La diosa del amor
En los a?os sesenta el cine experiment¨® profundas convulsiones y una joven starlet de Hollywood supo sacar provecho de las principales: las que se refer¨ªan al erotismo en los medios de comunicaci¨®n. Desde un principio qued¨® claro que Ursula Andress no era la actriz m¨¢s adecuada para La canci¨®n de Bernardette, pero en ¨²ltima instancia ?a qui¨¦n le hubiera interesado, en los a?os sesenta, filmar semejante historia?Ursula lleg¨® para dejar literalmente mudos a millones de espectadores surgiendo de las, aguas, como Afrodita, con un biquini blanco todav¨ªa m¨¢s excitante que el desnudo integral. Ocurri¨® en la primera aventura de James Bond, aquella que le pon¨ªa en lucha contra las perversas tramas de un tal Doctor No.Hollywood no hab¨ªa visto nada semejante al esplendor de ?rsula y, en los a?os que siguieron, los productores decidieron ver todav¨ªa m¨¢s. Para mayor gloria, su carrera tuvo que desarrollarse en Europa, donde los a?os sesenta estaban haciendo estragos. Los biquinis de ?rsula fueron tan famosos como su lencer¨ªa, generosamente exhibida en pel¨ªculas como Whats new, Pussycat; La d¨¦cima v¨ªctima, o Las tribulaciones de un chino en China. Por sus audacias en estas aventuras, se convirti¨® en una de las im¨¢genes m¨¢s emblem¨¢ticas de los a?os sesenta. Fue pregonera de un erotismo natural, desinhibido, que corr¨ªa parejo con su vida privada, ejemplo de liberalizaci¨®n de las costumbres.
La belleza de ?rsula tuvo su consagraci¨®n cuando encarn¨® a la propia Afrodita en Lucha de titanes. El apuesto Perseo de la pel¨ªcula le hizo un hijo a quien ella cuida como oro en pa?o. Tambi¨¦n estuvo memorable cuando fue la m¨ªtica Ayesha en La diosa del fuego, t¨ªtulo con que los exhibidores espa?oles bautizaron a la maravillosa novela de Halgard She.
Ursula. "Ella, la que debe ser obedecida". Era un papel maravilloso.
Terenci. "Ella", es decir, Ayesha, sobreviv¨ªa gracias a la llama sagrada, venc¨ªa el paso de los siglos volvi¨¦ndose cada vez m¨¢s hermosa. ?ste es, al 'parecer, su caso y la faceta que m¨¢s ha explotado de su imagen f¨ªlmica.
U. Yo sigo adelante con la edad y tengo que aceptar que el hecho de envejecer forma parte de la vida. Lo que no me gusta son los efectos f¨ªsicos que conlleva el envejecimiento. Me gusta la posibilidad de ir acumulando experiencias, pero el efecto f¨ªsico de la vejez no me entusiasma... ?Para decirlo de una manera suave! (R¨ªe). Tampoco me apasiona el cine. En realidad, he preferido vivir intensamente y hacer pocas pel¨ªculas. Creo que son unas veintitantas...
T. Ha sobrevivido a alguna de ellas, porque las hubo muy malas... De todos modos, le ser¨ªa dif¨ªcil imaginar que llegar¨ªa a hacer tantas cuando era una simple aprendiza en Hollywood...
U. Me result¨® dif¨ªcil porque no me gusta trabajar.
T. ?Se?ora! ?Qu¨¦ est¨¢ usted diciendo?
U. ?No me gusta nada! Ponerme delante de una c¨¢mara me horroriza, pierdo los papeles, me olvido del di¨¢logo, no s¨¦ qui¨¦n soy ni qu¨¦ hago... Es un aut¨¦ntico dolor...
T. La recuerdo en otro papel que marca mucho: el de Afrodita. Los libros que entienden del caso la llaman "diosa del amor" y tambi¨¦n "diosa del sexo". Algunas actrices se sentir¨ªan molestas ante semejantes ep¨ªtetos...
U. Ninguna de las dos cosas me molesta, aunque me parece extra?o que alguien pueda definirme como "diosa del sexo"., Pero en fin, no deja de ser un t¨ªtulo y siempre resulta halagador que alguien te lo conceda. (R¨ªe). Por lo menos se han tomado la molestia de buscarlo.
T. Usted lo merece, se?ora. Al fin y al cabo, despert¨® la imaginaci¨®n er¨®tica de muchos espectadores all¨¢ por los a?os sesenta...
