?Uf!

Por fin se ha terminado la campa?a electoral m¨¢s larga jam¨¢s vivida, si exceptuamos los 38 a?os de campa?a electoral parademocr¨¢tica en forcejeo con el franquismo. Vaya esto por delante para que conste que cualquier tiempo pasado no fue mejor ni peor, sino simplemente criminal y repugnante. Pero sentado este principio, por favor, los que tienen poderes para conseguirlo, sensibilidad democr¨¢tica y sentido del rid¨ªculo, que no nos vuelvan a meter en este marat¨®n electoralista que se inici¨® el d¨ªa en que estall¨® el caso Juan Guerra, porque desde entonces ha sido el no parar.Dif¨ªcil soportar otra vez las zancadillas a la pluralidad que se han practicado en este largu¨ªsimo periodo preelectoral y el simulacro de batalla dial¨¦ctica reducido a un combate entre dos luchadores untados de aceite para no poder ser agarrados o dos boxeadores dispuestos a abrazarse blandenguemente, porque no est¨¢n los cuerpos para distancias radicales. Dif¨ªcil aguantar tantas medias verdades, tantas no. verdades, tantas mentiras de los dos pinochos fundamentales, el uno escondiendo lo que ha hecho y el otro lo que quiere hacer, con el cirujano pl¨¢stico en el s¨¦quito para remendarles cada noche los crecimientos de la nariz.

Dif¨ªcil aguardar con esperanza razonable un cambio razonable que elimine la doble verdad, la doble moral y la doble contabilidad de una democracia que fue un sue?o y que puede convertirse en una pesadilla si no recupera la inocencia... Inocencia razonable, dentro de lo que cabe; pero cabe mucha m¨¢s inocencia de la que hay y hemos de exigir que se mienta con fachatez, que en teor¨ªa es lo contrario de la desfachatez. Curioso. El pesimismo hist¨®rico se nos nota en que desfachatez existe como palabra y fachatez habr¨ªa que inventarla.