Una virgen que no lo era
La juntaora introdujo el pa?uelo en la vagina de la novia, una chiquilla de 15 a?os, y no lo sac¨® manchado de sangre. Si apareciese aunque s¨®lo fuera una manchita, las dos familias, la del novio y la de la novia, se romper¨ªan las camisas, agujerear¨ªan el cielo con cohetes y prolongar¨ªan la juerga tres d¨ªas con tres noches.Pero la juntaora, la art¨ªfice de la ceremonia del pa?uelo en las bodas gitanas, llam¨® a la suegra de la ni?a y la introdujo en una habitaci¨®n. Le cont¨® lo que pasaba y no ocurri¨® nada. Con el silencio de las tres mujeres se evit¨® el derroche de sangre previsto en los art¨ªculos nunca impresos de la ley gitana.
Las botellas se derramaron en los pechos de los invitados y familiares, al novio lo alzaron en hombros, cantaron la albore¨¢ a la pareja y jam¨¢s se oy¨® una queja. S¨®lo Agust¨ªn Romero, presidente de Camelamos Parrugar (Queremos Cambiar), supo la verdad por parte de la madre y de la oficiante. No se atrever¨¢ a decir de qu¨¦ famlia se trata y siempre le sobrar¨¢n razones para asegurar que a veces conviene saltarse la ley.
La madre del novio se lleva, seg¨²n Romero, estupendamente con la muchacha, y ella, tan ricamente con el marido. "No s¨¦ por qu¨¦ se atrevi¨® a llegar a la boda y ponerse panza arriba. Yo creo que fue porque tendr¨ªa alg¨²n l¨ªo con otro chaval antes de conocer al novio y tal vez el otro la toc¨® muy poco pero lo suficiente como para desvirgarla sin que ella pensase que perd¨ªa su virginidad".
La ley nunca trat¨® de esconder sus ramalazos machistas. Rara vez se encuentra una gitana en un prost¨ªbulo. No ella, sino su propia familia tendr¨ªa que marcharse del barrio donde vive ante tal humillaci¨®n.
A pesar de todo, la mujer tambi¨¦n puede llegar a obtener el t¨ªtulo de t¨ªa a partir de los 40 o 45 a?os. Pero mientras que el t¨ªo puede perder su posici¨®n por su adicci¨®n a las drogas, al alcohol, la manipulaci¨®n de otros gitanos para obtener beneficio econ¨®mico propio o abandono de los hijos menores, la mujer, adem¨¢s de todo eso, lo perder¨ªa si se casara varias veces.
Ellas, como se?ala el funcionario y estudioso gitano Antonio Torres, siempre depender¨¢n de un var¨®n (padre, t¨ªo, hermano, primo colateral, padrino, hijo, etc¨¦tera), al que cuidar¨¢n al m¨¢ximo de sus posibilidades, por el prestigio de sus condiciones de mujer.
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