Las sirenas y los viajes cierran el sal¨®n, Mujer Gaudi
Mir¨®, Valls y Schlesser presentaron sus colecciones
Mujeres sirenas y viajeras. As¨ª ven los dise?adores que han pasado por el sal¨®n Gaud¨ª, clausurado ayer en Barcelona, a la mujer del pr¨®ximo verano. El estilo inmaculado del madrile?o ?ngel Schlesser, las ligeras concesiones de Antonio Mir¨® a losa?os sesenta y la campesina de ciudad de David Valls desfilaron con un denominador comun: poner una maleta en la cabeza de la mujer y empujarla al viaje. Junto a ellos, poniendo la nota m¨¢s rom¨¢ntica de este certamen, Guillermina Baeza, que quiere llenar el verano de sirenas.
El vest¨ªbulo de la estaci¨®n de Fran?a, escenario elegido como pasarela del sal¨®n Mujer Gaud¨ª, que acab¨® ayer, se ha revelado como la met¨¢fora m¨¢s adecuada para unas tendencias de moda que el pr¨®ximo verano se presentan muy viajeras. La mujer urbana de Antonio Mir¨® desea partir, al menos en esp¨ªritu, hacia un Oriente y ?frica id¨ªlicos. David Valls se implic¨® con una silueta simple de recorridos an¨ªmicos. La imagen hiperlimpia de ?ngel Schlesser contrast¨® con el look altamente contaminado del Magreb que propusieron Mila y Tucho Balado.Lo del franc¨¦s Marcel Marongiu fue un punto y aparte. La dise?adora que cerr¨® en la noche del s¨¢bado la primera jornada de desfiles, Guillermina Baeza, impuso para la mujer las pautas de una feminidad suave que viaja al fondo marino para inspirarse en el mito de la sirena.
La pericia previa de Antonio Mir¨® consiste en haberse ganado desde hace a?os, casi de forma fatal, su condici¨®n de or¨¢culo. Haga lo que haga, y por muy dispares que sean sus fuentes de inspiraci¨®n, siempre le sale el estilo Antonio Mir¨®, una singular¨ªsima pauta que aplica, en detalles constantes -camisa y blus¨®n chinos, pantal¨®n ancho o chaqueta larga-, tanto al hombre como a la mujer, sin desvirtuar ni a uno ni a otra. El paradero de su colecci¨®n fue heterodoxo. Hizo un discreto -y algo tard¨ªo- homenaje a la moda que se vend¨ªa en la londinense King's Road de los setenta, a trav¨¦s de americanas sat¨¦n plata. Pero eso no excluy¨® opciones hind¨²es -expresadas en amplios pantalones de tejidos vaporosos y gasas-, o la mirada hacia una calidad solar africana, a trav¨¦s de largos collares de topacio y cornalina, o de joyas tuareg sobre vestidos negros y sobrios.
Con otra sobriedad, de intenciones casi agr¨ªcolas, David Valls mont¨® en una calle cercana -vieja y rota- del barrio antiguo su puesto callejero, decorado con patatas, cebollas y alfalfa para mostrar sus maxivestidos de punto r¨²stico, y sus jers¨¦is malhilados con mangas como colgajos, afectados tambi¨¦n por el estigma de lo usado y viejo.
Valls interioriza el trabajo con la materia y siente horror de la moda entendida como algo superficial y exterior.
Por la tarde, fue el madrile?o ?ngel Schlesser el portador de un estilo hiperlimpio repleto de camisas de blanco inmaculado. Alg¨²n volante en el pu?o, alg¨²n dorado mate y alguna combinaci¨®n caliente actuaron como s¨ªmbolos de concesi¨®n ornamental para una mujer de aire intelectual calzada con bambas, totalmente impermeables a ese purismo. Mila y Tucho Balado llevaron al l¨ªmite el juego del mestizaje y fueron directamente al Magreb. Su mujer mora, con chaleco hippy de patchwork, con chaqueta de raya diplom¨¢tica y sandalias de pl¨¢stico fue la m¨¢s divertida que recorri¨® una pasarela que, poco antes, con el franc¨¦s Marcel Marongiu, hab¨ªa dado un registro teatral a trav¨¦s de inmensas faldas con miri?aque.
Finalmente, fue Guillermina Baeza, con su colecci¨®n de ba?o y exterior, la inductora de una feminidad a trav¨¦s del mito de la sirena.
Babelia
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