El fantasma de ir Mac¨ªas reaparece en la isla de Annob¨®n
El r¨¦gimen guineano castiga a la poblaci¨®n por su desaf¨ªo a Obiang
Manuel Villarrubia Napole¨®n, annobon¨¦s de 28 a?os, intent¨® esconderse entre las olas del oceano Atl¨¢ntico, que han convertido la isla guineana de Annob¨®n en una c¨¢rcel para sus 2.000 habitantes. Era la ma?ana del pasado 13 de septiembre, viernes. Le persegu¨ªan los soldados por haber participado en el estallido de indignaci¨®n popular contra la pol¨ªtica de castigo practicada contra la isla por el r¨¦gimen del presidente Teodoro Obiang. Todav¨ªa no se hab¨ªa desatado la ola de detenciones, palizas e incluso muertes que esta semana han sembrado el terror en el resto de la ex colonia espa?ola. Pero, como una siniestra premonici¨®n, el cabo Baudilio Bacale hab¨ªa dado la orden de perseguir y disparar a matar contra todo sospechoso de haber participado en el mot¨ªn."Manuel hab¨ªa sido herido de bala en una pierna e intent¨® huir a nado; los soldados le remataron en la playa", relata un testigo de la represi¨®n militar que ese fin de semana se desat¨® en Annob¨®n, a 650 kil¨®metros de Malabo. La reconstrucci¨®n de los hechos no es f¨¢cil. No hay tel¨¦fono en la isla, que carece de enlace ya sea por mar o por aire con el resto del pa¨ªs. La situaci¨®n empeor¨® desde que el pasado invierno los annoboneses lograron sortear estos obst¨¢culos y hacer llegar a Radio Exterior de Espa?a varios mensajes de protesta contra el Gobierno. Pero, como en los tiempos del t¨ªo y predecesor de Obiang, Francisco Mac¨ªas, los annoboneses han optado por desafiar en sus cayucos -barcas- las peligrosas corrientes para hacer llegar su voz al exterior, con la condici¨®n de que se oculte su identidad.
"To
do empez¨® en la ma?ana del viernes, en el bar de Pale -la capital de la isla-, donde se oyeron voces entre civiles y militares", sigue el relato del fat¨ªdico fin de semana. El ambiente era propicio a la crispaci¨®n. Diversos occidentales hab¨ªan llamado la atenci¨®n, la pasada primavera, sobre los adicionales aprietos que agobian a la poblaci¨®n annobonesa por la inexplicable p¨¦rdida de las cosechas y la escasez en la pesca. Poco despu¨¦s, las autoridades guineanas prohibieron a la cooperaci¨®n espa?ola realizar los vuelos mensuales con los que se suministraba ayuda humanitaria a los isle?os. Tampoco quisieron o¨ªr hablar de la distribuci¨®n de una ayuda alimentaria especial para contrarrestar las nuevas calamidades.
La explicaci¨®n oficial
"No podemos permitir a los aviocares que vuelen por el pa¨ªs a gusto de los espa?oles". As¨ª explic¨® el presidente Teodoro Obiang, el 9 de julio, la suspensi¨®n de los vuelos de la cooperaci¨®n espa?ola. Seg¨²n sus palabras, la decisi¨®n "forma parte del conflicto que ha enfrentado a la cooperaci¨®n espa?ola y Guinea Ecuatorial" desde que Madrid ha insistido en presionar a favor de la democratizaci¨®n del pa¨ªs.
Sin embargo, en los mensajes que el Consejo de Ancianos de Annob¨®n logr¨® seguir difundiendo por Radio Exterior, se atribuy¨® el conflicto al tradicional historial de injusticias y genocidio de su pueblo por parte del Gobierno central.
