Un teatro de otro mundo
Cuando Lub¨ªmov mont¨® aqu¨ª, en 1988, La madre, de M¨¢ximo Gorki, tuvo una apoteosis: se ovacion¨® no s¨®lo una puesta en escena, ni siquiera una revoluci¨®n pura convertida en teatro, sino una libertad, una lucha contra la opresi¨®n. Esta misma obra, en el Mosc¨² (le Br¨¦znev, fue un canto a la verdad revolucionaria maltratada por lo que a¨²n era fuerza opresiva del comunismo (1969: mandaba Br¨¦znev).Taganka es el nombre de una plaza vieja de la ciudad. El nombre del teatro contra el que no Pudo Br¨¦znev, ni antes Stalin, es el de teatro de la Comedia. Muere de penuria. No quisiera aprovechar la ocasi¨®n para hacer esta demagogia de c¨®mo el teatro y la literatura, a veces, est¨¢n m¨¢s vivos cuando combaten que cuando reciben dinero del Estado bajo la suposici¨®n de que ya el Estado es otro; pero tampoco s¨¦ por qu¨¦ voy a dejar pasar esta lecci¨®n.
Cuando Lub¨ªmov -lleg¨® al Taganka (1964) a¨²n viv¨ªa Akimov, que hab¨ªa dado su car¨¢cter a ese teatro: rebelde, sat¨ªrico, vibrante; pero no Sl¨ªvarts, el autor cuyas obras, cuyas s¨¢tiras pol¨ªticas, dirigidas por Akimov, hab¨ªan dado su car¨¢cter al teatro incluso durante el periodo del socialrealismo. Es curioso que los teatros mantienen su car¨¢cter a trav¨¦s de los a?os a pesar de que pasen por ellos compa?¨ªas o autores distintos; eso mismo ocurr¨ªa en Madrid o en Barcelona durante la gran ¨¦poca y pasa todav¨ªa en Londres, Par¨ªs o Nueva York.
En Mosc¨², el Taganka no cambi¨® su car¨¢cter. Akimov particip¨® en la Revoluci¨®n, y era un hombre respetado y tolerado; Lub¨ªmov hab¨ªa nacido en ella, hab¨ªa aprendido teatro, de ni?o, en la escuela de esta misma sala, donde hab¨ªa sido actor y maestro, a su vez, de nuevas generaciones, que son las que han formado la que era famosa compa?¨ªa. El Taganka era un lugar privilegiado donde las obras mostraban su fondo ¨ªntimo: se daban lecciones p¨²blicas en torno a su arquitectura, su iluminaci¨®n, su nervio. Se iba a Mosc¨² a ver la Taganka y Lub¨ªmov viajaba por el mundo con su compa?¨ªa.
En uno de esos viajes, no volvi¨® m¨¢s. Br¨¦znev le hab¨ªa prohibido varias obras Dostoievski, Pushkin-; le hab¨ªa quitado la direcci¨®n del teatro y el carnet del partido, sin el cual ni siquiera era f¨¢cil seguir viviendo. Estaba entonces Lub¨ªmov en Londres, y no volvi¨® m¨¢s. Trabaj¨® en Europa y emigr¨® a Israel: no hay que olvidar que la creaci¨®n de este teatro y su mantenimiento fue siempre cuesti¨®n del genio jud¨ªo, y que parte de su obsesi¨®n de libertad ven¨ªa de ah¨ª, y tambi¨¦n mucho de la persecuci¨®n brezneviana, pero tambi¨¦n hay que apuntar que una joven belleza israel¨ª le decidi¨® a quedarse.
Vino Lub¨ªmov a Madrid durante el Festival Internacional de Teatro: aqu¨ª explic¨® que ya quer¨ªa volver a su pa¨ªs, donde todo estaba cambiando; y Lub¨ªmov volvi¨®: ya el comunismo hab¨ªa perdido y ¨¦l pod¨ªa trabajar de nuevo; y su ciudad cambi¨®; y el teatro se acab¨®. No tiene el Taganka por qu¨¦ luchar ni hay all¨ª lugar para unas audacias que ya ni siquiera lo son. Ahora, los Coros del Ej¨¦rcito Rojo -ni ej¨¦rcito ni rojo- est¨¢n cantando rock. Otro mundo.
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