Nicaragua
Pocas veces tenemos ocasi¨®n de disfrutar de un tratamiento informativo tan completo como el que ha ofrecido el diario EL PA?S sobre la crisis de los rehenes en Nicaragua. Las noticias diarias se han acompa?ado de oportunos an¨¢lisis de fondo sobre la compleja situaci¨®n sociopol¨ªtica y econ¨®mica nicarag¨¹ense. Opiniones y editoriales respaldaban la posici¨®n de los sectores moderados sobre la necesidad de alcanzar una soluci¨®n definitiva en el marco de la negociaci¨®n nacional y regional.Concluida la crisis, el d¨ªa 28 de agosto publica el diario una entrevista con Sergio Ram¨ªrez, sandinista y ex vicepresidente de Nicaragua. En opini¨®n del entrevistado, sin entendimiento, Nicaragua "est¨¢ abocada al enfrentamiento armado". Problemas como el de la dimisi¨®n de Humberto Ortega -dice- deben "ser discutidos en una mesa a tres, dentro de la negociaci¨®n sobre la ley militar". La entrevista se acompa?a de una noticia sobre la convocatoria de una cumbre de los pa¨ªses centroamericanos para analizar la manera en que los recientes acontecimientos afectan a la integraci¨®n econ¨®mica y a la estabilidad pol¨ªtica de la regi¨®n.
El mismo d¨ªa 28 de agosto, sin embargo, seleccionan ustedes para la Revista de prensa un extracto de un art¨ªculo publicado por The Wall Street Journal titulado El problema de Nicaragua. Resulta incomprensible que un "texto" (no se nos ocurre otro calificativo) tan desafortunado y lleno de estereotipos vac¨ªos de contenido pueda servir como colof¨®n para el magn¨ªfico trabajo realizado por el diario. En ¨¦l podemos leer cosas como que "diez a?os de corrupto Gobierno neomarxista y tres de corrupto Gobierno neomercantilista han conseguido desilusionar totalmente a la poblaci¨®n" o "quiz¨¢ todos los que se lamentan por el desastre de Nicaragua pod¨ªan aunar fuerzas para enviar a los l¨ªderes sandinistas hacia alg¨²n lugar m¨¢s compatible con ellos, como, por ejemplo, Bagdad". Ser¨ªa conveniente que alguien nos explicase lo que se entiende por neomarxista y neomercantilista, as¨ª como lo que tienen en com¨²n el problema nicarag¨¹ense y el del golfo P¨¦rsico. Alguien deber¨ªa recordar a los autores de tan desafortunadas opiniones que con el fin de la pol¨ªtica de bloques se termin¨® tambi¨¦n la posibilidad de reducir todos los problemas a un ¨²nico enfrentamiento de car¨¢cter mundial. La original idea de enviar a los sandinistas a Bagdad, adem¨¢s, parece buena siempre y cuando nuestra intenci¨®n sea tener tres problemas distintos en vez de dos.
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