Vivos, muertos y grandes difuntos
La Hemeroteca Municipal cumple 75 a?os guardando la historia diaria
Abajo, los muertos; arriba, los vivos. La geograf¨ªa de los almacenes de la Hemeroteca Municipal, en el Cuartel del Conde Duque, responde a una visi¨®n casi ecol¨®gica de los peri¨®dicos que conserva. Vivos, los que respiran el aire de los quioscos; muertos, los que ya no beben tinta. Tambi¨¦n tiene sitio para grandes difuntos -momias por restaurar-, y fantasmas, que permanecen en los anaqueles de los vivos aunque hayan desaparecido, como El Alc¨¢zar o El Sol.
Este pante¨®n de papeles -cu¨¢ntos, no lo saben- cumple en oto?o 75 a?os, un aniversario que celebrar¨¢ -se buscan patrocinadores- con la muestra de sus joyas: los peri¨®dicos de trincheras, editados durante la guerra civil, los boletines decimon¨®nicos de la masoner¨ªa o el de la cofrad¨ªa de la Santa Agon¨ªa.
El orgullo de Barcelona
Pero los trabajadores se llenan de orgullo al citar la colecci¨®n del Diario de Barcelona, el m¨¢s antiguo de Espa?a, de la que poseen todos los n¨²meros desde 1792. "Ni en Barcelona tienen lo que nosotros", dice Matilde L¨®pez, una de las encargadas de su custodia.
"Gutemberg estaba enamorado", le cont¨® un ni?o japon¨¦s a Pilar Varela, de 66 a?os y directora de la hemeroteca hasta hace un a?o. "Un d¨ªa paseando por el campo grab¨® un coraz¨®n en un ¨¢rbol y le qued¨® tan bonito que arranc¨® la corteza y lo envolvi¨® en un papel. Como la madera estaba h¨²meda, dej¨® huella sobre ¨¦l y eso le dio la idea de utilizar tipos de madera para imprimir". La versi¨®n rom¨¢ntica de la invenci¨®n de la imprenta es una, de las muchas an¨¦cdotas que recompensaron a Pilar durante sus 44 a?os de trabajo.
La pasi¨®n por la hemeroteca es en ella un rasgo casi gen¨¦tico porque su padre, Eulogio, tambi¨¦n dirigi¨® el pante¨®n de papeles. La idea de conservar los diarios se debe a Francisco Ruano, un periodista de principios de siglo, quien, asesorado por Manuel Machado y con unos mil vol¨²menes, comenz¨® la colecci¨®n. La hemeroteca municipal es m¨¢s antigua que la nacional -que naci¨® en 1949- pero ambas hacen esperar al que quiera llevarse fotocopias de fondos no microfilmados.
Para evitar el deterioro del papel y la encuadernaci¨®n se microfilman las p¨¢ginas y de la pel¨ªcula se saca copia a papel. As¨ª que hay que pagar el fotograma (12 pesetas en la nacional y 15 en la municipal) y la fotocopia (20 y 24 pesetas respectivamente). La del Ayuntamiento sale un poco m¨¢s cara, pero a cambio suele ser m¨¢s r¨¢pida (una semana en vez de los 15 d¨ªas que tarda la nacional). Por eso algunos visitantes copian a mano los art¨ªculos que les interesan.
Marta Gento, de 24 a?os, y su compa?ero, Javier Fern¨¢ndez, de 23, estudian 5? de Arquitectura y les han encargado un trabajo sobre las canalizaciones del Manzanares. Llevan varios d¨ªas buceando en los enormes tomos del diario Pueblo: formato s¨¢bana, como muchos peri¨®dicos ingleses, pero con s¨®lo cuatro p¨¢ginas en los a?os de la posguerra.
Ya ten¨ªan que haber entregado el trabajo a su profesor de Historia de la Arquitectura y el Urbanismo, as¨ª que no pueden esperar a que la Hemeroteca Nacional microfilme los art¨ªculos que les interesan y Javier llena varios folios con garabatos.
"Esta casa es ¨²nica en fondos y en esp¨ªritu", explica Pilar Varela. "Siempre ha sido muy abierta, no s¨®lo para acad¨¦micos, sino para todo el mundo". Aqu¨ª ha conocido a muchos estudiosos extranjeros, como Ian Gibson o Hugh Thomas, y les ha ayudado a rebuscar en "ese reflejo de la sociedad que son los peri¨®dicos".
Adem¨¢s de los estudiosos oficiales", como Alfonso, un joven investigador de la Universidad del Pa¨ªs Vasco que viene cada dos o tres meses a consultar los fondos, acuden otros a buscar datos sobre sus particulares obsesiones. La de Sebasti¨¢n Oliv¨¦, de 61 a?os, es la historia del tel¨¦grafo. Es empleado de Correos.
Distintas ubicaciones
La primera residencia de la hemeroteca fue la Casa de la Carnicer¨ªa, actualmente sede de la Junta de Centro. "Era muy inc¨®modo pero ten¨ªa mucho m¨¢s encanto que esto", dice Varela.
"No deja de ser un cuartel", sentencia. Pero incluso un cuartel guarda secretos, como la misteriosa escalera de caracol que no lleva a ninguna parte o las argollas del techo -muy alto cuyo antiguo uso da lugar a todo tipo de especulaciones.
La nacional tiene una sede m¨¢s aristocr¨¢tica: el Palacio de Perales, un caser¨®n de principios del XVII en la calle de la Magdalena, con una monumental portada barroca de Pedro de Rivera. En sus s¨®tanos guarda misteriosas galer¨ªas de ladrillo que seguramente pertenec¨ªan a alg¨²n edificio religioso anterior. Pero el edificio no siempre ayuda: "Algunas personas creen que esto es una iglesia y no entran aunque lleven a?os viviendo cerca de aqu¨ª", comenta una empleada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.