Ad¨®nde va toda esa gente solitaria
Me puse en la boca del metro de Diego de Le¨®n y empec¨¦ a preguntar a la gente d¨®nde iba."A patinar", me contest¨® una se?ora gordita, de unos cincuenta a?os, que llevaba una cesta de la compra.
"?Y usted?".
"Yo no voy a ning¨²n sitio, estoy trabajando. Siga, por favor".
A las dos horas hab¨ªa recogido 15 o 20 muestras sin valor estad¨ªstico. Me las llev¨¦ a la redacci¨®n y empec¨¦ a repasarlas. Daba la impresi¨®n de que todo el mundo ment¨ªa. Por ejemplo, un se?or que dijo que iba a ver a su cu?ada al hospital ten¨ªa todo el aspecto de ir a encontrarse con su amante en un hotel. Luego pas¨® un tipo con cara de desesperaci¨®n, que parec¨ªa que iba a suicidarse, pero tampoco iba a eso.
"Voy a pensar, a pensar un poco".
Hablaba de ir a pensar como el que habla de ir a las misiones, con una mezcla de misticismo y desesperaci¨®n.
"?Pero a d¨®nde es adonde va a pensar?".
"?Qu¨¦ m¨¢s da? Cuando se piensa no se va a ning¨²n sitio. F¨ªjese en el alcalde: todo el d¨ªa pensando en Madrid y no vamos a ning¨²n sitio. Pensamiento y direcci¨®n son t¨¦rminos excluyentes".
Deduje que, efectivamente, iba a suicidarse, pero que trataba de ocultarlo por alguna raz¨®n, como los otros.
"Yo voy a darme una ducha", dijo un chico joven que iba abrazado a una diosa de diecisiete a?os con los muslos de regaliz y la boca de nata. A la diosa no le pregunt¨¦.
M¨¢s de uno me contest¨® con una groser¨ªa, pues mucha gente considera que es anticonstitucional preguntar al p¨²blico que ad¨®nde, se dirige, como si lo de la vida privada fuera tan importante. Hubo un momento en que me dieron ganas de volver al peri¨®dico e inventarmelo todo. Pero otras veces que me he inventado las cosas el redactor jefe me ha pillado. La ¨²ltima fue cuando me invent¨¦ la catedral de la Almudena para no coincidir all¨ª con el Papa y se dio cuenta enseguida porque le asign¨¦ un estilo (a la catedral). Esta vez me hab¨ªa dicho:
"Vete a la calle, pregunta a la gente que d¨®nde va y haz un art¨ªculo. Queremos saber qu¨¦ hace la gente en agosto".
As¨ª que all¨ª estaba yo, preguntando sin micr¨®fono ni c¨¢mara de televisi¨®n, que es como jugar al tenis sin raqueta. La gente no se cree que preguntar sea un trabajo si no est¨¢ detr¨¢s la televisi¨®n. Por eso, seguramente, me ment¨ªan, por que no se lo tomaban en seri¨®. Luego hab¨ªa algunos que en lugar de decir ad¨®nde iban me contaban de d¨®nde ven¨ªan. Precisamente, Uno de ¨¦stos fue el redactor jefe, que pas¨® por all¨ª por casualidad o para vigilarme y le hice la encuesta.
"Al peri¨®dico", dijo. Pero la cara que ten¨ªa es la de venir de ¨¦l, aunque la verdad es que va y viene mucho.
De manera que cuando me puse frente al ordenador me di cuenta de que ten¨ªa que invent¨¢rmelo todo para que resultara veros¨ªmil. As¨ª que dije que la se?ora que iba a patinar se dirig¨ªa a la compra; y que, el del hospital, a echar un polvo; y el otro, a suicidarse; y la diosa y su chico, a comprar una moto. Hubo muchos que me respondieron que se iban a la mierda, pero a ¨¦stos no los inclu¨ª, porque estaba seguro de que el jefe iba a decir que era mentira. Cuando ley¨® el trabajo, me lo tir¨® a la cara.
"Te lo has inventado todo otra vez. La gente va a patinar, o a visitar enfermos, o a pensar, o a ducharse, pero a lo que m¨¢s va es a la mierda, y aqu¨ª no hay uno solo que se vaya a la mierda".
As¨ª que ya no sabe uno qu¨¦ es mejor, si ir a los sitios o imagin¨¢rselos. De todos modos, te equivocas.
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