Adi¨®s a D¨¢maso

D¨¢maso Gonz¨¢lez, que tore¨® ayer la que ser¨¢ seguramente su despedida ante sus paisanos, se entreg¨® con la misma pasi¨®n e id¨¦ntico coraz¨®n con que ¨¦stos le idolatran. Y all¨ª, junto a su indomable coraz¨®n de le¨®n, se guard¨® la ¨²ltima oreja que corta en esta su plaza, para despu¨¦s dar dos aclamad¨ªsimas vueltas entre mucha emoci¨®n y algunas l¨¢grimas.

El coso rugi¨® de ¨¦xtasis con la faena del coletudo a Travieso. El animal se quedaba corto neg¨¢ndose a colaborar, pero D¨¢maso le someti¨® a ir y venir a base de una irreprochable t¨¦cnica, una gran exposici¨®n y, en definitiva, una gran verdad. Incluso se permiti¨® el regusto de conducir las astas con su mu?eca m¨¢gica.

El toreo de Enrique Ponce, en la corrida de ayer al menos, es la ant¨ªtesis del de D¨¢maso Gonz¨¢lez, porque si el diestro albacetense torea sin hacerlo bonito, el valenciano lo hace bonito, pero no torea; limit¨¢ndose a endilgar cangilones de pases est¨¦ticos donde sus enemigos quer¨ªan.

Joselito s¨®lo pudo ofrecer algunos arabescos de clase, porque su primer enemigo se encoj¨® tras una voltereta, y el otro se descep¨® contra un burladero, aunque a ambos les recet¨® dos sensacionales estocadas.