Un juego a tres bandas

Es un secreto a voces que la paz entre ¨¢rabes e israel¨ªes depende de tres hombres: Isaac Rabin, Hafez el Asad y Yasir Arafat. Los dos primeros conducen el juego; el tercero es el pariente pobre. Y no s¨®lo porque los palestinos no tengan ni Estado ni ej¨¦rcito, o porque la mitad de ellos vivan bajo la ocupaci¨®n jud¨ªa, sino porque sus negociadores est¨¢n debilitados por graves disensiones internas.La misi¨®n de paz del secretario norteamericano de Estado, Warren Christopher, ha sido boicoteada por la izquierda palestina, por los hombres de Yasir Abed Rabo, por mucho que ¨¦ste sea aliado de Arafat, y por Haidar Abdel Shafi, el jefe de la delegaci¨®n en las conversaciones de paz. Es cierto que Abdel Shafi parec¨ªa no ser ya sino el jefe nominal, una vez que Faisal Al Huseini tom¨® la direcci¨®n efectiva del equipo, pero el problema de las diferencias internas no desaparec¨ªa con ello.

Abdel Shafi representa a Gaza, donde las tensiones entre ocupantes y ocupados son m¨¢s fuertes. El secretario de Estado ha abordado en su reciente gira por Oriente Pr¨®ximo, en sus contactos con la delegaci¨®n palestina, la sugerencia de poner Cisjordania y la propia Gaza, de forma inmediata, bajo autoridad palestina, sin esperar a la conclusi¨®n de un acuerdo sobre el r¨¦gimen de autonom¨ªa provisional.

Contrariamente a la actitud de los anteriores Gobiernos del Likud, el actual Gabinete israel¨ª est¨¢ interesado en conducir las discusiones primero sobre la autonom¨ªa y luego sobre el estatuto final de los territorios ocupados. Y no precisamente por motivos de altruismo, sino para poder terminar con una presencia militar que cada vez se hace m¨¢s dura de sobrellevar ante la creciente hostilidad de la poblaci¨®n civil y los ataques armados contra soldados y civiles israel¨ªes.

A Israel le gustar¨ªa que hubiese un interlocutor palestino unido y representativo que supiese no solamente decir no, sino que llegado el caso mostrara la fuerza suficiente como para aceptar decisiones que, forzosamente, tendr¨ªan que comportar compromisos.

Es en este contexto en el que hay que contemplar las conversaciones mantenidas por el ministro israel¨ª Yosi Sarid y el consejero de Arafat Nabil Shaat, en El Cairo. Sarid no estaba cumpliendo un mandato de su Gobierno, pero el primer ministro, informado con antelaci¨®n del viaje, tampoco lo impidi¨®. ?Por qu¨¦? Porque Rabin, dice ¨¦l mismo, est¨¢ cansado de encontrarse frente a una delegaci¨®n palestina "dividida, ca¨®tica e inestable", y quiere averiguar si la OLP de Arafat no podr¨ªa ser un interlocutor m¨¢s responsable en el di¨¢logo de paz.

Si la OLP diera seguridades formales de que no suscitar¨ªa, en el actual estadio de las conversaciones, las pol¨¦micas cuestiones del estatuto de Jerusal¨¦n y la creaci¨®n de un Estado palestino, Israel podr¨ªa llegar a abrir conversaciones directas con los emisarios de Arafat.