Una nueva frontera sindical
Los representantes de los trabajadores deben ejercer responsabilidades en el ¨¢mbito de la empresa y de las instituciones sociales, aumentando sus capacidades de actuaci¨®n y responsabilidad. Este ha de ser uno de los grandes soportes del pacto.
?Qu¨¦ contrapartida pueden obtener los sindicatos en un pacto que arranca con una propuesta tan dura como la congelaci¨®n salarial? ?Qu¨¦ deben conseguir para que el pacto sea factible y evite una frustraci¨®n mayor?La propuesta de un pacto a tres a?os, que opone el sacrificio de la congelaci¨®n salarial a una mucho menos controlable limitaci¨®n de los dividendos y mantenimiento de plantillas por las empresas, exige de entrada una gran dosis de responsabilidad por parte de sindicatos y trabajadores. Pero un esfuerzo tan considerable s¨®lo fructificar¨¢ si la parte social recibe compensaciones de otra naturaleza, que logren un reparto m¨¢s igual de las cargas y las ventajas del pacto.
En los ¨²ltimos a?os, la posibilidad de emplear el pacto de rentas como un instrumento de la pol¨ªtica econ¨®mica hab¨ªa sido pr¨¢cticamente desechada por el Banco de Espa?a, sobre todo en la ¨¦poca del anterior gobernador, Mariano Rubio. Las autoridades monetarias razonaban que las ventajas por las ganancias de competitividad que proporcionaba a las empresas la moderaci¨®n salarial eran muy inferiores a los problema - s derivados de los aumentos del gasto social comprometidos en los acuerdos. No se trataba de una oposici¨®n al pacto en s¨ª mis mo, pero s¨ª a sus posibles efectos da?inos, primero para las cuentas p¨²blicas y despu¨¦s, para toda la econom¨ªa.
El a?o pasado este tipo de temores tambi¨¦n eran compartidos -con matices- por el anterior equipo de Econom¨ªa, con el argumento de que s¨®lo era posible un pacto sin costes a?adidos. Esta premisa ven¨ªa a cuestionar en buena medida la propia esencia de todo acuerdo, de todo pacto entre varias partes: el reparto equilibrado de sacrificios y ventajas entre todos los part¨ªcipes.
Otra posible v¨ªa de compensaciones que tambi¨¦n ha ido generando un fuerte rechazo, especialmente en la patronal, era la participaci¨®n de las centrales en la, reforma de la legislaci¨®n laboral. Pero la gravedad del d¨¦ficit p¨²blico y el hecho de que la tramitaci¨®n de la reforma laboral ya est¨¦ en marcha en el ¨¢mbito del Consejo Econ¨®mico y Social, donde ya participan los sindicatos, impide pensar que en estas ¨¢reas los trabajadores puedan obtener compensaciones suficientes.
.Aunque el argumento principal del acuerdo sea contener costes para sanear las empresas y as¨ª favorecer la creaci¨®n de empleo, se trata de un objetivo demasiado gen¨¦rico para que por s¨ª solo pueda servir para compensar a los sindicatos.
La filosof¨ªa del pacto se basa en una cierta m¨ªstica que exige supeditar los intereses propios a la causa com¨²n, y que s¨®lo germina cuando los pa¨ªses se enfrentan a grandes retos. Esta cultura del acuerdo y la corresponsabilidad ha sido desarrollada, como en ning¨²n otro pa¨ªs, por Alemania. Despu¨¦s de la Segunda Guerra mundial, los alemanes tuvieron que hacer frente a la reconstrucci¨®n y ello exigi¨® echar mano de todas las energ¨ªas disponibles. El resultado a la vista est¨¢: Alemania se ha convertido en uno de los campeones de la econom¨ªa mundial.
Como explica el presidente de la multinacional aseguradora AGF, Michel Albert, en su muy sugestivo Capitalismo contra capitalismo, la clave est¨¢ en el sistema de "corresponsabilidad verdaderamente presente en todos los niveles de la empresa". El modelo que se ha denominado capitalismo renano, y que el vicepresidente del Gobierno Narc¨ªs Serra puso como norte hace un a?o ante las organizaciones patronales, supone la participaci¨®n en1as decisiones empresariales importantes, de accionistas, empresarios, ejecutivos y sindicatos.
En Alemania el reparto de poderes en las empresas implica la corresponsabilidad de los trabajadores. Intervienen a trav¨¦s del consejo de establecimiento, an¨¢logo al comit¨¦ de empresa franc¨¦s, que debe ser consultado en asuntos de formaci¨®n, despidos, horarios, salarios y organizaci¨®n del trabajo. En las empresas de m¨¢s de 2.000 trabajadores participan adem¨¢s en el consejo de vivilancia, con igual representaci¨®n que los accionistas. Con estos instrumentos, el di¨¢logo social es un imperativo sin el cual las empresas no podr¨ªan funcionar. Ha logrado convertirlas en las m¨¢s competitivas del mundo.
