?La paz es una sucia palabra?
En el gui¨®n de la campa?a electoral no figur¨¦ ETA como protagonista. No lo era, y a pesar de su reciente muestra de barbarie, sigue sin serlo. En el temario a discutir despu¨¦s de la campa?a estaban planteados los posible finales de ETA: el policial, como sustantivo, y los adjetivos de la negociaci¨®n: negociaci¨®n sobre qu¨¦, entrega de las armas y valoraci¨®n de cada etarra que desee reinsertarse, el alcance de esa reinserci¨®n en el tiempo, plazos seg¨²n grados de responsabilidad. Sin embargo, a esos puntos habituales en una conversaci¨®n pol¨ªtica sobre el fin de ETA hay que a?adir otros no menos importantes: verificaci¨®n de los responsables reales de la c¨²pula de ETA para saber qui¨¦n ha mandado matar, que quiz¨¢ ni est¨¦ ni vaya a estar encarcelado; funci¨®n de la Koordinadora Abertzale Sozlalista (KAS); grados de implicaci¨®n de la direcci¨®n de Herri Batasuna; creaci¨®n, funcionamiento y jerarqu¨ªa de los grupos de apoyo a ETA que en el Pa¨ªs Vasco, en 1993, han destrozado bienes p¨²blicos y privados por valor de unos mil millones de pesetas: trenes, autobuses, oficinas bancarias, mobiliario urbano.En Euskadi, respecto a la violencia, se mantienen varias constantes: la existencia de ETA, que act¨²a tambi¨¦n fuera del Pa¨ªs, Vasco y que, incluso disminuida, puede hacer todav¨ªa mucho da?o; la cobertura del llamado Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco, que incluye a HB, los j¨®venes de la violencia callejera, las gestoras pro amnist¨ªa y Sinadeak, otra organizaci¨®n de familiares de presos que se proclama m¨¢s asistencial que pol¨ªtica, y la presencia tutelar de KAS, que engloba incluso a ETA. La tarea de las gestoras es en este momento capital, porque mantiene a los etarras presos como rehenes del MLN-V para jugar las bazas de la posible negociaci¨®n y una motivaci¨®n para sus bases, aunque ese frente se les est¨¦ deshilachando. Adem¨¢s, funcionan organizaciones parapacifistas, como Gernika Batzordea, y en el mundo eclesial, la temible agrupaci¨®n de cl¨¦rigos Herri 2000 Eliza, que es capaz de desviar la atenci¨®n de los asesinatos con teor¨ªas tan peregrinas como que tambi¨¦n se muere en la carretera, por la droga y otras circunstancias m¨¢s o menos evitables sin que los dem¨®cratas hagamos tanto aspaviento.
Adem¨¢s de estos elementos fijos, se ha puesto en marcha un nuevo proyecto de pacificar Euskadi. Es una variante original y que se?ala de forma inequ¨ªvoca el deterioro de las posiciones radicales y la violencia. La antigua coordinadora Lurraldea, que se encarg¨® de rentabilizar las amenazas de ETA contra la autov¨ªa de Leizar¨¢n -que va a unir San Sebasti¨¢n con Pamplona-, consigui¨® una victoria sobre las instituciones, ahora acude a otro frente: el de la paz. Actualmente, entre los gastos de protecci¨®n necesaria ante las amenazas de ETA y las desviaciones aceptadas, el precio del kil¨®metro de esa autov¨ªa ha pasado de 900 millones de pesetas a m¨¢s de 1.300 millones. Terminada su gesti¨®n, seg¨²n documentos que dio a conocer la Ertzaintza (polic¨ªa auton¨®mica vasca), ETA y quienes ahora dirijan el conjunto del MLNV han decidido aprovechar el ¨¦xito y transformar el n¨²cleo principal de Lurraldea en una organizaci¨®n pacifista con el nombre de Elkarri.
