El Ej¨¦rcito posee una planta dise?ada para fabricar armas qu¨ªmicas a s¨®lo 14 kil¨®metros de Madrid
Los responsables del Ministerio de Exteriores se quedaron at¨®nitos cuando Defensa les remiti¨® hace unos meses un documento en el que se calificaba de planta productora de armas qu¨ªmicas la f¨¢brica militar de La Mara?osa, a 14 kil¨®metros de Madrid. El documento, un borrador de la declaraci¨®n que debe hacer Espa?a como firmante de la convenci¨®n sobre erradicaci¨®n de armas qu¨ªmicas, desment¨ªa la doctrina oficial espa?ola durante d¨¦cadas de que ni ha producido ni tiene intenci¨®n de adquirir el armamento m¨¢s repulsivo que existe. El borrador ha sido modificado, y la declaraci¨®n definitiva calificar¨¢ La Mara?osa como laboratorio de investigaci¨®n en agresivos qu¨ªmicos para el desarrollo de sistemas de protecci¨®n y a efectos m¨¦dicos. Una comisi¨®n internacional verificar¨¢ si es verdad que ya no produce armas qu¨ªmicas, porque s¨ª las produjo en el pasado.
La historia de La Mara?osa es uno de los secretos mejor guardados del Ej¨¦rcito espa?ol. No se ha difundido documentaci¨®n alguna sobre ella, nunca se ha informado a la opini¨®n p¨²blica y pocas personas, en las Fuerzas Armadas o el Ministerio de Defensa, tienen una idea clara de sus or¨ªgenes y actividades.La F¨¢brica de Productos Qu¨ªmicos del Jarama, como se llamaba entonces, se fund¨® en 1923, al inicio de la dictadura de Primo de Rivera. Inmediatamente, seg¨²n fuentes militares, empez¨® a producir iperita, fosgeno y otros gases vesicantes y asfixiantes empleados en la I Guerra Mundial. Diversos testimonios sostienen que la Aviaci¨®n espa?ola los utiliz¨® para aplastar la sublevaci¨®n del Rif, concluida en 1927, aunque Espa?a nunca lo reconoci¨®.
Durante la guerra civil, debido a su proximidad al frente, Franco traslad¨® las instalaciones a la localidad de Cortes (Navarra). En 1940, acabado el conflicto y coincidiendo con la creaci¨®n del Regimiento de Defensa Qu¨ªmica, La Mara?osa volvi¨® a ponerse en marcha, con ayuda de t¨¦cnicos nazis. Antiguos directivos de la f¨¢brica aseguran que la producci¨®n de armas qu¨ªmicas se suspendi¨® pocos a?os despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial y que los agresivos almacenados fueron destruidos o neutralizados con los procedimientos de la ¨¦poca. No hay, sin embargo, datos precisos al respecto.
715 hect¨¢reas
La Mara?osa sigue en funcionamiento, ocupa 715 hect¨¢reas, da empleo a unas 200 personas, de las que alrededor del 25% son ingenieros polit¨¦cnicos del Ej¨¦rcito. Adem¨¢s de la F¨¢brica de Productos Qu¨ªmicos, cuenta con un Laboratorio Qu¨ªmico de Armamento, un Pol¨ªgono de Tiro y una Galer¨ªa de Experiencias.Mientras que las antiguas f¨¢bricas militares de armamento fueron transferidas a la empresa publica Santa B¨¢rbara, La Mara?osa sigue siendo propiedad de Defensa y depende de la subdirecci¨®n de Tecnolog¨ªa e Investigaci¨®n. Sin embargo, es el Ej¨¦rcito de Tierra el que controla el complejo, cuya direcci¨®n corresponde a un coronel en activo.
Fuentes militares justifican la investigaci¨®n en nuevos agresivos qu¨ªmicos, su principal actividad, argumentando que "hay que conocer todas las armas que podr¨ªa utilizar contra nosotros un hipot¨¦tico enernigo". Adem¨¢s, Espa?a fabrica equipos de protecci¨®n para ataques qu¨ªmicos -caretas, detectores o descontaminantes- y "no podemos saber si son eficaces si no tenemos gases t¨®xicos para probarlos". La Mara?osa produce tambi¨¦n, seg¨²n las mismas fuentes, artificios especiales, como botes de humo o se?uelos infrarrojos.
