El canal pirata Telemadro?o empieza a emitir para el centro de Madrid
La programaci¨®n de Telemadro?o sobrevuela desde ayer los tejados del centro de Madrid. Esta televisi¨®n pirata, de la empresa Cuervo y Asociados, emprendi¨® a principios de este a?o la aventura de la tele. Se estrenaron durante la campa?a electoral, pero en verano pararon para replantear la programaci¨®n y buscar publicidad. Telemadro?o ocupa la frecuencia del canal 29 de UHF, sin la venia de la Direcci¨®n General de Telecomunicaciones.
Telemadro?o cubre unos 10 kil¨®metros a la redonda de su centro emisor, en la calle del Campanar (distrito de Salamanca). Pero los c¨¢nticos de p¨¢jaros con los que acompa?an la carta de ajuste se oyen en algunos pueblos del sur de Madrid e incluso en algunas zonas de Segovia. Los p¨ªo-p¨ªo dan paso ahora a una programaci¨®n de car¨¢cter castizo. Con un par de... y La coctelera, dos revistas musicales en directo, de tres horas de duraci¨®n cada una, se alternan en las noches de los d¨ªas laborables. El horario de emisi¨®n es de ocho de la tarde a una de la madrugada. El esfuerzo se reparte entre 50 personas, la mayor¨ªa estudiantes de Ciencias de la Informaci¨®n y alumnos del Centro de Formaci¨®n Profesional de San Blas.Estos bucaneros ofertan tambi¨¦n un programa dedicado al motor, Turbo, dirigido por Jaime Sornosa, m¨¢s conocido por El Correcaminos, y otro sobre temas esot¨¦ricos, Bajo las estrellas, que corre a cargo de Miguel ?ngel Mart¨ªnez.
La falta de legislaci¨®n para ordenar los canales locales facilita la proliferaci¨®n de las peque?as emisoras en toda Espa?a. Ahora hay unas 400, la mayor¨ªa en Catalu?a. "La Comunidad de Madrid tiene ya otras tres [en Arganda del Rey, M¨®stoles y Vallecas]", comenta el director del canal, Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez.
La empresa que ha parido el canal pirata se dedicaba a la publicidad y servicios de empresa. Hace unos a?os empezaron, entre otras, una aventura japonesa, y a¨²n sigue enviando a una televisi¨®n de este pa¨ªs los telediarios de Televisi¨®n Espa?ola con su transcripci¨®n en castellano. Las exigencias de los nipones, en cualquier caso, han dejado de ser una aventura comparadas con la odisea de arrancar un hueco a¨¦reo a la poluci¨®n del centro de la ciudad y llenar los tejados de entretenimiento castizo.
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