U. Es que fue la d¨¦cada de la permisividad. A las mujeres se nos permiti¨® expresarnos en t¨¦rminos mucho m¨¢s audaces, tanto en la pantalla como fuera de ella. Siempre pens¨¦ que el p¨²blico lo estaba esperando.
T. ?Rabi¨¢bamos por presenciarlo, se?ora! Pero al leer sus notas biogr¨¢ficas nos sorprend¨ªa tanta audacia, dados sus or¨ªgenes. Porque usted proviene de una pac¨ªfica familia de granjeros suizos, si no me equivoco...
U. No ¨¦ramos exactamente granjeros. Mi abuelo se dedicaba a la floricultura. Ten¨ªamos un vivero. Pero s¨ª es cierto que nada anunciaba mi carrera cinematogr¨¢fica. Mi familia era protestante y el abuelo era casi un tirano. No, nos dejaba salir ni ir a bailar ni ir al cine. Nada de nada. A decir verdad, yo me escap¨¦ de casa.
T. ?Y qu¨¦ sucedi¨® cuando su estricta familia la vio deslumbrando a James Bond con aquel biquini tan peculiar...?
U. Mi madre lo aprob¨®. Por supuesto, mi abuelo seopon¨ªa a que yo hiciera cine porque lo consideraba una ocupaci¨®n denigrante. Todo ocurri¨® de un modo muy casual. Cuando me escap¨¦ de casa no ten¨ªa ni idea de lo que era el mundo del cine. Cuando llegu¨¦ a Roma, todo el mundo era director o productor. Y todos me acechaban con preguntas del estilo "?no ser estrella de cine?", "?no quieres hacer un papel en mi pel¨ªcula?, piensa que eres una chica muy guapa". Yo pens¨¦ que era palabrer¨ªa t¨ªpica de los italianos, hasta que apareci¨® la Para mount y quiso ha cerme una prueba en Londres. Me asust¨¦ un poco, porque no conoc¨ªa aquella ciudad ni hablaba una sola palabra de ingl¨¦s. Empec¨¦ a desconfiar: "?Qu¨¦ van a hacer conmigo esos magnates del cine? Me meter¨¢n en un hotel y se aprovechar¨¢n de m¨ª...". Yo estaba tan asustada que dije que prefer¨ªa vivir con una familia. Y entonces me enviaron a casa de la madre de Audrey Hepburn. S¨ª, la baronesa Van Hauston. Me acomodaron en la que hab¨ªa sido la habitaci¨®n de Audrey, me pusieron un profesor que me ense?¨® la escena que deb¨ªa interpretar y, por fin, hice la prueba. As¨ª se me llevaron a Am¨¦rica.
T. ?C¨®mo se sinti¨® usted, ligada a un contrato por siete a?os?
U. Muy mal, porque ya le he dicho que no _me gustaba trabajar. Adem¨¢s, yo entraba en los estudios como starlet, ten¨ªa que someterme a todos los dictados, aceptar que configurasen mi imagen, estudiar en la escuela...
T. En 1955 se habl¨® mucho de su romance con James Dean...
U. El fue mi mejor amigo. Le ocurr¨ªa lo mismo que a m¨ª: detestaba las convenciones, no pod¨ªa soportar la idea de sentirse atado a la Warner por un contrato. Eramos dos rebeldes.
T. ?Se imaginaba que ¨¦l pudiera convertirse en un mito de tan gigantescas proporciones?
U. Nadie pod¨ªa imaginarlo. Jimmy era un muchacho muy poco dado a la espectacularidad. Era muy t¨ªmido, muy introvertido, un ser humano maravilloso.
T. ?Qu¨¦ sinti¨® usted ante su tr¨¢gica muerte? -
U. Aquel d¨ªa yo ten¨ªa que ir con ¨¦l. Le hab¨ªa acompa?ado a comprar el coche. El motor era demasiado nuevo, no estaba lo suficientemente rodado. Normalmente un coche de carreras se prepara en un garaje y luego se lleva en trailer hasta el circuito. Pero el mec¨¢nico le hab¨ªa dicho: "No, Jimmy, conduce t¨², porque la carrera es cerca de San Francisco y as¨ª el motor se rodar¨¢ un poco m¨¢s". Y justo cuando iba para all¨¢ se acerc¨® a mi casa y me pidi¨® que fuera con ¨¦l. Y yo le dije: "Hoy pensaba quedarme descansando en casa". Y entonces se march¨® con su mec¨¢nico.