Expertos en la materia subrayan, sin embargo, que continuar la investigaci¨®n sobre este tipo de armas equivale a mantener la capacidad para producirlas en cualquier momento. Las plantas qu¨ªmicas civiles pueden reconvertirse, en apenas unas semanas, en f¨¢bricas de armamento qu¨ªmico si se tiene la tecnolog¨ªa necesaria. Salvo excepciones, resulta m¨¢s rentable esta opci¨®n que la de producir armas qu¨ªmicas, costosas y peligrosas de almacenar, en tiempo de paz.
Espa?a se adhiri¨® en 1929 al protocolo de Ginebra de 1925, sobre prohibici¨®n del uso de armas qu¨ªmicas en guerra. Sin embargo, esta protocolo no prohib¨ªa la producci¨®n de dichas armas y ni siquiera su empleo en conflictos internos, guerras no declaradas o sublevaciones coloniales. Adem¨¢s, Espa?a present¨® cuando se adhiri¨® al protocolo una reserva seg¨²n la cual s¨®lo cumplir¨ªa su compromiso "a condici¨®n de reciprocidad".
Es decir, se reservaba el derecho a responder con armas qu¨ªmicas a un ataque de esta naturaleza para lo cual deb¨ªa tener dichas armas o al menos capacidad para producirlas. Esta reserva ha estado vigente durante 63 a?os. El Gobierno espa?ol no la retir¨® hasta el 17 de diciembre de 1992, cuando estaba ya lista la convenci¨®n sobre prohibici¨®n total de armas qu¨ªmicas, firmada en Par¨ªs el pasado 13 de enero.
La nueva convenci¨®n proh¨ªbe fabricar armas qu¨ªmicas, pero no agresivos qu¨ªmicos. La diferencia entre ambos est¨¢ en la cantidad de sustancia t¨®xica que se fabrique y en su finalidad: para emplearla en guerra, en el primer caso; y para investigaci¨®n sanitaria o en sistemas de protecci¨®n, en el segundo. El Gobierno espa?ol considera que La Mara?osa entra en el ¨²ltimo supuesto.
Cuando la convenci¨®n entre en vigor, la planta ser¨¢ visitada por inspectores internacionales, quienes comprobar¨¢n si la declaraci¨®n espa?ola coincide con sus actividades. Adem¨¢s, deber¨¢n destruirse los agresivos qu¨ªmicos una vez que se realicen los experimentos autorizados y no podr¨¢n almacenarse, como se hace hora, ni siquiera en cantidades insignificantes.
La Mara?osa, zona militar
La carretera que lleva a La Mara?osa se ve bruscamente interrumpida por una barrera, una garita y un cartel que advierte: "Prohibido el paso. Zona Militar". El pueblo est¨¢ al otro lado de una valla que rodea 715 hect¨¢reas de pinar, a s¨®lo 14 kil¨®metros al sur de Madrid. Se trata de un pueblo Muy especial: su poblaci¨®n la forman unas 500 personas: los trabajadores de la f¨¢brica, la mayor¨ªa militares, y sus familias. Entre los edificios encalados destacan las casas de los mandos, en estilo andaluz, de moda en los a?os veinte. La fuente del pueblo est¨¢ coronada por un proyectil. Los escudos que adornan las papeleras son los de la empresa. Lo que parece el ayuntamiento es un local administrativo donde, en vez de edictos municipales, se exponen las ¨®rdenes del coronel de la f¨¢brica. En el Ayuntamiento de San Mart¨ªn de la Vega, del que depende, saben muy poco de La Mara?osa. Seg¨²n las normas subsidiarias del municipio, hay all¨ª una f¨¢brica de productos qu¨ªmicos, con m¨¢s de 50 edificaciones; un laboratorio qu¨ªmico; una galer¨ªa de tiro y un pol¨ªgono de experiencias, adem¨¢s de un poblado, un colegio, una iglesia e instalaciones deportivas. La Mara?osa no paga impuestos municipales y carece de control urban¨ªstico o industrial.
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