La marcha espa?ola alcanza el ¨¦xtasis
El juez dio el disparo de salida y Jes¨²s ?ngel Garc¨ªa Bragado pareci¨® la bala. Estaba previsto que marchara tranquilo los primeros 35 kil¨®metros y atacara en los ¨²ltimos 15, pero no quiso esperar. "Que me siga quien pueda", pareci¨® decir, y el grupo de escogidos inici¨® su calvario. Les hizo pasar por toda clase de agon¨ªas para que nadie pudiera compartir con ¨¦l la gloria de entrar al estadio. Atacaba, manten¨ªa, volv¨ªa a aumentar el ritmo, luego lo hac¨ªa a¨²n m¨¢s, reten¨ªa, atacaba de nuevo... El destrozo que hizo fue de tal magnitud que cuando hab¨ªa dado ya la vuelta de honor, mantenido 40 minutos de entrevistas, abrazado a sus padres y saludado a Cort¨¦s Elvira, secretario de Estado para el Deporte, segu¨ªan entrando marchadores.
"Yo tambi¨¦n empec¨¦ as¨ª", coment¨® al verlos. "Tienen su m¨¦rito. En la marcha cada uno se cuelga su medalla de oro particular".Garc¨ªa Bragado sab¨ªa que estaba muy bien. Y cuando se est¨¢ en forma, tampoco se teme a las descalificaciones, porque no hace falta correr. Hab¨ªa sido segundo en la Copa del Mundo, en abril, pero pod¨ªa haber sido primero. No forz¨® ante el mexicano que llevaba delante no fuera que, por eso de amenazar al de casa, le descalificaran a ¨¦l y perjudicara al equipo, pues es ¨¦sta una competici¨®n que se disputa por puntos. El s¨¢bado se acost¨® pensando que iba a ser el campe¨®n. Daba vueltas a la t¨¢ctica m¨¢s apropiada para conseguir su objetivo. Tambi¨¦n a con qu¨¦ se motivar¨ªa si le fallaban las fuerzas. Porque pod¨ªa suceder. ?l, desde luego, no pensaba reservarlas.
A las seis de la ma?ana le despert¨® Jordi Llopart. Hab¨ªa dormido tan profundamente que no oy¨® el despertador a las cinco, cuando estaba previsto levantarse. Dos horas despu¨¦s, Garc¨ªa Bragado era un torbellino. No se reprimi¨® ni un s¨®lo segundo. "Ten¨ªa ganas de comerme a mis rivales", confes¨®. Quer¨ªa competir con poca gente al lado y empez¨® a hacer pronto la selecci¨®n.
A los cinco kil¨®metros parec¨ªa que terminaba la prueba por la poca gente que quedaba en cabeza. Siempre tirando, Garc¨ªa Bragado. Estaba mentalizado para aguantar un fuerte ritmo hasta los 40 kil¨®metros y despu¨¦s ya se ver¨ªa.
Sus padres segu¨ªan la prueba al pie del circuito. Era la primera que le ve¨ªan en una gran competici¨®n. Jes¨²s Garc¨ªa, el padre, se hab¨ªa jurado que le seguir¨ªa a donde fuese cuando, en abril, esperando con el taxi clientes en el aeropuerto, escuch¨® por la radio que su hijo era subcampe¨®n de la Copa del Mundo. Su madre, Angelines Bragado, ya no pensaba que eso de hacer 50 kil¨®metros era una barbaridad. Quer¨ªa que acabase pronto, pero no porque pudiera estar cansado, sino porque "lo debe estar pasando muy mal con toda esa gente detr¨¢s que le sigue", dec¨ªa.
Sin embargo, los padres present¨ªan que Jes¨²s ?ngel iba a ganar. ?l, en casa, no les hablaba m¨¢s que de "un tal Korzeniowski, que es polaco", y ¨¦ste iba muy rezagado. S¨ª, conoc¨ªan de o¨ªdas a los dem¨¢s, pero el que m¨¢s les sonaba era Korzeniowski, "o sea, que si ¨¦se es el principal rival y Jes¨²s ?ngel le lleva tanta ventaja, es que va a ganar", dec¨ªan.
Cort¨¦s Elvira, tambi¨¦n sobre el circuito, se familiarizaba con los nombres. El seleccionador, Josep Mar¨ªn, le dec¨ªa que la cosa iba bien: "Este chaval est¨¢ pidiendo guerra desde que sali¨®. Si aguanta es campe¨®n".
Pagar de su bolsillo
La situaci¨®n era de tal control, que ambos iniciaron una conversaci¨®n sobre los problemas presupuestarios. El secretario de Estado para el deporte lament¨® que algunos marchadores tuvieran que pagarse de su propio bolsillo parte de las concentraciones. "No, si eso est¨¢ muy bien. Es bueno que el marchador ponga algo de su parte para que sepa que lo que se est¨¢ jugando es tambi¨¦n algo suyo".
De pronto, el finland¨¦s Kononen, que iba por detr¨¢s, comenz¨® a recuperar terreno. Era humano que Garc¨ªa Bragado, despu¨¦s de 45 kil¨®metros atacando, pagara el esfuerzo de su ambici¨®n. "Ped¨ª ayuda al cielo cuando le v¨ª", recuerda. "Por la marcha que llevaba era seguro que me coger¨ªa. Me jurament¨¦ para seguir atacando como fuera una vuelta m¨¢s. Cuando comprob¨¦ que mis fuerzas respond¨ªan, hice repaso de todos los esfuerzos que me ha costado llegar hasta aqu¨ª y comprob¨¦ que merec¨ªan la pena".
El estadio se estremeci¨® cuando apareci¨® por la puerta de Marat¨®n. Es un ¨¦xtasis que s¨®lo viven marchadores y maratonianos. Tard¨® minuto y medio en alcanzar la meta. A Garc¨ªa Bragado se le hace dif¨ªcil cuantificar el tiempo que dur¨®: "S¨®lo pensaba en llegar, era una obsesi¨®n. De verdad que en la felicidad que sent¨ªa no hab¨ªa sitio ni para el mill¨®n de pesetas ni para el Mercedes que supon¨ªan la victoria".
Durante unos segundos, deambul¨® sin saber d¨®nde ir. Y se tumb¨®. El mundo se pon¨ªa a los pies de un muchacho de 24 a?os, que por el barrio madrile?o de Canillejas, calle arriba, calle abajo, se ha hecho ampollas en los pies para ser alg¨²n d¨ªa campe¨®n. Mar¨ªn lo pronostic¨®: "Este chaval si hace marcha es para ser un campe¨®n. Tarde o temprano le llegar¨¢ el d¨ªa". Ha sido el ¨²ltimo campe¨®n, pero no el ¨²ltimo. Basilio Labrador fue quinto. El podio lo tiene mucho m¨¢s cerca que Garc¨ªa Bragado hace un a?o.
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