Amargo cuadro poscomunista
Dulce Emma, querida B?be transcurre entre dos secuencias emblem¨¢ticas, aunque por motivos distintos: la primera, apertura del relato, muestra un sue?o recurrente. Emma, joven profesora que ha emigrado del campo a Budapest, cae, desnuda e inevitablemente, por una pendiente. La segunda, la que clausura el filme, muestra a la misma Emma, pero ahora plenamente despierta, para su desgracia. Ya no es profesora, o, si lo sigue siendo, no importa demasiado: ahora vocea peri¨®dicos en una estaci¨®n de metro. Szab¨® congela la imagen para mostrarnos su boca que grita, una boca que se dir¨ªa pintada por Edvard Munch. Es el grito de quien conoce la desorientaci¨®n, el desamparo. O dicho de otra manera: de quien ha vivido el doloroso proceso del cual el filme nos hace part¨ªcipes y en el cual se ha dejado jirones de s¨ª misma. Y lo peor es que tal vez el futuro est¨¦ para ella tan congelado como su rostro en la pantalla.El regreso de Istv¨¢n Szab¨® a su cine natal. despu¨¦s de su zigzagueante carrera internacional, de Mephisto a Cita con Venus, es un filme honesto, valiente y duro, hecho sin la menor concesi¨®n, y pol¨¦mico en Hungr¨ªa y tambi¨¦n fuera de ella.
Dulce Emma, querida B?be Director: Istv¨¢n Szab¨®
Hungr¨ªa, 1992. Int¨¦rpretes: Johanna Ter Steege, Enik¨¦ Borcdsk, Eva Kerekes, Peter Andorai. Estreno en Madrid: Ideal Multicines y Renoir Cuatro Caminos (V. O).
Un filme en el que recupera una manera de narrar por fortuna alejada de los est¨¢ndares internacionales: con su tono pausado, su inter¨¦s por mostrar conflictos personales recluidos en espacios f¨ªsicos y mentales agobiantes, el filme se asemeja m¨¢s al cine que practicaba el sobrio Szab¨® de hace unos a?os, el de La confianza, por ejemplo, que al realizado por el ampuloso cineasta en que se convirti¨® desde su emigraci¨®n, en 1980.
El inter¨¦s de Istv¨¢n Szab¨® no es otro que mostrar las consecuencias de la ca¨ªda de los reg¨ªmenes del Este m¨¢s all¨¢ de los grandes titulares period¨ªsticos, haciendo de una experiencia an¨®nima el resumen de enormes contradicciones sociales y pol¨ªticas sin resolver.
Profesores
Para ello escoge a sus protagonistas entre los miembros de uno de los colectivos m¨¢s golpeados por la remodelaci¨®n que experimenta la sociedad h¨²ngara, el profesorado, y dentro de ¨¦ste, a dos ense?antes de ruso, la lengua antes primordial y ahora denostada.La s¨²bita ca¨ªda social de este colectivo llevar¨¢ a sus miembros no s¨®lo a reconvertirse -por ejemplo, en profesores denigrantes- para obtener un sueldo de mera subsistencia: Emma optar¨¢ por hacer limpiezas dom¨¦sticas, mientras B?be, escoger¨¢ la prostituci¨®n.
Szab¨® se permite, adem¨¢s, una broma privada a costa del otro grande del cine h¨²ngaro, Mikl¨®s Jacns¨®, c¨¦lebre por sus filmes con extras desnudos: quienes aspiran a figurantes para un filme ambientado en unos ba?os turcos ser¨¢n casi todos profesoras o enfermeras.
A partir del viaje moral que emprende su principal personaje -espl¨¦ndida Johanna Ter Steege-, Szab¨® realiza una aut¨¦ntica disecci¨®n en vivo de la sociedad h¨²ngara del poscomunismo. Y lo que su c¨¢mara muestra es sobrecogedor.
Una sociedad paralizada por el miedo, en este caso al pasado y a las sombras que ¨¦ste pueda arrojar sobre el futuro; un miedo que no s¨®lo atenaza, sino que degrada ; una sociedad carcomida por la violencia cotidiana, la aspiraci¨®n al dinero f¨¢cil; la dureza, en suma, del d¨ªa a d¨ªa.
Dulce Emma, querida B?be es, hasta la fecha, la primera pel¨ªcula importante -por punzante, por cr¨ªtica, por pol¨¦mica- producida en un pa¨ªs del antiguo Este comunista que llega a nuestras pantallas. Y su coraje, su fuerza, su violencia, que nace antes de imperativos morales que de la espectacularidad al uso y que es, por tanto, mucho m¨¢s dura, m¨¢s insoportable.
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