Un matrimonio m¨¢s dif¨ªcil que un parto
Una pareja renuncia a casarse en Madrid, agobiada por el laberinto burocr¨¢tico
Hace tres meses decidieron casarse, y a¨²n no lo han conseguido. No es que esperasen a la inauguraci¨®n de la nueva catedral de la Almudena. Tampoco nadie les acusa de poligamia. La idea de Thierry Huin, franc¨¦s, de 29 a?os, t¨¦cnico de retransmisiones que trabaja en Espa?a desde hace tres a?os, y de Margarita Marc¨¦, catalana, de 26, empleada de Tele 5, era contraer matrimonio civil antes de que naciera su primera hija, que vendr¨¢ al mundo en menos de dos semanas. Algo f¨¢cil, cre¨ªan. No contaban con que tras cinco visitas al Registro Civil y otras al consulado franc¨¦s, a su junta municipal y a sus localidades de origen, se iban a encontrar tan lejos del casamiento como al principio.Los contratiempos comenzaron en su segunda visita al Registro Civil. A Thierry le ped¨ªan que su consulado sellase no s¨®lo la traducci¨®n oficial de sus documentos, sino tambi¨¦n los originales. En el consulado le respondieron que los originales no se sellan. Y le entregaron una carta que lo justificaba.
Su tercer viaje al registro tuvo un problema ajeno a la burocracia: la mala memoria del novio. Olvid¨® su certificado de inscripci¨®n consular.
A la cuarta va la vencida, pensaron. De ¨¦sa no pasaba. Se casaban. Pero no. Margarita estaba empradronada en el municipio catal¨¢n de Montmaneu, un peque?o pueblo de 200 habitantes. Para contraer matrimonio deb¨ªa publicar un edicto en aquel Ayuntamiento. Eso retrasaba sus planes. As¨ª que preguntaron c¨®mo pod¨ªan agilizar los tr¨¢mites. La respuesta fue: que ella se empadrone en Madrid o que le extiendan un certificado de residencia.
Al o¨ªr aquello, la futura madre se moviliz¨®. Acudi¨® a la Junta Municipal de Ciudad Lineal. "All¨ª me dijeron que no exped¨ªan certificados de residencia y que la ¨²nica posibilidad era empadronarme". O¨ªdo al parche. Llam¨® a sus progenitores, ¨¦stos le dieron de baja en su pueblo y le remitieron los papeles. Con ellos en la mano se dio de alta como madrile?a.
Para agilizar la boda, dada su inminente maternidad, les aconsejaron que presentaran un certificado m¨¦dico de su estado de buena esperanza y una carta exponiendo la situaci¨®n al juez.
En su quinta y ¨²ltima visita al registro llevaban ya cierta soma y mala leche. "A ver si nos dej¨¢is casarnos", exclamaron nada m¨¢s entrar. Su cachondeo molest¨® sin duda al funcionario que les atend¨ªa. Pero estaban tranquilos. En unos minutos todas sus idas y venidas ser¨ªan agua pasada. No fue as¨ª. El reciente empadronamiento de ella en Madrid no serv¨ªa para nada. Era necesario, seg¨²n ese funcionario, el edicto en el pueblo de la chica. As¨ª que estaban como al principio.
Ella lloraba. Su novio porfiaba. Un funcionario les increpaba. Un guarda de seguridad les consolaba. Y la boda segu¨ªa en puntos supensivos.
La ni?a, Mar¨ªa, va a nacer ya. Sus padres han decidido probar suerte de nuevo en este intrincado mundo burocr¨¢tico y ahora lo intentar¨¢n en Barcelona. ?Vaya un parto dif¨ªcil!
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