Alemania arranc¨® de un estado de necesidad. Pero, ?cu¨¢l es la situaci¨®n real de la econom¨ªa espa?ola? ?Qui¨¦n se atreve a dise?ar un futuro sin emplear t¨®picos catastrofistas o aludir a un iluso progreso sin m¨¢s fundamento que el voluntarismo? ?Con qu¨¦ fuerzas se recuperar¨¢ el pa¨ªs? Hace pocos d¨ªas, el presidente del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Arzalluz, que ha visto muy de cerca los desgarros de la reconversi¨®n industrial en su propio pa¨ªs, advert¨ªa seriamente que de lo que hagamos ahora depende nuestro futuro en los pr¨®ximos 50 a?os.
Es dif¨ªcil imaginar ninguna salida que no pase por el sacrificio. Es dificil instrumentar este sacrificio en las empresas sin el apoyo de los sindicatos. Pero para ello los sindicatos precisan el reconocimiento social e institucional debido: no se trata de que tengan ni m¨¢s ni menos poder que ahora. Se trata de instrumentar el reconocimiento necesario para que puedan ejercer un nuevo papel, m¨¢s creativo y pegado al suelo de los intereses de sus representados (de hoy y de m?ana: tambi¨¦n de los parados), y m¨¢s distanciado de su actual hiperpolitizaci¨®n.
?ste ha de ser uno de los grandes soportes del pacto. Los representantes de los trabajadores deben ejercer responsabilidades en el ¨¢mbito de la empresa -naturalmente, para asegurar su viabilidad futura y el equilibrio de intereses, y no para lo contrario- y de las instituciones sociales, aumentando sus capacidades de actuaci¨®n y responsabilidad. Ello supondr¨¢ tambi¨¦n alejarlos del debate partidista, vieja reminiscencia tanto del verticalismo como de la lucha antifranquista, y pondr¨ªa fin de una vez por todas a una suplantaci¨®n de los partidos y el Parlamento que de forma tan peligrosa y excesiva se viene produciendo en los ¨²ltimos a?os.
Pero esta transici¨®n hacia el nuevo papel de los sindicatos no se presenta nada f¨¢cil. La falta de receptividad de la patronal es desesperante. Despu¨¦s de unos sindicatos que han aguantado con ¨¢nimo responsable y constructivo un arranque de las negociaciones tan duro como es la propuesta del Gobierno de congelar salarios, a¨²n no se ha o¨ªdo la m¨¢s m¨ªnima oferta de la CEOE en materia de empleo. Todo lo m¨¢s, un discurso marcadamente partidista m¨¢s centrado en los problemas del d¨¦ficit p¨²blico, las privatizaciones de empresas p¨²blicas y las descalificaciones al Gobierno, que de los problemas directos de las empresas que representa.
La necesidad de institucionalizar y normalizar muchas funciones de los sindicatos resolver¨ªa al mismo tiempo otros problemas. La oposici¨®n sindical, por ejemplo, a la supresi¨®n del permiso administrativo previo en los expedientes de despido colectivo se ha generado sobre todo porque este es el ¨²nico procedimiento que permite a los representantes laborales conocer bien las cuentas de las empresas. Por tanto, un derecho de informaci¨®n -al qu¨¦ ya hizo alusi¨®n el ministro de Econom¨ªa, Pedro Solbes, en su intervenci¨®n parlamentaria- se convierte en obst¨¢culo para replantear la regulaci¨®n de las plantillas. Con' independencia de que los propios empresarios son los primeros interesados en admitir una determinada regulaci¨®n -como en los dem¨¢s pa¨ªses europeos- para evitar una m¨¢s, peligrosa judicializaci¨®n de los conflictos:
Por otra parte, institucionalizar el papel de los sindicatos es m¨¢s necesario que nunca, para garantizar el cumplimiento de los acuerdos del pacto que se propone al pa¨ªs. Los trabajadores deben tener instrumentos para controlar que la parte de salario a la que renuncian no se traducir¨¢ en una simple acumulaci¨®n adicional de los accionistas, sino que ser¨¢ adecuadamente empleada o invertida seg¨²n lo pactado. Tambi¨¦n aqu¨ª hay ya mecanismos inventados: los fondos de empleo de los pa¨ªses n¨®rdicos, por ejemplo.
Todo ello supone tambi¨¦n por parte de los sindicatos abandonar radicalmente viejos estilos, como los que han conducido a la paradoja de que las peticiones de aumentos salariales del a?o 1991 de sectores en p¨¦rdidas como la miner¨ªa del carb¨®n, la siderurgia y la construcci¨®n naval, fueran, respectivamente, del 26%,12% y 13%, o que la empresa p¨²blica Baz¨¢n pierda un contrato por la inflexibilidad laboral. Urge una nueva frontera sindical.
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