"Hay cosas que no me gustan y las digo"
"No me llame don Saturnino, que eso no es para m¨ª", dice el hombrecillo de manos sorprendentemente flexibles para ser las de alguien que va a cumplir el siglo dentro de dos a?os. Bueno, pues Saturnino es un se?or que habr¨¢ pintado cientos de puertas y miles de paredes y que adem¨¢s se dedic¨® a dar guerra desde el Partido Comunista. Sus a?os de c¨¢rcel los pas¨® alfabetizando presos, que ¨¦l por los libros hac¨ªa lo que fuese.El viejo obrero de Zamora ha tenido energ¨ªa suficiente para seguir pintando y salir a manifestarse con la bandera de Comisiones Obreras en ristre, hasta que, a los 94 a?os, un coche se lo llev¨® por delante, le abri¨® la cabeza y le rompi¨® las piernas a la puerta de la casa de su hija. Desde entonces vive en uno de los tres peque?os camarines -cama, plantas en la ventana y un armarito- en los que se divide su habitaci¨®n de la residencia asistida del Inserso de Manoteras, un edificio con recibidor de hotel, cafeter¨ªa, capilla, terapia ocupacional. All¨ª viven 300 ancianos, impedidos muchos de ellos. Saturnino es uno de los 6.667 madrile?os que habitan en una residencia p¨²blica, a cambio del 75% de su pensi¨®n, que alcanza 47.000 pesetas.
Se recuper¨® r¨¢pidamente, porque dice que nunca estuvo malo, aunque tiene una hernia que ha cumplido los 70 a?os. No es el mismo desde que le dio una par¨¢lisis, estando ya en la residencia. Dice que tiene la cabeza mal. A veces se entrecorta y otras no se le entiende. Piensa que debi¨® morirse entonces, porque ahora no duerme. En el armario tiene libros dedicados por Marcelino Camacho, que manosea cuando no sale a pasear por el jard¨ªn, siempre que haga buen d¨ªa. "Hay cosas con las que no estoy conforme, y las digo. Y si no me gusta un d¨ªa la comida, la dejo, pero aqu¨ª tengo un sitio asegurado. S¨®lo saldr¨¦ a un hospital o al cementerio".
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