La reuni¨®n irregular de minstros de Econom¨ªa de los Doce pone el Tratado de Maastricht entre par¨¦ntesis
Nada de lo que ha ocurrido este fin de semana en Bruselas tiene que ver con el Tratado de Roma, Constitutivo de la Comunidad Europea. Los ministros de Econom¨ªa y los gobernadores de los bancos centrales de los Doce, que se reunieron ayer en el Centro Albert Borschette de Bruselas a partir de las 14.30 con el fin de resolver uno de los envites m¨¢s complejos para el futuro de la CE, no fueron convocados por la presidencia semestral belga del Consejo de Ministros de la Comunidad, como es de rigor. Ni se reunieron tampoco en el edificio Charle magne, sede oficial del Consejo de Ministros. Los detalles y el trasfondo de la reuni¨®n ponen el Tratado de Maastricht entre par¨¦ntesis.
Toda la organizaci¨®n de la reuni¨®n responde a la mec¨¢nica casi secreta del Comit¨¦ Monetario de los Doce, formado por los directores del Tesoro y los subgobernadores, que se re¨²nen sin conocimiento p¨²blico del orden del d¨ªa, y apenas con un comunicado final cuando hay realineamiento de cursos monetarios, con el objetivo de desarrollar los acuerdos multilaterales entre los bancos centrales de los Doce sobre los que se fundamenta el Sistema Monetario Europeo.No hay que olvidar que el SME recibe todo el a poyo de la CE, pero no pertenece a su sistema de instituciones y mecanismos. O no pertenece todav¨ªa, pues iba a hacerlo con la aplicaci¨®n del Tratado de Maastricht.
Una sola excepci¨®n, por una cl¨¢usula de elegancia, permite pensar que ayer se reuni¨® el Consejo de Ministros de la CE: Presidi¨® el ministro belga, Philippe Maystadt, en un deferencia destinada precisamente a compensar las peque?as susceptibilidades heridas en un d¨ªa aciago para B¨¦lgica. A las once de la ma?ana de ayer los servicios del Gobierno aseguraban todav¨ªa que desconoc¨ªan la celebraci¨®n de la reuni¨®n de los ministros: la convocatoria, sugerida por el ministro de Econom¨ªa alem¨¢n, Theo Waigel, simboliza as¨ª un principio de par¨¦ntesis para el funcionamiento de las instituciones comunitarias, que han sido debidamente puenteadas.
La reuni¨®n de ayer significa tambi¨¦n, sin duda, la asimilaci¨®n de una lecci¨®n de la crisis de setiembre de 1992, cuando el Comit¨¦ Monetario abord¨® la primera tormenta que expuls¨® a la libra y a la lira del SME como si se tratara de una cuesti¨®n meramente t¨¦cnica. Esta vez los directores del Tesoro han cedido las sillas a los ministros de Econom¨ªa y Finanzas, para que sean ellos quienes adopten las decisiones.
Cambio de protagonistas
El director del Tesoro espa?ol, Manuel Conthe, y el subgobernador del Banco de Espa?a, Miguel Mart¨ªn, que han participado en las dos reuniones del Comit¨¦ Monetario de este fin de semana (el s¨¢bado por la tarde y el domingo por la ma?ana), se quedaron a partir de las dos y media de la tarde en el pasillo, caf¨¦s en mano y de charla, mientras el ministro de Econom¨ªa, Pedro Solbes, el gobernador del Banco de Espa?a, Luis ?ngel Rojo, y el secretario de Estado de Econom¨ªa, Alfredo Pastor, ocupaban las sillas de la reuni¨®n.Lo que se dirime en las salas del centro Borschette es un brazo de hierro, como titula con acierto el diario parisino Le Monde, entre Par¨ªs y Bonn. Par¨ªs quiere que Alemania baje los tipos de inter¨¦s y deje de exportar en forma de recesi¨®n y de paro la enorme carga de la cuenta de la unificaci¨®n. Bonn considera que ha sido sometida a un chantaje por Francia, que ha dejado de cumplir con las reglas de juego al no elevar los tipos de inter¨¦s para evitar que su moneda fuera desliz¨¢ndose hasta l¨ªmite de su fluctuaci¨®n en la banda estrecha del SME. Todo el resto de posiciones apenas cuenta en este pulso.
En el fondo, lo que sucede, seg¨²n Le Monde, es que el gobierno de Edouard Balladur ha querido poner a prueba hasta el l¨ªmite la resistencia del llamado eje franco-¨¢lem¨¢n, una alianza basada en un equilibrio artificioso, entre un pa¨ªs que cuenta con no tables rentas hist¨®ricas, como es su presencia en el Consejo de Seguridad, el arma nuclear y su papel central en la construcci¨®n europea, y otro pa¨ªs al que te basta para hacerse o¨ªr para convocar reuniones monetarias al margen de las instituciones, o con tener una moneda fuerte que sirva de referencia. Para Francia, la ¨²nica soluci¨®n posible es el descenso de los tipos, mientras que para Alemania basta con la ampliaci¨®n de la banda de fluctuaci¨®n, junto a algunas medidas destinadas a dar confianza a los mercados y a suministrar la impresi¨®n, dif¨ªcil de creer, de que la cooperaci¨®n europea todav¨ªa existe.
En la pr¨¢ctica, todas las soluciones barajadas este fin de semana en Bruselas significan abrir un par¨¦ntesis, posiblemente largo, sobre la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, el ¨²nico pilar de la Uni¨®n Europea dise?ada en el Tratado de Maastricht aut¨¦nticamente sustancioso. Significa un par¨¦ntesis una banda de fluctuaci¨®n m¨¢s ancha, pues Maastricht exige dos a?os de permanencia en la banda estrecha para llegar a la moneda ¨²nica.
En todos estos casos, las prisas de la presidencia semestral belga de la CE para nombrar el presidente del Instituto Monetario Europeo (IME) y designar la sede del futuro banco central dejar¨¢n de tener sentido. Nadie se ver¨¢ apremiado por el paso a la segunda fase de la UEM, que deb¨ªa realizarse el 1 de enero de 1994, con la instalaci¨®n del IME y la preparaci¨®n de la siguiente fase de creaci¨®n de la moneda ¨²nica.
Lo mismo suceder¨¢ con el Consejo Europeo extraordinario que quer¨ªa convocar el primer ministro belga, Jean-Luc Deahaene, para dar la se?al de partida a la Uni¨®n y tomar todas las decisiones para la aplicaci¨®n de Maastricht.
En todo caso, quiz¨¢s ser¨¢ necesario convocar un Consejo extraordinario despu¨¦s de las vacaciones de verano para poner orden en el Tratado y ver hasta d¨®nde se ha retrocedido en la construcci¨®n europea tras este a?o entero de crisis desenfrenada y c¨®mo recomponer algo los platos rotos.
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