Coca¨ªna en alta mar
La polic¨ªa sigui¨® durante tres a?os los pasos del actual mayor clan de narcotraficantes gallegos
Cuando ocho agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera pusieron fin a la traves¨ªa del carguero Mar Tere, dieron al traste con el suculento negocio que el clan de narcotraficantes gallegos de El Peque hab¨ªa puesto en marcha tres a?os atr¨¢s. El mismo tiempo que los hombres del grupo 5,1 del Servicio Central de Estupefacientes andaban tras sus pasos. Los polic¨ªas hab¨ªan invertido miles de horas en seguir a los sospechosos, en pinchar sus tel¨¦fonos, en vigilar a sus contactos... Todo hab¨ªa resultado est¨¦ril hasta ahora. Pero los camellos ya est¨¢n entre rejas y su organizaci¨®n hace agua..Las investigaciones que condujeron a la desarticulaci¨®n del clan se iniciaron cuando los agentes descubrieron en Madrid al cubano ?scar Santiago Mori, que manten¨ªa frecuentes entrevistas con gallegos sospechosos de narcotr¨¢fico. Estos contactos llegaron a constituir una mara?a imposible de desliar.
Al final, entr¨® en escena Jos¨¦ Fern¨¢ndez Touris el Peque, un emigrante que al regresar a Galicia puso en marcha una empresa de construcci¨®n y el hotel Sandra Raquel, de Villanueva de Arousa. Ambos negocios los compaginaba con otra actividad consubstancial a la regi¨®n: el contrabando de tabaco rubio americano. Y tambi¨¦n con el narcotr¨¢fico, aun que la polic¨ªa jam¨¢s hab¨ªa podido de mostrarlo. "Hace un a?o supimos que El Peque y su gente hab¨ªan comprado el barco Little Tove en Plymouth (Gran Breta?a). Y no tuvimos la menor duda de que el clan preparaba algo gordo", recuerda el jefe del grupo 50 de Estupefacientes. El buque, de 48 metros de eslora, le cost¨® a la banda 50 millones de pesetas.
El Little Tove fue conducido a Gibraltar, donde se le rebautiz¨® como Mar Tere. Tras repintarlo, los narcos lo matricularon en Panam¨¢ a nombre de la sociedad Temple Off Shore Holding K.L.H. La polic¨ªa lo control¨® en repetidas ocasiones atracado en Casablanca y Dakar, pero no pudo evitar que, en un descuido, transportase 40.000 kilos de hach¨ªs a un pa¨ªs europeo, que se sabe que no fue Espa?a.
El Mar Tere zarp¨® el pasado abril hacia Suram¨¦rica. Era evidente que la operaci¨®n estaba en marcha. Desde ese momento fue controlado al minuto, tanto por el Servicio de Estupefacientes como por el Servicio de Vigilancia Aduanera. El 21 de mayo, el carguero se detuvo en aguas internacionales, frente a las costas de la regi¨®n brasile?a de Mara?ao, donde carg¨® casi 2.000 kilos de coca¨ªna. Reemprendi¨® la navegaci¨®n y volvi¨® a detenerse un poco m¨¢s al norte. Durante 48 horas esper¨® un segundo alijo de otros 2.000 o 3.000 kilos, que nunca lleg¨®. "Los colombianos son muy informales", afirma un polic¨ªa. El barco puso rumbo a Espa?a a una velocidad media de s¨®lo ocho nudos (unos 15 kil¨®metros por hora).
Durante la traves¨ªa, los tripulantes del Mar Tere deb¨ªan sortear los l¨®gicos peligros de la mar y, adem¨¢s, el acecho de las autoridades aduaneras. Sospechando que hab¨ªan sido descubiertos por un avi¨®n de reconocimiento, cambiaron el nombre del barco por el de Wangard. Se convirti¨® en un carguero pirata.
El riesgo explica que los siete tripulantes hubieran convenido un salario de 100 millones de pesetas por el traslado de la droga desde Brasil a Galicia. El desembarco lo ten¨ªan previsto a 40 millas (75 kil¨®metros) de la costa portuguesa -a la altura de Povoa de Varzim- En caso de que hubiera temporal, la descarga que realizar¨ªa a 100 millas.
Una semana antes de la operaci¨®n, el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) moviliz¨® tres aviones C-212 y tres lanchas. El d¨ªa 12, el radar de uno de los aviones localiz¨® al Mar Tere a 500 millas del cabo San Vicente (Portugal). Se acord¨® abordarlo "necesariamente de noche" y "antes de que se aproximase a Portugal, para co gerlo por sorpresa", dice Luis Herrera, jefe del SVA.
