Recelos y discrepancias

Jordi Pujol abandon¨® el Palacio de la Moncloa mucho m¨¢s tranquilo que a la entrada. Tras diez d¨ªas de presiones para que el pol¨ªtico nacionalista modificara su posici¨®n, el mensaje de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) ya estaba trasmitido y Felipe Gonz¨¢lez conoc¨ªa ayer de primera mano la escasa predisposici¨®n de CiU a entrar en un Gobierno de coalici¨®n.Con esta premisa clara, pero tambi¨¦n con el doble condicionante que supone la oferta de Gonz¨¢lez y la promesa hecha a los electores de que ahora la coalici¨®n iba a influir decisivamente en el futuro pol¨ªtico del pa¨ªs, Pujol afronta la segunda fase de las negociaciones con el PSOE.

Su intenci¨®n de partida era tratar de llegar a pactos amplios en materia econ¨®mica y auton¨®mica que permitieran encarar la crisis. Entiende que esa s¨ª es su responsabilidad y pone el acento en que, desde la ¨¦poca de la UCD, CiU ha dado pruebas de su deseo de ayudar a la gobernabilidad. "Y casi siempre a cambio de nada", ha se?alado Pujol.

El l¨ªder naciota incorpor¨® ayer un elemento nuevo en sus reflexiones: la existencia de voces discrepantes en CiU sobre posibles pactos con el PSOE. Pujol aludi¨® a ellas para justificar sus recelos de siempre a acuerdos de gobierno con los socialistas.

Se repite de nuevo la situaci¨®n de la crisis que vivi¨® Converg¨¨ncia el pasado invierno. Uni¨® Democr¨¢tica, su socio electoral, debe desempe?ar otra vez el papel de malo y asumir culpas que no le son propias. Siempre es m¨¢s rentable eso que reconocer abiertamente los desencuentros entre Pujol y Miquel Roca.