener la disciplina del pensamiento abstracto. En ese sentido, el doctor Gim¨¦nez Amaya es un hombre mal¨¦volo.

3. ?El rigor cient¨ªfico! Me preocupa que tal cr¨¢neo privilegiado no sepa a¨²n que esa noci¨®n, tal como ¨¦l la maneja, es, para la historia y la filosof¨ªa de la ciencia m¨¢s desarrolladas, una ramplona entelequia ahist¨®rica. Esas disciplinas -que casualmente profeso y cultivo- nos ense?an que, desde Euclides a Schr8dinger, por no hablar de las ciencias sociales, la noci¨®n de rigor cient¨ªfico, al igual que la de prueba, ha estado siempre sometida a cambios, negociaciones y consensos por parte de los grupos o gremios que administraban y administran los diferentes saberes. El rigor cient¨ªfico, la demostraci¨®n, la prueba no son entidades fijas descubiertas de una vez por todas, como una especie animal o un asteroide. Este desconocimiento quiz¨¢ no es muy relevante para practicar la veterinaria, pero estimo que la docen-cia universitaria y el cultivo de una medicina humanista no pueden ejercitarse con semejantes la gunas, so pena de convertir al saber en un dogma y en un mito m¨¢s. Quiz¨¢ lo que nuestro riguroso cient¨ªfico (?de qu¨¦ rama?) quiere significar es que en mi es crito existen errores hist¨®ricos, sofismas o paralogismos, pero, ay, no menciona ninguno. El bot¨®n de muestra del doctor Lawrence d'Angelo (harto conocido

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