A las cuatro de la madrugada del domingo, una lancha camuflada del SVA se aproxim¨® a 12 millas del Mar Tere, mientras ocho funcionarios part¨ªan hacia ¨¦l en un bote de seis metros de largo, armados con metralletas y pistolas, al mando del capit¨¢n Jos¨¦ Antonio G¨®mez Fontela. Sin luces, el bote lleg¨® hasta el carguero y seis de los aduaneros lanzaron a uno de sus costados varias cuerdas con garfios. Treparon tres metros y saltaron a la cubierta. Uno de los narcos les descubri¨® y empez¨® a arrojar por la popa los fardos de coca¨ªna. Pero los aduaneros lograron recogerlos antes de que se hundieran a 3.000 metros de profundidad.
El fuerte oleaje hizo que el bote del SVA se estrellase contra el casco del Mar Tere, rompi¨¦ndose uno de sus dos motores y la quilla. Pese al accidente, ocho de las contrabandistas que viajaban en el barco fueron esposados sin problemas. Pero el capit¨¢n, Jos¨¦ Manuel Costa Rial, no aparec¨ªa. Se lleg¨® a pensar que se hab¨ªa lanzado al agua en un intento desesperado de fuga, hasta que siete horas despu¨¦s fue hallado escondido en la caja de cadenas y anclas. Costa es un viejo amigo de los hombres del SVA, que ya lo detuvieron tiempo atr¨¢s, cuando pilotaba una planeadora del Smith Lloyd of Cairo, del capo gallego Sito Mi?anco.
"Ha sido una operaci¨®n perfecta", afirma Luis Herrera con indisimulado orgullo. "El abordaje ten¨ªa sus riesgos. As¨ª que pedimos voluntarios y seleccionamos a los mejores. Cuando el capit¨¢n G¨®mez Fontela estaba en pleno abordaje, su hija estaba siendo operada de urgencia en Vigo de una hernia estrangulada", relata Herrera.
La polic¨ªa teme que el pesaje final de la droga rebaje en bastantes kilos el alijo, inicialmente estimado en casi. 2 toneladas. Aunque as¨ª fuese, ser¨ªa uno de los mayores conseguidos en alta mar. En octubre de 1991 fue aprehendida una tonelada de coca¨ªna en el buque Rand frente a las costas gallegas. En El Bongo, interceptado cerca de Canarias en febrero de 1991, se decomisaron 1.200 kilos (aunque oficialmente se habl¨® de 2.000). Detr¨¢s de ambos alijos estaban los clanes gallegos.
3.000 millones a pique
A Jos¨¦ Fern¨¢ndez Touris, el Peque, y a sus socios Joaqu¨ªn Agra Agra y Pedro Ruiz Rivero les ocurri¨® lo del cuento de la lechera. Invirtieron decenas de millones pensando en repartir luego una ganancia estimada en 3.000 millones y... todo se fue a pique el pasado domingo. Los colombianos, por su parte, han perdido la mitad de la droga, el bot¨ªn que les corresponder¨ªa. "EI Peque era hasta ahora el capo de la mayor organizaci¨®n de traficantes que operaba en Galicia¡¤", afirma el jefe del grupo 5? del Servicio Central de Estupefacientes. "Todo el mundo lo sab¨ªa y nadie se explicaba por qu¨¦ no le deten¨ªamos. No ten¨ªamos pruebas. Se hab¨ªa arrestado a gente de su entorno durante la operaci¨®n N¨¦cora, pero ¨¦l hab¨ªa logrado esquivar el golpe hasta ahora", se?ala el polic¨ªa. El Peque, que no era "nada ostentoso", se limit¨® antes a hacer negocio con sus hijos y su familia.
Similar suerte hab¨ªa tenido uno de sus principales socios, Joaqu¨ªn Agra, apodado, el Panarro, proietario de varios criaderos de marisco. ?ste tuvo en otros tiempos negocios comunes con Jos¨¦ Ram¨®n Prado Bugallo, m¨¢s conocido como Sito Mi?anco, que estos d¨ªas rinde cuentas ante la justicia.
Pedro Ruiz Rivero, el tercer hombre fuerte de la organizaci¨®n ahora decapitada, gozaba de un nivel social alto en Santander, donde pose¨ªa un piso en el n¨²mero 40 de la calle de Valdenoja. Entre sus amistades se hac¨ªa pasar por "inversor financiero en actividades inmobiliarias".
En marzo pasado, la polic¨ªa asest¨® un golpe a un grupo pr¨®ximo al ahora desarticulado, al decomisar 180 kilos de coca¨ªna a bordo del barco Deo Juvante. Este clan tambi¨¦n ten¨ªa contactos con el cubano ¨®scar Santiago Mori, el individuo que sirvi¨® involuntariamente de hilo para llegar al ovillo del narcotr¨¢fico actual en Galicia.
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