Adolfo Marsillach presenta en el Gran Teatro de Ginebra su versi¨®n de 'Carmen'
"He intentado huir de los t¨®picos, pero tienen demasiada fuerza", dice el director
El pr¨®ximo domingo se estrena en el Gran Teatro de Ginebra la versi¨®n de Carmen que ha ideado el director de escena espa?ol Adolfo Marsillach. "He intentado huir de todos los t¨®picos, pero tienen demasiada fuerza. Es casi un problema de conciencia. No quiero contribuir a la imagen espa?ola de esta ¨®pera pero al mismo tiempo ni quiero, ni debo, traicionar la m¨²sica de Bizet, concebida a partir de esos mismos t¨®picos", dice el director, que a?ade tajante que aunque Carmen podr¨ªa ser rubia y vivir en Estocolmo, "no se puede vestir a un torero de bombero para huir del clich¨¦".
Adolfo Marsillach, de 63 a?os, est¨¢ fascinado con Carmen, la cigarrera sevillana cuyos devaneos llevan el signo del amor y de la muerte. "Una mujer moderna", dice el director sobre esta gitana libre, que no se quiere atar a ning¨²n hombre pero que ama al amor. "Una mujer distinta, porque si a?adimos que ella provoca su propia muerte porque acepta su destino eso va m¨¢s all¨¢ de las conquistas de la modernidad, eso ya es el fatum griego".Marsillach es el tercer director de escena espa?ol que en un periodo breve dirige para una compa?¨ªa extranjera una versi¨®n de la ¨®pera de Bizet, estrenada sin ¨¦xito el 3 de marzo de 1875. Primero fue Nuria Espert para el Covent Garden, de Londres, en 1991 y este mismo a?o Jos¨¦ Luis G¨®mez para la ¨®pera de la Bastilla, de Par¨ªs. "No s¨¦ porque han supuesto que los directores de escena espa?oles tenemos que hacer Carmen. No es verdad que porque el director sea espa?ol, la Carmen es mejor. S¨®lo es una moda que no entiendo", afirma el director que con ¨¦sta son dos las ¨®peras que ha dirigido. La primera, tambi¨¦n para el Gran Teatro de Ginebra, fue La hora espa?ola, ¨®pera buffa de Maurice Ravel.
"No creo que las gitanas espa?olas sean como Carmen ni que los toreros sean como Escamillo. Yo creo en la historia de Carmen, pero no en la dependencia de la historia con Espa?a. Carmen existe en cualquier pa¨ªs, podr¨ªa ser rubia y vivir en Estocolmo. La fascinaci¨®n y la locura de un hombre por una mujer que es para ¨¦l una tentaci¨®n que no hab¨ªa sentido nunca, eso no s¨®lo me lo creo sino que me apasiona. Que un hombre reprimido busque el pecado y que una una mujer acepte su destino hasta provocarlo, que Carmen quiera morir, sobrepasa los l¨ªmites de lo espa?ol y me apasiona. Pero me cuesta creer que eso sea consecuencia de un clima caliente, de unas seguidillas, de unas tabernas sevillanas y del mundo de los toros. ?Pero c¨®mo un director espa?ol lucha contra un t¨®pico espa?ol?".
Espacio limpio
Marsillach, que dice no tener respuestas para sus propias contradicciones -"s¨®lo he intentado distanciarme"-, ha creado para esta ¨®pera, quiz¨¢ la m¨¢s conocida y representada de la historia, un espacio casi ¨²nico. Un espacio limpio salpicado por elementos espa?oles: unas sillas de enea, un tablao flamenco, unas barreras y un coro que en lugar de participar en la acci¨®n asisten a ella, observando, comentando y advirtiendo a los protagonistas sobre la tragedia que se les avecina. La ¨®pera se abre y se cierra con unos areneros que ponen a punto el albero y que dan forma de ritual a la obra.
La cantante, negra Denyce Graves, que tambi¨¦n fue la segunda Carmen en el montaje de Jos¨¦ Luis G¨®mez, interpreta a la cigarrera en este montaje. "Que Carmen sea una soprano de color me facilita el trabajo de alejarme del pintoresquismo y del naturalismo espa?ol. Me ayuda a que sea m¨¢s abstracta", dice Marsillach, que cita la versi¨®n de Mar¨ªa Ewing como una de sus favoritas. "Me gusta el juego burl¨®n de su voz", dice el director, que se?ala la dificultad a?adida de intentar que los cantantes de ¨®pera miren a los personajes como si no los hubieran representado antes, sin ideas preconcebidas. "Es una dificultad a?adida a la hora de luchar contra los t¨®picos", concluye el escen¨®grafo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.