FamiIia conservadora busca palacio
Los nuevos dirigentes han remozado la fachada, y han retirado de los ventanales a la antigua generaci¨®n
Cuanto m¨¢s en la oposici¨®n, m¨¢s alternativa de Gobierno. Cuanto m¨¢s distantes del Gobierno, m¨¢s cerca del poder. Lo vieron y, definieron as¨ª de claro. Hoy, a la vuelta de tres a?os, la nueva generaci¨®n de dirigentes de la derecha refundada contempla c¨®mo su estrategia ha sido tan eficaz que el partido se encuentra donde ni siquiera pod¨ªa so?ar en 1990.Los nuevos dirigentes del PP han protagonizado una rehabilitaci¨®n fulgurante. Han remozado y modernizado la fachada de su casa com¨²n. Han desalojado de los ventanales m¨¢s vistosos a las antiguas familias. Han encontrado acomodo para veteranos propietarios de solares del centro-derecha, a la vez que han ampliado las dependencias para la pl¨¦yade de j¨®venes, sin pasado y sin complejos, competentes, ambiciosos y dispuestos a desalojar a socialistas de las parcelas que ocupan como inquilinos.
Quienes han quedado relegados, involuntariamente o por iniciativa propia -el caso m¨¢s relevante es el de Miguel Herrero de Mi?¨®n-, se han marchado sin llevarse los muebles, y sin arrastrar tras de s¨ª a otros descontentos. La empresa va a repartir dividendos, todos los saben, adem¨¢s de haber llegado a superar a la competencia en cuota de mercado. Si en esta ocasi¨®n la victoria no llega, pronto llegar¨¢.
La combatividad, la paciencia y el sentido del poder de quienes pertenecen al Opus Dei ha hecho su presencia bien perceptible en los cargos que ocupan. Algunas de las "algaradas" parlamentarias, en expresi¨®n de Miguel Herrero, han tenido como activos intervinientes a quienes defienden la santa indignaci¨®n.
De 1989, a?o de la refundaci¨®n de Alianza Popular como Partido Popular bajo las ¨®rdenes de Manuel Fraga, a 1993, a?o de la consolidaci¨®n del nuevo equipo dirigente, los cambios en la organizaci¨®n del partido no han hecho sino reforzar el poder de Aznar y sus hombres de confianza. Bajo su control han cambiado los presidentes del PP en nueve comunidades aut¨®nomas y los presidentes de 25 organizaciones provinciales. Y a ¨¦stos hay que a?adir los que ya respaldaban con anterioridad a Aznar, como el presidente del PP de Galicia, Manuel Fraga, o los que se han adaptado a los l¨ªderes de cada momento, como Luis E. Cort¨¦s, presidente del PP de Madrid.
La peculiar situaci¨®n de la organizaci¨®n en Madrid, cuyas bases -las m¨¢s numerosas del PP- no han sido convocadas a un congreso desde hace seis a?os, muestra hasta qu¨¦ punto el rigor democr¨¢tico ha llegado a ceder frente a las componendas de cen¨¢culo.
Derechos y deberes
La delimitaci¨®n, en un reglamento, de los derechos y deberes de los militantes para la elecci¨®n de los compromisarios ante los congresos data de hace s¨®lo dos a?os. Ha sido en esta ocasi¨®n cuando por primera vez, seg¨²n los propios dirigentes del PP, el programa electoral "no ha sido elaborado en tres noches, y por un pu?ado de personas". Por primera vez, tambi¨¦n, las candidaturas han sido elaboradas sin discrepancias p¨²blicas.
Aznar ha dejado claro en estos tres a?os que para contar con su confianza, y por tanto para hacer carrera en la c¨²pula del PP, es imprescindible la discreci¨®n, tanto en los ¨¦xitos corno en los fracasos. Es una forma de imponer rigor, adem¨¢s de imponer autoridad, que quien desatiende lo paga.
El joven l¨ªder del PP puso en marcha, con m¨¢s credibilidad y fortuna desde el principio, la estrategia de modernizaci¨®n que inici¨® Antonio Hern¨¢ndez Mancha con un desparpajo que deriv¨® en torpeza. A la vuelta de un a?o de su acceso a la presidencia, para Aznar era timbre de gloria haber dado "un paso al centro", y proclamaba que estaba dispuesto a dar otros tres m¨¢s.
Si Alianza Popular se hab¨ªa abstenido, en 1978, en la aprobaci¨®n del Estado de las autonom¨ªas incluido en la Constituci¨®n, Aznar se esforz¨® en que el PP mostrara no ya un respeto a ese modelo, sino que fuera autonomista. Si la derecha ten¨ªa rotos, de puro bombardeo, los puentes con los sindicatos, Aznar se present¨®, como pol¨ªtico invitado, en la clausura del congreso federal de UGT.
Para Aznar, uno de los errores tradicionales del centro-derecha ha consistido en "perderse en el regate en corto" y carecer de un proyecto a medio plazo. No es que haya conseguido que al veterano l¨ªder ugetista le resulte indiferente que gane el PP en estas elecciones, pero ha obtenido de Redondo la matizaci¨®n de que ¨¦sta no es la derechona de antes.
Aznar conoci¨®, como dirigente de AP, el foso de cocodrilos que fue el partido de la derecha. Lleg¨®, por tanto, prevenido a la presidencia del PP, adem¨¢s de convencido de que para equiparar a los socialistas en respaldo electoral hab¨ªa que parecerse a ellos, primero, en cohesi¨®n interna y solidez organizativa.
Francisco ?lvarez Cascos, el secretario general recomendado por Fraga a Aznar, ha construido una estructura "transparente, pero con cristales blindados". Expeditivo, eficaz y duro, ¨¦ste ejecutivo de la pol¨ªtica ha puesto en marcha una red de gobernadores civiles, denominados gerentes t¨¦cnicos, que son la antena, receptora y transmisora, de la secretar¨ªa general en cada sede provincial del partido.
Mariano Rajoy, uno de los art¨ªfices del pacto auton¨®mico con el PSOE, se ha convertido en uno de los. colaboradores a los que Aznar encarga misiones que requieren total discreci¨®n. Javier Arenas, m¨¢s dotado para las relaciones p¨²blicas, es el responsable de una modernizada maquinaria electoral. Rodrigo Rato, un portavoz parlamentario eficaz, con sentido del humor y de la lealtad -es amigo personal de Aznar-, ha fortalecido notablemente el equipo de asesores econ¨®micos, que ¨¦l dirige.
Puesto que el tir¨®n electoral lo ha dado Aznar, no ha habido oportunidad para que emerjan en el PP, como ha ocurrido en el PSOE, lideres regionales con parcelas propias de poder. Y los acontecimientos han engullido, con excepci¨®n de Aznar, a los siete vicepresidentes del patr¨®n Fraga. Marcelino Oreja dej¨® hace tiempo de ser portavoz del PP en Madrid y de los eurodiputados populares en Estrasburgo. Isabel Tocino, profesora de Derecho, madre de seis hijos y miembro del Opus Dei, ha dejado de ser un emblema del Partido Popular.
Abel Matutes, antes presidente de la comisi¨®n de econom¨ªa, ahora est¨¢ dedicado exclusivamente a su puesto de comisario de la Comunidad Europea. F¨¦lix Pastor se ci?e a asesorar a Aznar en algunos asuntos importantes. Miguel Herrero ha desaparecido, por voluntad propia, de la direcci¨®n del partido, y Jos¨¦ Antonio Segurado opt¨® hace tiempo por los negocios.
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