Un 'eulogio' de los de antes
Eulogios Espl¨¢, Soro, Ni?o de la Taurina
Toros de Los Eulogios, desiguales de presentaci¨®n, manejables y nobles excepto 6?, manso y peligroso. 1?, 2? y 3?, sospechosos de pitones.
Luis Francisco Espl¨¢: pinchazo sin soltar, pinchazo y estocada atravesada (silencio); estocada (ovaci¨®n). El
Soro: bajonazo (oreja con algunas protestas); pinchazo, estocada atravesada a paso de banderillas y cuatro descabellos (silencio). Ni?o de la
Taurina: estocada desprendida (vuelta); metisaca, pinchazo sin soltar y
bajonazo (silencio).
Plaza de Colmenar Viejo, 29 de agosto. Segunda corrida de feria. M¨¢s de tres cuartos de entrada.
El toro que cerr¨® el festejo de ayer record¨®, por su irreprochable trap¨ªo y pitones as¨ª como por su furibundo comportamiento, a la otrora complicada y dif¨ªcil divisa colmenare?a de Los Eulogios, de la que hu¨ªan las figuras como de los recaudadores de alc¨¢balas. En la transmutaci¨®n producida en esta ganader¨ªa, semejantes bichos son rara avis, ya que lo normal es que salgan como el resto de la corrida: suavones, pajunos, y dejando colocarse y hasta irse a tomar un cafelito al coletudo. O sea, como son ahora: toros posmodernos, la mayor¨ªa de los cuales hab¨ªan recibido visita barberil.
Claro que a cambio de perder estas se?as de identidad, su propietario ya no tiene las dificultades de anta?o para colocar semejantes productos en el mercado, vaya una cosa por la otra.
El caso es que la rebati?a entre este eulogio de los de antes y su matador, Ni?o de la Taurina, fue lo ¨²nico interesante en una tarde de electroencelefalograma plano en lo taurino, como sucede cuando la terna de matadores-banderilleros es incapaz de brillar con sus numeritos con los rehiletes. Salvo dos buenos pares de Espl¨¢ por los adentros y concediendo todas las ventajas al toro, lo dem¨¢s fueron nader¨ªas.
Porfiar con gallard¨ªa
Pero salt¨® engallado a la arena pidiendo guerra ese marrajo sexto, colorao, ojinegro, bocinero y veleto, y Ni?o de la Taurina no se arredr¨®. A base de r¨ªos de testosterona porfi¨® con gallard¨ªa frente a unas astas que se cern¨ªan con tr¨¢gicos presagios sobre ¨¦l. Logr¨® someterlo a medias y lo despen¨® malamente para desahogo de los corazones de todos los espectadores. Algo similar hizo con el tercero, ya un eulogio de los nuevos, cuyo punto de genio venci¨® con algunos muletazos ortodoxos marcando mucho el viaje; lo ¨²nico, adem¨¢s, medianamente art¨ªstico de la tarde.
Espl¨¢, f¨¢cil, superficial, bailongo y aseado s¨®lo se entreg¨® y divirti¨® con sus experimentos en querencias y terrenos con las banderillas, que ¨²nicamente resultaron bien dos veces. Astuto, con percal y muleta se tap¨® haciendo como que hac¨ªa algo.
El Soro desaprovech¨® los de su lote, dos carretones, con su toreo o lo que sea eso. Si en el segundo esturre¨® muchos y malos pases sueltos, en el quinto fue m¨¢s zarrapastroso, trafall¨®n y torpe que nunca. Tiene su m¨¦rito empeorarse a s¨ª mismo.
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