Los silencios de la plaza de Oriente
El arquitecto que firma este art¨ªculo considera que la pol¨¦mica sobre el proyecto de reforma de la plaza de Oriente es una tapadera de otras discusiones necesarias sobre desastres urban¨ªsticos y medioambientales que se est¨¢n produciendo en Madrid.
Fueron el actual Gobierno de Madrid y su alcalde de entonces quienes, con motivo de la guerra de las farolas de la Puerta del Sol, iniciaron juntos un camino peligroso que se vuelve hoy a menudo, contra sus inventores. Defend¨ª en aquellas fechas al alcalde Barranco, consciente de la necesidad de hacer avanzar a nuestra ciudad aceptando una dosis razonable de riesgo frente a la par¨¢lisis que produce la cr¨ªtica vac¨ªa e interesada. Madrid es desde entonces una ciudad temerosa y reprimida, pasto de todas las actitudes m¨¢s reaccionarias, vengan ¨¦stas desde la izquierda o la derecha.La pol¨¦mica sobre la remodelaci¨®n de la plaza de Oriente es un ejemplo que despierta fantasmas familiares. Yo he sufrido tambi¨¦n en la restauraci¨®n de la plaza de Chinch¨®n una experiencia similar, esta vez Ayuntamiento contra Comunidad, con bochornoso, por manipulado, refer¨¦ndum incluido, y en donde los argumentos t¨¦cnicos o est¨¦ticos fueron maltratados con tal de apagar 0 avivar el fuego.
En el caso de la plaza de Oriente nos encontramos frente a un ejemplo puro del s¨ªndrome descrito. La misma discusi¨®n parece servir de tapadera para otras pol¨¦micas muy necesarias sobre los mayores desastres ambientales y urban¨ªsticos que afectan a nuestra Comunidad; son los jueces del proyecto de Oriol algunos de los responsables de aqu¨¦llos, haciendo olvidar as¨ª que el urbanismo es un conjunto y no una serie de puntos aislados. ?Qui¨¦n se preocupa por la deforestaci¨®n indiscriminada de la carretera de La Coru?a?, o ?qui¨¦n opina sobre la destrucci¨®n del paisaje de la Sierra con barrios de adosados situados en los mejores enclaves paisaj¨ªsticos? Nadie opina tampoco sobre la destrucci¨®n de otra plaza, m¨¢s importante si cabe que la que nos ocupa; me refiero a la lonja o plaza del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, sucia, llena de coches y caravanas en las que duermen viajeros y turistas, destruida por el tr¨¢fico, el abandono y una concepci¨®n ruin de lo que se llama turismo.
La remodelaci¨®n de la plaza de Oriente se ha convertido, de este modo, en una pobre pol¨¦mica, una pantalla que silencia el verdadero debate sobre la modernizaci¨®n de Madrid, sobre el urbanismo como un complejo y amplio equilibrio territorial. Los t¨¦rminos de la misma lo delatan. Se ha manejado todo tipo de amenazas inciertas. Se ha hablado de agresi¨®n qu¨ªmica y f¨ªsica de las fachadas, aspecto que no es relevante en este caso. Madrid sufre por contaminaci¨®n una potente agresi¨®n generalizada que se puede materializar en funci¨®n de fen¨®menos f¨ªsicos, orientaci¨®n, exposici¨®n, etc¨¦tera, en mayor o menor deterioro, pero que no puede ser manejada seriamente para este caso en un ¨¢rea tan abierta.
