Nosotros, los hist¨¦ricos
La histeria urbana: la conocemos bien a trav¨¦s de Woody Allen y nos da gusto pensar que es una peculiaridad de los intelectuales jud¨ªos de Nueva York. Christopher Durang es cat¨®lico, y de Nueva Jersey: nos ense?a tambi¨¦n estos locos de cada d¨ªa y tambi¨¦n nos dan mucha risa ajena. Todav¨ªa no sabemos que somos nosotros; y quienes no lo son entre nosotros aspiran vehementemente a serlo. Creo que es la primera comedia de este joven autor (1949) y actor, colaborador de Wendy Wasserstein Gud¨ªa, feminista) en Cuando Dinah Shore gobernaba el mundo. Al escribir aqu¨ª cat¨®lico, o jud¨ªa, feminista o neoyorquino, me estoy refiriendo a qu¨¦ y a qui¨¦nes se satiriza y desde dentro de qu¨¦: el crisol americano no ha fundido tanto razas y personas como para no diferenciarlas y percibir sus culturas y sus formas. Sin embargo trato de decir que todos somos los personajes satirizados, y que la histeria, que se refleja en el escenario puede sernos muy com¨²n, salvo los rasgos distintivos anecd¨®ticos. Este autor no ha sido demasiado traducido por ese exceso de rasgos; en el Reino Unido se le representa poco porque su ingl¨¦s neoyorquino es m¨¢s bien incomprensible. Indudablemente, queda mejor si se le traduce al modesto espa?ol, como en este caso; y con una interpretaci¨®n r¨¢pida y c¨®mica de los dos ¨²nicos personajes -hombre, mujer- que intervienen. Traductor y director son una misma persona, lo cual facilita mucho la unidad con el autor original y la fidelidad al texto; y Marta Fern¨¢ndez-Muro y Abel Vit¨¢n hacen una representaci¨®n r¨¢pida, segura, con valor en los efectos c¨®micos: o ir¨®nicos, o como se les quiera llamar: cada vez va habiendo menos diferencia entre cada una de las distintas formas del humor inteligente, y s¨®lo se perciben dos grandes clases, la que tiene calidad mental, y la que es grosero, destroz¨®n, que suele ahora refugiarse en los graciosos de la televisi¨®n (series o actuantes), qu¨¦ mala suerte.No hace apenas falta contar lo que sucede, el traum¨¢tico encuentro entre hombre y mujer, su juego entre sue?o y realidad, su manera de volver al principio despu¨¦s de haber experimentado lo que contin¨²a a ese principio, y de intentar varias maneras de arrancar cuando ya todo ha sucedido. Soy consciente de que escribo con oscuridad, y me alegro de ello: es deliberada y trata de dejar. las sorpresas que hay para el espectador. Son secundarias. Lo interesante en este teatro es que lo teatral no pretende ser m¨¢s que una envoltura para lo que se dice. Lo que est¨¢ ah¨ª es la caricatura de la sociedad, la burla de los personajes medio locos que somos todos (presionados por unas ofertas y unos ritmos de vida que no nos da tiempo a asumir) y capaces de hacer re¨ªr en cuanto se nos mira un poco a distancia. O si nos miramos a nosotros mismos por este espejo del teatro. Apenas deformante. Ser¨ªa interesante ver la obra m¨¢s discutida de este autor, Sor Mar¨ªa Ignacio les explica todo a ustedes (cuatro antiguas alumnas regresan al colegio para vengarse por la educaci¨®n recibida).
Carcajada salvaje
De Christopher Durang, versi¨®n de Josep Costa. Int¨¦rpretes: Marta Fern¨¢ndez-Muro y Abel Vit¨®n. Escenograf¨ªa: Carles Casas. Direcci¨®n: Josep Costa. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Madrid, 3 de junio.
Las carcajadas no se apagaron del final al principio. Para los espectadores, para el autor original, y para la modestia del traductor-director, que se resist¨ªa a salir a escena para recoger el homenaje a su buen fruto.
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