John Major somete hoy su cargo a una votaci¨®n de los Comunes
John Major apost¨® y perdi¨®. Hoy, apenas 24 horas despu¨¦s de su sorprendente fracaso, la apuesta ser¨¢ a todo o nada: o punto final a la ratificaci¨®n de Maastricht o dimisi¨®n del primer ministro y elecciones anticipadas. La C¨¢mara de los Comunes vivi¨® ayer su jornada m¨¢s dram¨¢tica en d¨¦cadas. Hab¨ªa que votar dos mociones sobre el cap¨ªtulo social de Maastricht, una de los laboristas y otra del Gobierno. Ambas fueron derrotadas, lo que no afectaba al tratado, ya aprobado, pero dejaba la ratificaci¨®n en una especie de limbo legal.
Tras las votaciones, Major, visiblemente hundido, opt¨® por anunciar que se someter¨ªa hoy mismo a una moci¨®n de confianza de la C¨¢mara de los Comunes. Los 23 rebeldes euroesc¨¦pticos del Partido Conservador, que traicionaron a su l¨ªder, fueron los ¨²nicos vencedores.El drama concluy¨® pasada la medianoche. John Major reuni¨® de madrugada a sus ministros en Downing Street, residencia oficial del primer ministro, para estudiar la estrategia. La situaci¨®n era de m¨¢xima emergencia y los rostros denotaban el impacto.
Normalmente, el Gobierno deber¨ªa superar la moci¨®n de hoy. Incluso el m¨¢s curtido de los rebeldes debe someterse a la disciplina del partido cuando est¨¢ en juego la supervivencia de un primer ministro. Pero, tal como est¨¢ la pol¨ªtica brit¨¢nica y vista la mala estrella de Major, todo es posible. Incluso salv¨¢ndose, quedar¨ªa en una posici¨®n muy d¨¦bil.
La primera votaci¨®n se refer¨ªa a una enmienda laborista sobre la necesidad de incluir el cap¨ªtulo social -rechazado por el Reino Unido en la cumbre comunitaria de Maastricht- en el texto brit¨¢nico del Tratado para la Uni¨®n Europea. La oposici¨®n a ese fragmento del tratado, asumido por los otros 11 pa¨ªses de la Comunidad, es una de las pocas cuestiones en que Major siempre se ha mantenido firme. Era, pues, una cuesti¨®n vital para mantener su autoridad.
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23 'euroesc¨¦pticos' obligan al primer ministro brit¨¢nico a jugarse su cargo a una sola carta
Viene de la p¨¢gina 1El Gobierno lanz¨® un mensaje casi desesperado a los rebeldes de su Partido Conservador. "El Tratado de Maastricht ya ha sido ratificado. No hay vuelta atr¨¢s", dijo John Major, en la mejor intervenci¨®n parlamentaria de su vida, para disuadir a los euroesc¨¦pticos de votar a favor del Cap¨ªtulo Social (que detestan) con el fin de derribar todo, el tratado (que detestan con m¨¢s intensidad si cabe).
El l¨ªder de la oposici¨®n, John Smith, respondi¨® con una apolog¨ªa del Cap¨ªtulo Social y sus ventajas para crear empleo estable. "?Est¨¢n locos los otros once Gobiernos de la CE, que lo han aprobado? ?No ser¨¢ nuestro Gobierno, nuestro John, el loco de la historia?", pregunt¨® Smith.
La moci¨®n laborista fue la primera en votarse. Y el resultado, ins¨®lito: un empate. 317 a favor, 317 en contra. M¨¢xima tensi¨®n. Le correspondi¨® a la presidenta de la C¨¢mara, Betty Boothroyd, romper el empate con su voto de calidad. Y Boothroyd, laborista, se atuvo a la tradici¨®n y vot¨® con el Gobierno.
Lleg¨® el momento de la segunda votaci¨®n, la propuesta por el Ejecutivo. Hab¨ªa que decidir sobre una moci¨®n aparentemente inocua: "Esta C¨¢mara ( ... ) se da por enterada de la pol¨ªtica del Gobierno de Su Majestad respecto al protocolo de pol¨ªtica social". Ni a favor ni en contra, bastaba con darse por enterado. Pero la articulaci¨®n del art¨ªculo 7 de la ley de ratificaci¨®n hab¨ªa sido ingeniosamente arreglada por la oposici¨®n (que pact¨® la redacci¨®n con los conservadores cuando se aplaz¨® el voto sobre el Cap¨ªtulo Social, en abril) para que entra?ara un terrible peligro para Major: "Esta ley s¨®lo podr¨¢ entrar en vigor cuando cada c¨¢mara del Parlamento llegue a una resoluci¨®n en una moci¨®n presentada por un ministro de la Corona sobre la cuesti¨®n del protocolo de pol¨ªtica social".
Una zancada al infierno
Esto es, si la suave moci¨®n gubernamental era derrotada, los Comunes no llegaban a ninguna resoluci¨®n. Maastricht quedaba en un limbo legal. Y Major se precipitaba hacia el infierno.
Se vot¨® al filo de la medianoche. No hizo falta esperar a que la presidenta de la C¨¢mara leyera el resultado para saber que el Gobierno hab¨ªa visto cumplida su pesadilla. 324 en contra, 316 a favor. La oposici¨®n lanz¨® papeles al aire. Los 23 tories rebeldes sonrieron maliciosamente. John Major, p¨¢lido, se alz¨® en su esca?o. Decenas de diputados tuvieron que acomodarse en el suelo. Se hizo un silencio casi absoluto.
"La cuesti¨®n no puede dejarse as¨ª", dijo Major. "Me propongo pedir inmediatamente a la C¨¢mara su confianza en la pol¨ªtica del Gobierno" respecto a la exclusi¨®n del Cap¨ªtulo Social, sigui¨®. "La moci¨®n se presentar¨¢ ma?ana". El l¨ªder de la oposici¨®n anunci¨® a su vez una moci¨®n alternativa para la inclusi¨®n del Cap¨ªtulo Social.
Las cosas ser¨¢n esta tarde, por tanto, casi id¨¦nticas a como fueron ayer. Pero hoy el envite ser¨¢ definitivo. Est¨¢ en juego la confianza en el Gobierno. Si Major pierde, se va. La crisis del Partido Conservador ser¨¢ formidable y, con toda probabilidad, ser¨¢n necesarias unas elecciones anticipadas. Si Major gana, se queda. Pero con una autoridad totalmente quebrada.
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