T. ?Sabe que otras actrices han presumido de vivir la misma situaci¨®n? Al parecer medio Hollywood estuvo a punto de montar en aquel coche el d¨ªa fatal...
U. No s¨¦ qu¨¦ pensar de las dem¨¢s. S¨®lo s¨¦ que yo no miento.
T. Tambi¨¦n fue muy importante en su vida John Derek. En realidad, es el hombre que la cambi¨® f¨ªsicamente.
U. John ama la belleza sobre todas las cosas. Tiene ideas muy concretas sobre el aspecto que deben tener los dem¨¢s... ?Y las aplica!
T. En realidad, se ha dedicado a, cambiar a todas sus esposas...
U. Ellas han sido m¨¢s obedientes que yo. Linda [Evans] le obedec¨ªa en todo. Bo [Derek] tambi¨¦n le obedece; yo, en cambio, era muy rebelde. Esto no excluye que le considere un hombre de inteligencia superior. Es mi mejor amigo y seguir¨¢ si¨¦ndolo mientras viva.
T. Por lo que veo, sigue usted teniendo amistad con todos sus maridos y amores.
U. S¨®lo he tenido un marido, John Derek. Amores s¨ª ha habido varios. Creo que si has amado a alguien y de repente hay diferencias y hay que romper, no por ello debe desaparecer el afecto.
T. Con amor o sin ¨¦l, trabaj¨® usted con otro de los mitos del siglo XX, Elvis Presley, en El ¨ªdolo de Acapulco.
U. Elvis fue una sorpresa incre¨ªble. Yo no quer¨ªa trabajar con ¨¦l porque consideraba que sus pel¨ªculas estaban dirigidas a un p¨²blico muy inmaduro. Ten¨ªa mi contrato con la Paramount y en siete a?os s¨®lo hice una pel¨ªcula. As¨ª que me llam¨® el productor Hall Wallis y me dijo: "?rsula, nos debes algo. Te hemos pagado un buen dinero cuando estabas bajo contrato, y te portaste muy mal. Te pagamos muchos estudios que luego no aprovechaste, as¨ª que tienes que hacemos una pel¨ªcula con Elvis". Y yo dije: "?Jam¨¢s har¨¦ una pel¨ªcula con ese rockero que s¨®lo sabe mover las caderas!".,Y Hall Wallis dijo: "Bueno, Ursula, deber¨ªas estar un poco agradecida por todo lo que hemos hecho por ti. Nosotros te trajimos a Hollywood y gracias a nosotros has tenido oportunidades". As¨ª que al final lo consult¨¦ con John y acept¨¦ hacer la pel¨ªcula. Y result¨® un rodaje fant¨¢stico, porque Elvis era absolutamente maravilloso como ser humano, educad¨ªsimo, muy considerado, dispuesto a prestar ayuda en todo momento. La verdad es que se qued¨® con mi coraz¨®n.
T. Durante los a?os sesenta, sus constantes apariciones en la prensa la presentaban constantemente empe?ada en la b¨²squeda del amor... Recordando sus amores con Belmondo y todas esas historias, pienso que era usted una mujer muy liberada...
U. Yo busco al hombre de mi vida o de un momento concreto de mi vida, y, cuando llega, organizo el amor. Luego me pongo a trabajar en su construcci¨®n. Porque el amor da mucho trabajo, ?sabe? El amor no es algo que nace simplemente como una mariposa nace del gusano. Se necesita mucho tiempo para el amor y yo soy capaz de decicarle todo el que tengo. Pero en estos momentos s¨®lo hay un hombre importante en mi vida: mi hijo Dmitri. Es un chico precioso, guap¨ªsimo. Es m¨ªtico. Es m¨¢gico...
T. Ha sido usted una ciudadana del mundo. Ha vivido en tantos lugares y en tantas casas diferentes... Esa experiencia de trashumante, ?en qu¨¦ medida la ha marcado?
U. De una manera total. El mundo es hermoso. El mundo es incre¨ªble. Las diferentes culturas, la variedad de tantos pa¨ªses, la comunicaci¨®n con las personas... Lo cierto es que he tenido una suerte enorme por la posibilidad de ver tanto. Creo que esto vale m¨¢s que todo el cine que pude hacer en Hollywood.
MA?ANA ?LTIMO CAP?TULO Sara Montiel y Antonio, Hollywood para espa?oles.
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