Se ha hablado de desequilibrio fre¨¢tico, tema improcedente en el lugar y con los medios actuales de control. Se ha mencionado el peligro de agrietamiento de las fachadas, lo que es virtualmente imposible con una normal ejecuci¨®n. Se han puesto como escudo los posibles restos arqueol¨®gicos, aunque todos los arque¨®logos saben la verdad. Los restos, por el momento, son de inter¨¦s para ser estudiados, no conservados como un monumento, y si durante las obras aparecieran mejores ejemplos, ¨¦stos deber¨ªan ser integrados en la misma arquitectura, enriqueciendo una' intervenci¨®n gracias a la cual se podr¨ªan recuperar, no destruir, estos tesoros. Ser¨ªa una gran suerte encontrar algo de verdadero valor. Recordemos la planta baja del Museo Arqueol¨®gico de M¨¦rida, cuya enormie estructura est¨¢ apoyada sobre bellos restos arqueol¨®gicos. Por ¨²ltimo, se ha reconocido, en un informe elaborado por soci¨®logos, la posibilidad de que la zona se llene de delincuentes al peatonalizarse. No existe un argumento m¨¢s contundente para certificar la destrucci¨®n del modelo cl¨¢sico de ciudad. Por un lado, se le propone al ciudadano el abandono del coche, y por otro, se reconoce que las ¨¢reas peatonales son foco de delincuencia. ?No estaremos invirtiendo los argumentos? Los defensores de la ciudad y de la cultura tradicional deben conseguir espacios p¨²blicos limpios de coches y de delincuentes, y si esto no es posible, deber¨ªan reconocer el fracaso de la ciudad cl¨¢sica en la sociedad moderna y quiz¨¢ empezar a hablar de otros modelos dispersos basados en intensas comunicaciones.
Poco o nada se ha hablado de arquitectura hasta hoy. Se ha combatido su forma, pero no la idea m¨¢s b¨¢sica del arquitecto Oriol, que fue clara en el origen: el establecimiento de un soporte continuo hasta el palacio. La creaci¨®n de una plaza, que no debe tener pretensiones monumentales, puede ser, en parte, un jard¨ªn donde antes del siglo XVIII s¨®lo exist¨ªan unas casas de oficios y unas zonas ajardinadas ligadas al antiguo alc¨¢zar. La aproximaci¨®n a las vistas maravillosas desde la cornisa de Madrid, la integraci¨®n de todo un conjunto de espacios p¨²blicos hoy perdidos, como la plaza interior del palacio, antigua plaza del viejo alc¨¢zar y que deber¨ªa abrirse durante el d¨ªa (el palacio ha sido, hasta hoy, un ejemplo de arquitectura que da la espalda a la ciudad), y la otra plaza existente fuera, frente a la iglesia de la Almudena. Esta ¨²ltima, obra que ha sido aceptada sin pol¨¦mica alguna aunque sea incoherente con nuestra cultura contempor¨¢nea, ha podido inspirar el estilo de la intervenci¨®n de Oriol, tambi¨¦n conservadora y populista, como populistas, por demag¨®gicas, fueron las llamadas farolas fernandinas en la vieja pol¨¦mica de la Puerta del Sol.
Otros aspectos de la operaci¨®n, como son los t¨²neles de dificil trazado o la abusiva perforaci¨®n del suelo para introducir un programa que responde s¨®lo a las necesidades de financiaci¨®n, son muy discutibles, si no un gran error. En esto coincido con todas las cr¨ªticas. La perforaci¨®n abusiva del subsuelo impedir¨¢ la creaci¨®n de grandes masas arb¨®reas.
Pero no podemos olvidar otra caracter¨ªstica fundamental de la recuperaci¨®n ambiental arquitect¨®nica, el silencio, la contemplaci¨®n de estos espacios, una serie de plazas conectadas entre s¨ª, permitiendo al caminar apreciar la escala del Palacio Real, con ausencia de coches y ruidos, con la posibilidad de recuperar el borde hist¨®rico de la cornisa, acantilado olvidado desde donde es posible la contemplaci¨®n de los atardeceres de Madrid, cargados de luz y rojos velazque?os. Un ¨¢rea amplia en la escala menuda y fragmentaria de una ciudad siempre con vocaci¨®n de gran poblach¨®n. Un final de trayecto peatonal desde el centro hist¨®rico de Madrid que atraer¨ªa a miles de personas y dar¨ªa al destruido -por polucionado y sin sentido- centro hist¨®rico un foco de atracci¨®n y final.
Esta operaci¨®n urbana debe ser un ejemplo de c¨®mo hacer y discutir, c¨®mo intervenir en una ciudad con ambici¨®n y sin miedo, arriesgando, con la seguridad de que con un buen proyecto -el actual no lo es a¨²n- ser¨¢n mayores las ventajas que los posibles errores.
Salvador P¨¦rez Arroyo es profesor de la Escuela de Arquitectura.
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