El doble homicidio de Pe?a Grande costar¨¢ al Ej¨¦rcito 50 millones de indemnizaci¨®n
El Ej¨¦rcito deber¨¢ indemnizar con un total de 50 millones de pesetas, como responsable civil, a los familiares de los soldados Ricardo Olivo y Luis Rodr¨ªguez, asesinadosen el acuartelamiento militar de Pe?a Grande, en Puerta de Hierro, por un compa?ero que sufr¨ªa un trastorno mental, en enero de 1992. El tribunal ha impuesto al recluta homicida, Jos¨¦ Antonio Molero,un total de 20 a?os de prisi¨®n -10 a?os y un d¨ªa por cada asesinato-, condena que deber¨¢ cumplir en un centro psiqui¨¢trico especializado. El recluta argument¨® que algunos veteranos le gastaban "putadas".
El tribunal (integrado por los magistrados Carlos Ollero, Alfonso Guevara y Pilar Abad, ponente de la sentencia) aprecia que Jos¨¦ Antonio Molero, que hoy tiene 20 a?os, sufr¨ªa en el momento de cometer los hechos "un trastorno" en su "personalidad". Y que su tr¨¢gica actuaci¨®n (abandon¨® la garita en la que hac¨ªa guardia y dispar¨® con un Cetme a bocajarro contra sus dos compa?eros) obedeci¨® a su "mala adaptaci¨®n a una situaci¨®n de dureza y estr¨¦s".El estado ps¨ªquico de Molero ocupa buena parte del fallo judicial. Rechaza la tesis, ofrecida por un sector de los psiquiatras que examinaron al recluta, de que su grado de turbaci¨®n fuera tal que le impidiera discernir entre el bien y el mal cuando mat¨® a sus compa?eros. Al respecto, sentencian los jueces: "Ten¨ªa muy rebajada su conciencia y su capacidad de discernimiento y volitiva, pero no anuladas totalmente". A juicio del tribunal, actu¨® con alevos¨ªa porque "conservaba el suficiente raciocinio -mermado, pero no abolido- para apercibirse de que su modo de proceder suprim¨ªa" a sus compa?eros (uno de ellos dormido) toda posibilidad de defenderse.
La sala aprecia tambi¨¦n que en la conducta de Molero concurre la atenuante de arrepentimiento espont¨¢neo. "Instantes despu¨¦s" de cometer ambos cr¨ªmenes, entreg¨® el Cetme al suboficial que hab¨ªa de guardia aquel d¨ªa en el cuartel "y se puso a su disposici¨®n".
Responsabilidad
La sentencia, hecha p¨²blica ayer, se basa en la doctrina del Tribunal Supremo para declarar la responsabilidad civil del Ej¨¦rcito. Durante el juicio, el abogado del Estado rechaz¨® que el Ej¨¦rcito deba asumir tal carga, porque, dijo, "existe una total desconexi¨®n entre los hechos acaecidos" y el servicio que prestaba el procesado.
Los jueces dicen al respecto: "La jurisprudencia se ha pronunciado a favor de que se reconozca la responsabilidad civil [del Estado] en los casos en que exista una extralimitaci¨®n del responsable criminal -criado, empleado o dependiente- en supuestos de utilizaci¨®n o disposici¨®n irregular o indebida de medios o instrumentos puestos a disposici¨®n del hecho punitivo [en este caso los asesinatos]". [El Ej¨¦rcito] es el responsable, "aunque sea con car¨¢cter subsidiario, del uso anormal o extralimitado del comportamiento de las personas que selecciona y a quien atribuye el uso de un arma de fuego".
El tribunal establece como hechos probados que Molero, provisto de un Cetme, se encontraba el 22 de enero de 1992 haciendo guardia en el Regimiento de Transmisiones Estrat¨¦gicas n¨²mero 22 (conocido como acuartelamiento de Pe?a Grande). Seg¨²n los jueces, entre las 6.00 y las 6.30 quit¨® las balas de fogueo, introdujo un cargador con munici¨®n real y se dirigi¨® al dormitorio del cuartel. Despu¨¦s se acerc¨® -era de noche y apenas se ve¨ªa- a la litera donde dorm¨ªa Ricardo Olivo (soltero, de 19 a?os) y le dispar¨® "a bocajarro, en la parte derecha de la cabeza".
Destino no estresante
Olivo muri¨® instant¨¢neamente por "estallido del cr¨¢neo". "Como consecuencia del ruido", relata el tribunal, "se despertaron los otros 10 soldados que hab¨ªa en la habitaci¨®n, y que ignoraban lo que acababa de suceder". Y vieron al procesado portando el Cetme en su mano derecha y apuntando al techo mientras caminaba por la habitaci¨®n profiriendo frases como "estoy puteado y hasta los cojones de la mili".
Uno de los compa?eros de habitaci¨®n recordaba hace unos d¨ªas aquellos momentos de patetismo: "Se me pasaron muchas cosas por la cabeza: hab¨ªa matado a dos y pens¨¦ que lo mismo pod¨ªa hacer con todos los que est¨¢bamos all¨ª; pas¨¦ mucho miedo y no me mov¨ª de la litera".
El relato de los hechos sigue as¨ª, seg¨²n el tribunal: tras "observar que uno de los soldados [Luis Rodr¨ªguez, de 19 a?os] se levantaba para dar la luz, grit¨®: 'Que nadie se mueva". Y a continuaci¨®n, a una distancia de dos metros, "efectu¨® dos disparos seguidos, el primero no mortal (en la regi¨®n infraclavicular) y el segundo, mortal: le alcanz¨® la arteria aorta. Despu¨¦s se entreg¨® al suboficial de guardia".
"La personalidad d¨¦bil, inmadura y acomplejada del procesado se puso de manifiesto en los ex¨¢menes a que fue sometido por el Ej¨¦rcito tras incorporarse a filas. Los psic¨®logos militares recomendaron entonces que el muchacho fuese enviado a "un destino no estresante". Los controles determinaron tambi¨¦n que Molero deb¨ªa seguir sometido "a un seguimiento [psicol¨®gico]", pero no que fuese "excluido del servicio militar".
Un lugar adecuado "para enfermos de su clase"
No precisa el tribunal en su fallo d¨®nde (si en un hospital psiqui¨¢trico civil o en uno penitenciario) debe cumplir Jos¨¦ Antonio Molero su condena de 20 a?os. La sentencia establece que el recluta debe ser internado en un "centro adecuado para enfermos de su clase, del que no podr¨¢ salir sin autorizaci¨®n del tribunal". No obstante, fuentes judiciales aclararon ayer que el sitio en concreto "ser¨¢ determinado por el tribunal durante la fase de ejecuci¨®n de la condena". Molero no podr¨¢ salir de ese centro sin autorizaci¨®n del tribunal, aunque la duraci¨®n del internamiento no podr¨¢ exceder de los 20 a?os.En el juicio, las partes, incluido el fiscal, se pronunciaron a favor de que el muchacho cumpliese su pena en un psiqui¨¢trico civil. En declaraciones a este peri¨®dico, algunos de los peritos que examinaron a Molero opinaron tambi¨¦n que lo m¨¢s conveniente para el joven era sacarle del entorno carcelario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.