?Y las negras?

Parece mentira que en una etapa que pudiera considerarse entre las m¨¢s ricas en cuanto a descaste, sea en la que menos veces se ponen banderillas negras. Salen mansos a espuertas y algunos verdaderamente clamorosos. Pues nada. El presidente, como si tal cosa. El quinto fue uno de esos mansos que no se privan de nada. Sus hermanos anduvieron en ese son, aunque no llegasen a la perfecci¨®n del susodicho.

Encima tuvieron sus cositas, de forma tal que se permit¨ªan descaros como el de pedirles la documentaci¨®n a los toreros. En ese trance de la identificaci¨®n, s¨®lo Javier V¨¢zquez logr¨® medio convencerles, pero no del todo, porque en su labor hubo muchas fases fuera de cacho, enganchones, rectificaciones de terrenos. Decisi¨®n s¨ª. Y un tantarant¨¢n le cost¨® en su primero que, junto con la majeza de la estocada le valieron la ¨²nica oreja de la tarde. En el sexto fue a m¨¢s pero luego todo se qued¨® ern nada.

Rui Bento no acert¨® a encontrar el carn¨¦, que sin duda llevaba y los toros se quedaron con la duda. Y Manuel Caballero, que dio redondos agarr¨¢ndose mucho a su primer toro, se puso pesad¨ªsimo y mon¨®tono en el quinto. Tampoco sus toros acertaron a ver claro qu¨¦ pon¨ªa en su carn¨¦.

Seguramente habr¨¢ toreros capaces de dejar con tres palmos de narices a toros tan suspicaces, pero ?qui¨¦nes?