Ni?os de la calle
Durante los ¨²ltimos d¨ªas, las im¨¢genes de los cad¨¢veres de siete ni?os brasile?os asesinados a sangre fr¨ªa han recorrido el mundo, y t¨¦rminos como escuadrones de la muerte o ni?os de la calle han sido utilizados por quienes, en su af¨¢n de explicar el suceso, han conseguido reducirlo a la descripci¨®n de un suceso atroz y sin precedentes.Sin embargo, no hay que olvidar que ya en 1937 uno de los mejores narradores contempor¨¢neos, Jorge Amado, denunciaba en su obra Capitanes de arena las inhumanas condiciones en las que se debat¨ªan millares de j¨®venes en Brasil.
Por si ello no bastara, algunas cifras nos pueden ayudar a reconocer la magnitud del problema. Por ejemplo, en abril del pasado a?o, el Congreso de los Diputados brasile?o hizo p¨²blico un informe en el que se reconoci¨® el asesinato de m¨¢s de 4.600 ni?os entre los a?os 1989 y 1991. En ese mismo informe se recogieron las declaraciones de un integrante de un escuadr¨®n de la muerte seg¨²n las cuales la tarifa por matar a un ni?o alcanzaba los 460 d¨®lares, adem¨¢s del apoyo policial o por lo menos la impunidad; por otra parte, se hac¨ªa referencia a que cinco cadenas de supermercados de El Salvador (capital del Estado de Bah¨ªa e importante n¨²cleo tur¨ªstico) ten¨ªan sus propias c¨¢maras de tortura para castigar e intimidar a los ni?os sospechosos de robos y otras transgresiones. Meses m¨¢s tarde, una encuesta realizada por Info-Globo aseguraba que cerca del 27% de la polic¨ªa militar de R¨ªo de Janeiro hab¨ªa sido invitada a formar parte de los escuadrones de la muerte, mientras que el 30% de los polic¨ªas hab¨ªa cometido alg¨²n asesinato y el 25% conoc¨ªa a los integrantes activos de los escuadrones.
No hay duda, pues, de la magnitud del problema, y no hay que cometer la torpeza de localizarlo en Brasil: en mayo del pasado a?o finalizaba en Honduras una reuni¨®n de expertos auspiciada por el Consejo Latinoamericano de Iglesias, y en su informe final calculaba en 50 millones los ni?os que viv¨ªan en la calle en el subcontinente latinoamericano, expuestos a la miseria, el abuso sexual y la persecuci¨®n. En fin, s¨®lo espero que estas l¨ªneas puedan acabar con la frialdad de unas im¨¢genes transmitidas por televisi¨®n.-
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