"Muchas veces he tenido tentaciones locas"
Mar¨ªa, s¨®lo Mar¨ªa. Y si le pones otro nombre, no s¨¦ lo que hago. As¨ª se lo dijo a su mujer hace un par de a?os Juan Zurera Molt¨®, el comisario del distrito Centro, -el de las calles de la Ballesta, Montera, Gran V¨ªa; el que se las entiende con los trileros m¨¢s avezados y atiende a las prostitutas m¨¢s degeneradas y golpeadas, cuando se cas¨® con ella hace tres a?os y ¨¦l estrenaba los 42. Pudo entrar en la Iglesia con otra mujer a la edad en que todo el mundo lo hace, pero la vida le trenz¨® la misma faena que al detener a aquellos terroristas catalanes.Tres meses pas¨¦ junto a sus compa?eros de la Brigada de Informaci¨®n persiguiendo cada levantamiento de ceja asesina, cada mano que se llevaban a la axila en un descuido, sus contrase?as, desayunos y comidas, las bufandas y los explosivos que manejaban, cada baldosa que pisaban. Al piso donde viv¨ªa la pareja terrorista conduc¨ªa una escalera modesta. Acordaron el d¨ªa B y la hora H en que los detendr¨ªan, y decidieron descansar un d¨ªa antes para no alertarles.
Cuando ascendieron por all¨ª en busca de pistolas, bombas y morteros, manos arriba, que no se mueva ni dios, la bota en la puerta, el hombro en la pared, encontraron a un hombre y una mujer encamados. Al reparar Zurera en todas las cajas de regalo apiladas y la sumisi¨®n con que se pon¨ªan de cara a la pared los otros, le susurr¨® a un companero:
- Luis, me da, que ¨¦stos no son.
- Calla, co?o. ?C¨®mo no van a ser?
Al cuarto de hora se percataron de que, efectivamente, eran unos reci¨¦n casados, tan nerviositos que apenas pod¨ªan hablar; alquilaron el apartamento el d¨ªa anterior. Los terroristas se hab¨ªan mudado a otra casa del barrio.
Pues una confusi¨®n parecida le ocurri¨® a Juan Zurera. Se enamor¨® joven, quiso casarse, se retir¨® a tiempo, y tard¨® mucho en sanar la cicatriz. "Tuve tentaciones locas, de dejarlo todo y marcharme a alg¨²n sitio un tiempo". Pero la dulzura burguesa del casamiento apag¨® los brotes rom¨¢nticos.
A partir de entonces pudo despertarse tranquilamente a las siete de la ma?ana para medir en largo las piscinas de Barcelona y saborear las noches de novelas hist¨®ricas, Juan Madrid, la Biblia si se tercia, y lo que le echen.
Cuando lleg¨® a Madrid y quiso hacer lo mismo que en Catalu?a se estrell¨®. En la piscina del barrio casi se r¨ªen de ¨¦l a las siete de la ma?ana. "Hombre, pero si aqu¨ª empieza a venir la gente a las once de la ma?ana...".
Se dio cuenta de que en Centro, adem¨¢s de escasear los madrugadores, hay casi 1.000 bares y mucho anciano, se percat¨® de que el chulo de muchas prostitutas se llama droga. Demasiado trabajo.
Volvi¨® a la comisar¨ªa, y aquel a?o hubo m¨¢s de 5.000 detenciones, 25 o 30 por d¨ªa, cuando en otros barrios hay ocho o nueve.
Al final se adapt¨®, y espera que, como cuando sorprendieron al matrimonio, las cosas marchen mejor. Porque despu¨¦s detuvieron a los terroristas.
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