La gesti¨®n de Elkarri es dificil, pero puede resultar ¨²til. Hablan de la paz y re¨²nen para vagas conversaciones a movimientos realmente pacifistas, con lo que van logrando una imagen de dialogantes que les abre cr¨¦dito. Tratan adem¨¢s en esas reuniones de unir en conversaciones sin proyecto a los grupos pacifistas, con quienes, como las gestoras pro amnist¨ªa, forman parte del radicalismo y predican cotidianamente la intolerancia y la devoci¨®n a ETA. Sin embargo, la tarea de Elkarri es dificil, porque tiene que parecer pacifista sin llegar a desmovilizar a los partidarios de la violencia -los que consideran a ETA "la referencia inevitable"- y tiene que intentar no desmovilizar a los violentos sin que se advierta que no es un movimiento pacifista.
La tarea de Elkarri consiste en que la opini¨®n vasca asuma de forma autom¨¢tica, y como algo natural e indiscutible, la existencia de dos violencias, y proponer que los ciudadanos no adscritos a ninguna de ellas formen un colch¨®n intermediario. Seg¨²n esa versi¨®n, no nueva pero si remozada, ETA es la consecuencia de la opresi¨®n del Estado; el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa son los encargados de aplicar la opresi¨®n; los partidos pol¨ªticos respaldan mediante el Pacto de Ajuria Enea esa actuaci¨®n; los medios de comunicaci¨®n asumen la funci¨®n de intoxicar a partir de las instrucciones recibidas por los partidos, y recientemente un documento se?alaba que "los funcionarios (se refiere a los profesores de la ense?anza p¨²blica), tanto euskaldunes como erdeldunes (castellanohablantes) constituyen el aparato pol¨ªtico policial, guardi¨¢n de la legalidad injusta y del orden acad¨¦mico espa?ol".
Elkarri no articula p¨²blicamente este discurso, pero lo da por v¨¢lido. Parte de ¨¦l para que sea asumido por la sociedad vasca y se ofrece a ser un grupo intermediario que re¨²na a miles de vascos para ejercer una funci¨®n pacificadora y neutral entre ambas fuerzas, sent¨¢ndolas a negociar. No se trata de un Estado de derecho y una banda terrorista, sino de dos fuerzas enfrentadas y situadas en la abstracci¨®n de una igualdad original.
Una paz as¨ª propuesta es una falsificaci¨®n o un mercadillo. Elkarri nace, seg¨²n todos los datos manejables, para promocionar esa negociaci¨®n en pie de igualdad y desde una tercera v¨ªa. ¨²ltima oportunidad para que ETA y el MLNV salven lo m¨¢s posible del naufragio. Abandonada hace tiempo la idea de vencer, tratan ahora de. paliar la derrota, actuando en nombre de la paz, aunque sin condenar a ETA. Escribi¨® Le Carr¨¦ que la paz se hab¨ªa convertido en una sucia palabra, y en Euskadi la cita obliga a reflexionar. La paz es una sucia palabra en boca de algunas organizaciones y en parte del clero que practica la estrategia del calamar, procurando oscurecer los hechos con elaboraciones hist¨®ricas y llamamientos abstractos. La paz es una sucia palabra cuando la emplean quienes se niegan a aceptar que el primer paso para conseguirla es que ETA deje de matar y que los grupos de apoyo dejen de ser una amenaza de violencia callejera y destrucci¨®n.
Madrid ha vivido una experiencia dram¨¢tica, y en Euskadi se est¨¢ consiguiendo que la inmensa mayor¨ªa sepa que esa matanza no es la respuesta del radicalismo a la otra violencia, sino que es s¨®lo un atentado sin sentido, pero con v¨ªctimas inocentes, porque todas las v¨ªctimas de ETA son inocentes: los militares, los polic¨ªas, los ni?os, los transe¨²ntes. Todos son inocentes y v¨ªctimas de una sola violencia. Para cortar esa conciencia de la sociedad vasca se ha comenzado a hablar de paz desde los aleda?os de la violencia. Y hay que seguir hablando de paz, pero sabiendo a qu¨¦ llama paz cada partido, cada movimiento social y cada p¨²lpito. En Euskadi, la preocupaci¨®n actual debe ser que la paz no se convierta en una sucia palabra, y rechazar sin miedos ni prejuicios las ofertas de ensuciarte mediante un mensaje tramposo.
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