Seres racionales
EL T?RMINO hembra ha restringido su uso en el lenguaje hablado y escrito en favor del de mujer, al tiempo que ¨¦sta adquir¨ªa protagonismo social y se equiparaba legal, econ¨®mica y laboralmente con el hombre. Pero en ¨¦ste como en otros muchos aspectos el lenguaje administrativo ha permanecido indiferente al cambio de los tiempos y a la evoluci¨®n social. Como hembra, es decir, animal de sexo femenino, han seguido designando los textos y documentos oficiales durante lustros a la mujer. La concepci¨®n meramente fisiol¨®gica de la mujer, vigente en otras ¨¦pocas y en sociedades menos desarrolladas, ha llegado intacta hasta la nuestra embozada en los legajos administrativos.El Consejo de Ministros del pasado 21 de mayo ha borrado lo que parece ser el ¨²ltimo vestigio de discriminaci¨®n sexista que todav¨ªa quedaba en los formularios oficiales: el de las partidas de nacimiento. El cambio del t¨¦rmino hembra por el de mujer para referirse a la persona de sexo femenino ya hab¨ªa llegado al carn¨¦ de identidad y al pasaporte, pero se hab¨ªa detenido ante el Reglamento del Registro Civil. Ahora, su reforma, aprobada por el Gobierno, permitir¨¢ que la primera inscripci¨®n oficial del reci¨¦n nacido femenino se haga con el t¨¦rmino de mujer, propio de la especie humana, y no con el de hembra, correspondiente al reino animal. En realidad, este cambio s¨®lo supone que la mujer sea tratada del mismo modo que el hombre, al que en el lenguaje jur¨ªdico hace tiempo se le designa como var¨®n y no como macho. En suma, los dos sexos consiguen la igualdad terminol¨®gica y la condici¨®n de criaturas racionales.
Habr¨ªa que preguntarse por qu¨¦ cambios tan simples y fundados tienen a veces el alcance de una revoluci¨®n en su ¨¢mbito. La raz¨®n es sencilla: el lenguaje administrativo se ha mostrado siempre m¨¢s resistente al cambio que la propia legalidad e incluso que la so ciolog¨ªa. Y ello porque la jerga administrativa tiende a marcar las diferencias entre el que administra el poder y el administrado. Han sido necesarios nada me nos que casi tres lustros de vigencia de una Constituci¨®n igualitaria y antidiscriminatoria, as¨ª como una equiparaci¨®n jur¨ªdica, econ¨®mica y social cada vez mayor entre hombre y mujer, para que la Administraci¨®n se d¨¦ por enterada.
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