160 inmigrantes viven ya en 39 pisos de alquiler avalados por la Comunidad
Intentaron alquilar un piso por su cuenta. Pero, a menudo, su color y su acento extranjero, provocaban la negativa del casero. En enero, la Comunidad de Madrid puso en marcha un programa de avales oficiales para vencer las reticencias de los arrendadores. Ya exist¨ªa algo parecido dirigido a j¨®venes. Por ahora hay 160 inmigrantes, la mitad de ellos dominicanos, que pagan un alquiler por este sistema. Son 39 pisos, con una renta media de 70.000 pesetas, distribuidos por municipios del sur y por distritos de la periferia. Hasta ahora no se ha producido ni un solo impago.
Hay otros 220 inmigrantes en lista de espera. Pero la gran asignatura pendiente es erradicar el poblado chabolista magreb¨ª de Pe?a Grande, en Fuencarral, por medio de este sistema de avales.La bolsa de alojamiento la gestiona la empresa Provivienda, subvencionada por la Consejer¨ªa de Integraci¨®n Social con 25 millones de pesetas y la cesi¨®n de un local en el n¨²mero 94 de! la calle de Ayala. Esta compa?¨ªa capta caseros e inmigrantes en busca de un alquiler.
Provivienda firma como titular en todos los contratos de arrendamiento. As¨ª, en un caso de impago ser¨ªa esta empresa la encargada de saldar la deuda con el due?o del piso. Los inmigrantes -que dejan una fianza de un mes- le abonan las mensualidades y ella paga a los caseros.
La, compa?¨ªa se reserva la atribuci¨®n de echar del piso a los morosos. Se suscribe adem¨¢s un seguro multirriesgo que paga el Gobierno regional.
Secundino Alonso, encargado del programa en Provivienda, explica que "es dif¨ªcil conseguir pisos a pesar de que el riesgo es m¨ªnimo para los propietarios". Los contratos de luz, agua, gas y tel¨¦fono suelen suponer un peque?o l¨ªo. "A veces les intentan cobrar recibos atrasados, de fechas en las que ellos no estaban a¨²n alojados, y no saben qu¨¦ hacer", a?ade Alonso. El tel¨¦fono no para de sonar con todo tipo de dudas y consultas.
Primero, Four Roses
Los pioneros del programa fueron 16 inmigrantes dominicanos que malviv¨ªan en la discoteca Four Roses, en Aravaca, cuando Lucrecia P¨¦rez fue ase sinada. Los restantes han llega do a trav¨¦s de organizaciones no gubernamentales como las Madres Dominicanas, ASTI, Karibu, Fedora, el Centro So cial San Rafael, Comrade y otras.
Gamal Gaber Hassan, egipcio, su esposa espa?ola, sus dos ni?os y otra pareja formada por un egipcio y su mujer marroqu¨ª comparten piso desde abril. La casa est¨¢ en Valdezarza, junto a la Dehesa de la Villa. Tres habitaciones, una sala, una cocina y un ba?o por las que pagan 90.000 pesetas mensuales. Antes vivieron, a temporadas, en las chabolas de Pe?a Grande. Gaber Hassan y su mujer consiguieron en un par de ocasiones que les alquilaran un piso en Villaverde. La otra pareja lo tuvo peor. "Buscamos durante un a?o; pero en cuanto les dec¨ªamos que somos extranjeros no hab¨ªa nada que hacer", aseguran.
No les sobra espacio vital, pero est¨¢n contentos. "Antes viv¨ªamos en una chabola por la que tuvimos que pagar 75.000 pesetas a su antigua due?a", explican. Gaber trabaja de ayudante de alba?il. Su compa?ero de piso, limpiador, va a empezar a cobrar el paro. Ellas consiguen de vez en cuando un empleo como asistentas.
No muy lejos, en la calle de Aguilafuente, cuatro mujeres dominicanas comparten un piso de dos dormitorios por el que pagan 70.000 pesetas mensuales. Todas trabajan en el servicio dom¨¦stico. "A veces llam¨¢bamos por nuestra cuenta, pero al ser oscuras no nos alquilaban", asegura Amparo, de 31 a?os.
Un matrimonio uruguayo y sus tres hijos, de 14, 11 y 8 a?os, residen desde abril en un piso de Carabanchel cercano al hospital G¨®mez Ulla. Pagan 80.000 pesetas por tres habitaciones, sala, ba?o y cocina. Su problema para alquilar era claro: carecen de n¨®mina. El marido trabaja de camarero y en Mercamadrid. Su esposa es interna en una casa. Pero no tienen permiso de trabajo y residencia y tampoco contrato.
En la calle de Valderrobres, en Canillejas, viven, desde mayo, tres j¨®venes nigerianos. Pagan 85.103 pesetas al mes por un piso de tres dormitorios. En dos a?os han pasado por pensiones y por alojamientos temporales de la Iglesia. "Vi el anuncio del piso y le dije a un amigo: llama t¨², que a m¨ª no me lo van a alquilar", explica uno de ellos, descargador en una empresa de transportes. Fue este amigo quien le puso en contacto con la bolsa de alojamientos.
Menos marroqu¨ªes
La edad media de los inquilinos ronda los 27 a?os. Destaca el escaso numero de marroqu¨ªes, s¨®lo 11, pese a ser ¨¦ste el mayor colectivo de inmigrantes afincado en la regi¨®n. En parte puede deberse a que las principales asociaciones de marroqu¨ªes no participan en el proyecto. Seg¨²n una de ellas, la Asociaci¨®n de Emigrantes Marroqu¨ªes en Espa?a (AEME), la causa es que no les han informado, "ni han contado con nosotros", dicen, "para nada".
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