Como prueba de la buena voluntad del Gobierno, el Acacio Mane zarp¨® rumbo a Annob¨®n con cuatro ministros a bordo. "Las autoridades y los representantes locales fueron a recibirles a su llegada, el 11 de julio, pero la poblaci¨®n se qued¨® en sus casas", explica un testigo annobon¨¦s de este viaje. Al d¨ªa siguiente, las autoridades locales contraatacaron a las promesas de los enviados de Obiang exigiendo una participaci¨®n en el Gobierno y cierta autonom¨ªa. Amenazaron con la secesi¨®n y rechazaron, por in¨²tiles, los sacos de cementos que la delegaci¨®n tra¨ªa como regalo, junto con otras ayudas. Ante este desplante, el Acacio Ma?¨¦, que s¨®lo viaja a Annob¨®n un m¨¢ximo de dos veces al a?o, adelant¨® el viaje de regreso.
Los relatos de los testigos rechazan la versi¨®n oficial, que culpa. por los sucesos del d¨ªa 13 a Espa?a y a la labor de agitadores llegados desde Malabo. "Entre 40 y 50 personas annobonesas se dirigieron, indignadas por las extorsiones de los militares, hacia la casa del gobernador y le ataron, junto al comisario, de manos y pies", a?ade uno de los testigos. Los atacantes se dirigieron hacia el cuartel. La guarnici¨®n s¨®lo cuenta con 17 soldados. Pero las armas compensaron la inferioridad num¨¦rica. Adem¨¢s de Villarrubia, muri¨® de una tiro en la cabeza Simplicio Llorente. Otros dos annoboneses resultaron heridos.
Los militares se lanzaron al pillaje y tiroteo de las viviendas de sospechosos. El domingo apareci¨® en el horizonte la proa del Acacio Ma?¨¦ con 200 militares a bordo.
"El lunes, los detenidos fueron desnudados completamente; su ropa fue apilada en el exterior del puesto militar", relata uno de los testigos. "Tras permitirles recuperar su ropa interior, fueron torturados ante la vista de todos. Boca abajo, mientras un militar les pisaba la cabeza, otro les golpeaba con una porra en las plantas de los pies". Al menos, 22 personas fueron torturadas.
El castigo del olvido
Los habitantes de Annob¨®n siempre vivieron en el olvido de la lejan¨ªa, como n¨¢ufragos a bordo de su isla volc¨¢nica de 20 kil¨®metros de superficie. El clan tribal de Mongomo, que acapar¨® el poder con el logro de la independencia, en 1968, nunca les perdon¨® que mientras se celebraba el nacimiento del nuevo Estado ellos manifestasen su preferencia por seguir siendo espa?oles.La obstinaci¨®n de los annoboneses en vanagloriarse de hablar el mejor castellano de Guinea fue un pecado que las nuevas autoridades, propicias a un nacionalismo de tinte antiespa?ol, castigaron con la despiadada marginaci¨®n.
Cuando una epidemida de c¨®lera sacudi¨® en 1973 su precaria lucha por la superviviencia y mat¨® a 400 personas, Francisco Mac¨ªas, tio y antecesor de Obiang, prohibi¨® que las organizaciones internacionales socorrieran a los annoboneses. Un grupo de j¨®venes se echaron a la mar en sus barcazas cavadas en tronco de ¨¢rboles y lograron llegar a las costas de Gab¨®n. All¨ª denunciaron su tragedia. Pero la noticia de la haza?a desat¨® la c¨®lera de Mac¨ªas. El Acacio Ma?¨¦ zarp¨® hacia Annob¨®n cargado de tropas para dar un castigo ejemplar a la poblaci¨®n.
Para los annoboneses, la historia se repite. "Siempre nos hemos sentido orgullosos de que somos espa?oles", dice uno de los mensajes del Consejo de Ancianos que este a?o motivaron las iras del actual presidente, al denunciar "el abandono y desinter¨¦s del Gobierno". Por eso, dicen, "no es de extra?ar que el fantasma de Mac¨ªas haya elegido Annob¨®n para reaparecer y azotar el pa¨ªs con su leyenda de ira y sangre".
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