Noches manchadas de asfalto
150 hombres trabajan en la M-30, que sufre la mayor renovaci¨®n de su historia
![Ana Alfageme](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F9c68d2e5-1703-474b-a134-16b23abefee5.jpg?auth=5f59648e4b2b6fc4f430669d3b4c434e33164fb087b858e8b27e95e7f8671c6b&width=100&height=100&smart=true)
La hilera de peones vestidos de verde consume bocadillos de jam¨®n regados con cerveza con el 'Vicente Calder¨®n a sus espaldas. Acaba de pasar una furgoneta sembrando la calzada de conos color rosa y convirtiendo los tres carriles de la M-30 en un callej¨®n que doblega la velocidad de los coches y les obliga a zigzaguear. Queda mucha noche por delante, y las m¨¢quinas est¨¢n listas para echar la primera capa de asfalto. Cuando amanezca, la M-30 tendr¨¢ 4.000 toneladas de aglomerado m¨¢s, y alguno de los 150 hombres de la obra se acostar¨¢ oyendo a¨²n el bramido de los coches que vuelan a su lado. Estos d¨ªas, la M-30, el rodeo que dan los madrile?os para llegar antes a cualquier sitio, sufre la renovaci¨®n m¨¢s importante de su historia.
"?Vengaaa, a ver si trabajainoooos!", grita un hombre desde un gran Volvo en la caravana de coches. Los peones a¨²llan con la boca llena de jam¨®n, alguno levanta un dedo encallecido y el encarlado se encoge de hombros: "Esto es lo m¨¢s suave que nos sueltan. Los insultos van de cabr¨®n para arriba". El del Volvo quiz¨¢ vuelva cansado de la oficina y quiera llegar antes a la copa y a las hazaa?as de Indur¨¢in, pero los currantes del asfalto desayunan ahora, que son las diez de la noche y se acostar¨¢n cuando el del Volvo est¨¦ en la ducha, a eso de las seis de la ma?ana.
Medio kil¨®metro m¨¢s
Al amanecer, la M-30 recuperar¨¢ su avalancha de coches, las luces giratorias del medio centenar de m¨¢quinas y camiones se habr¨¢n apagado y el pavimento tendr¨¢ medio kil¨®metro m¨¢s de piel nueva, negra y olorosa. Ahora mismo, un tercio de los 32 kil¨®metros de la autov¨ªa est¨¢ con las tripas fuera. Ello cuesta m¨¢s de 2.000 millones de pesetas, entre la ampliaci¨®n del puente de Vallecas y el asfaltado de los 8,4 kil¨®metros, en ambos sentidos, que separan este viaducto del puente del Rey.En septiembre, cuando todo haya acabado, se habr¨¢ saturado la paciencia de medio mill¨®n de vallecanos, cuyo barrio tiene su salida natural en el coraz¨®n de la obra m¨¢s compleja, y tambi¨¦n, pero menos, la de los conductores que topan con retenciones en las primeras horas de la noche, cuando vuelven a casa. En septiembre, la verbena nocturna de se?ales, ruido, luces intermitentes y conos se habr¨¢ convertido en nueve kil¨®metros a estrenar en la zona Oeste. El embudo del puente de Vallecas ya no existir¨¢.
?Pero cu¨¢ndo quieren que estemos aqu¨ª? De d¨ªa es imposible trabajar, ser¨ªa mucho peor", dice un hombre con mono, la pala en la mano res pondiendo al insulto. Una maquina de fauces anchas ha comenzado a vomitar aglomerado, asfalto con gravilla que a¨²n humea. La brisa de la noche se la traga el calor que desprenden dos m¨¢quinas que aplastan m¨¢s la mezcla. Se llaman compactadoras y llevan las ruedas tapadas para que no cambien de temperatura. Luego llega, de farolillo rojo, la apisonadora y, en sus lomos, un hombre rubio y fornido. Dejar¨¢ el aglomerado como una piedra.
Una y otra vez, noche tras noche, capa tras capa, el proceso se repite y al final siempre llegar¨¢ el hombre rubio que se despert¨® en Getafe a mediod¨ªa para que su chica le sirva la comida y para ver de refil¨®n a su cr¨ªo de dos a?os. ?l, que ha tenido muchos oficios, dice que la noche es mejor para trabajar, porque por la tarde hace recados.
Hay un chaval andaluz que conserva a¨²n el color del campo en las mejillas, que se vino a Madrid dejando atr¨¢s la mili y lejos la novia y que dice que la noche es dura porque luego el d¨ªa es m¨¢s corto. Por lo menos, son 160.000 pesetas a final de mes, nocturnidad incluida. El rubio y el andaluz sufren los excesos de los conductores que hacen a?icos la limitaci¨®n de velocidad. Sobre todo a partir de las dos de la madrugada.
De momento, no ha habido sangre. Pero todos recuerdan, en un escalofr¨ªo, que un coche sin nombre se llev¨® por delante hace unos d¨ªas la vida de un pe¨®n en la M-40.
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