Paso atr¨¢s en Bosnia
EL ACUERDO aprobado la semana pasada en Washington por los ministros de EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia y Espa?a ha suscitado fuertes protestas entre muchos de los pa¨ªses aliados que participan en la acci¨®n de la ONU para intentar poner fin a los combates en la antigua Yugoslavia. Y no s¨®lo entre pa¨ªses del Tercer Mundo. Italia, Turqu¨ªa y Alemania han expresado su descontento por el m¨¦todo empleado (nadie hab¨ªa encargado a esos cinco pa¨ªses que modificasen la orientaci¨®n adoptada por la ONU) y, tambi¨¦n, por lo que hay de capitulaci¨®n ante los agresores en el programa aprobado en Washington. Los ministros Solana y Jupp¨¦ se esfuerzan estos d¨ªas por demostrar la injusticia de esa cr¨ªtica. Sin embargo, los hechos en este caso son elocuentes.La primera virtud del Plan Vance-Owen es que obtuvo una amplia aprobaci¨®n, no s¨®lo de la CE y de la ONU, sino de los musulmanes, los croatas, y, al final, incluso del Gobierno serbio de Misolevic. S¨®lo los serbios de Bosnia quedaron aislados en una oposici¨®n cerril. En tal coyuntura era l¨®gico que la comunidad internacional pensara en aplicar medidas en¨¦rgicas, incluso militares, para acabar con esa resistencia. La posibilidad de poner en pr¨¢ctica medidas radicales era mucho mayor una vez que Belgrado ya no apoyaba a las bandas serbias de Pal¨¦. Sin embargo, en Washington ocurri¨® lo contrario. Y ello como resultado de la coincidencia de varias pol¨ªticas. En EE UU ha triunfado la l¨ªnea de los militares, deseosos de no hacer nada; y Clinton encubre el abandono de su l¨ªnea internacionalista diciendo que se adapta a la pos?ci¨®n de Europa. Efectivamente, la posici¨®n europea ha sido la de un empleo m¨ªnimo de fuerzas armadas y, b¨¢sicamente, para fines humanitarios. En ese clima, Rusia -siempre partidaria del acuerdo con Serbia- formul¨® un plan basado en aceptar inicialmente la situaci¨®n militar tal como est¨¢ (o sea, la conquista del 70% de Bosnia por los serbios) y proteger cinco ciudades musulmanas para salvar una parte de esta etnia. Adem¨¢s, y es la base de los argumentos de Solana y Jupp¨¦, se reitera el valor estrat¨¦gico del Plan Vance-Owen, se pide el cierre de la frontera entre Serbia y Bosnia y se establece un tribunal internacional para juzgar los cr¨ªmenes de guerra.
Como es l¨®gico, dicho acuerdo fue saludado con entusiasmo tanto por Milosevic como por Karadzij, es decir, por los culpables de la agresi¨®n. Pero ello no significa que se acerque el fin de los combates. Los serbios acaban de lanzar un nueva ofensiva. Ahora entramos en una etapa en que el Consejo de Seguridad, colocado ante una situaci¨®n nueva, tiene que tomar decisiones concretas para que se cumpla el programa de Washington: o sea, defender las cinco ciudades musulmanas; controlar la frontera entre Serbia y Bosnia, y poner en marcha el tribunal sobre cr¨ªmenes de guerra. A Espa?a, que asume en junio la presidencia del Consejo de Seguridad, le corresponde una tarea especialmente ardua. Los serbios se oponen a varias de estas medidas, pues rechazan el control sobre su frontera con Bosnia, cuando tal control lo hab¨ªan aceptado en agosto de 1992. Ello no puede sorprender: el abandono por los pa¨ªses occidentales de los principios de la ONU envalentona a los agresores. Es una ley de la historia.
Adoptado como un sacrificio al realismo, el programa de Washington puede tener consecuencias negativas para los esfuerzos que la ONU realiza -y que ya han chocado con tantos obst¨¢culos- para lograr una soluci¨®n pac¨ªfica. En primer lugar, el clima de unidad que exist¨ªa entre los aliados se ha deteriorado, y ello no va a facilitar los nuevos esfuerzos comunes que hace falta llevar a cabo. La creaci¨®n de zonas protegidas, si no se emplean fuerzas militares considerables, puede resultar un fracaso lamentable. Los cascos azules dedicados a esta tarea deber¨¢n disponer de armas eficaces y tener derecho a emplearlas para cumplir su misi¨®n, sin lo cu¨¢l estar¨¢n a merced de ataques y provocaciones de las bandas serbias; o croatas, en otras partes de Bosnia. En este terreno, EE UU ha hecho la ¨²nica oferta de aportar fuerzas militares a esta operaci¨®n: su aviaci¨®n proteger¨¢ a los cascos azules dedicados a defender las zonas-refugio de los musulmanes. Pero con una ambig¨¹edad peligrosa: intervendr¨¢ para defender a los cascos azules, no a la poblaci¨®n que pueda ser atacada.
El aspecto m¨¢s preocupante del programa de acci¨®n es la orientaci¨®n capituladora que representa. Ello puede llevar a que los combates se extiendan. A la vista de c¨®mo les han ido las cosas en Croacia y Bosnia, ?por qu¨¦ no va a seguir Milosevic con su agresi¨®n lenta en Kosovo?, ?por qu¨¦ renunciar al ataque en Macedonia? El acuerdo de Washington se hizo con la ilusi¨®n de lograr, como sea, el cese de las matanzas. Pero detr¨¢s de esa esperanza puede perfilarse muy pronto la amenaza horrible de una guerra balc¨¢nica.
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