El d¨ªa que cambio el destino de M¨¦xico

La sombra de la censura ha sido larga en M¨¦xico y la matanza de Tlatelolco, de la que hoy se cumplen 25 a?os, contin¨²a formando parte de la historia muda de este pa¨ªs. Sin embargo, Tlatelolco y todo lo que lleva consigo este nombre es objeto estos d¨ªas de una profunda reflexi¨®n pol¨ªtica dentro de M¨¦xico. Al margen de que una Comisi¨®n de la Verdad, recientemente constituida sin el apoyo del Gobierno, arroje algo de luz sobre la responsabilidad intelectual de aquella sanguinaria represi¨®n contra el movimiento estudiantil del 68, el hecho s¨®lo de recordar las ense?anzas que dej¨® ha dado ya sus frutos: aquel d¨ªa empez¨® a cambiar M¨¦xico.Algo que todav¨ªa cuesta creer en este pa¨ªs latinoamericano de corta, pero convulsionada historia, es que 25 a?os despu¨¦s de que el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa entraran a sangre y fuego en la Plaza de las Tres Culturas o de Tlatelolco no se sepa todav¨ªa ni qu¨¦ pas¨® ni a d¨®nde fueron a parar tantos estudiantes que aquel 2 de octubre desaparecieron para siempre de las calles de la capital mexicana. Era presidente entonces en M¨¦xico Gustavo D¨ªaz-Ordaz, que a?os m¨¢s tarde fue nombrado primer embajador de su pa¨ªs en la Espa?a democr¨¢tica. Y su secretario de Gobernaci¨®n era Luis Echeverr¨ªa, que a?os m¨¢s tarde le sustituy¨® en la primera magistratura de la Rep¨²blica.

Nadie en estos 25 a?os ha querido destapar desde el Gobierno esta historia en la que se calcula que murieron y desaparecieron m¨¢s de 300 personas como consecuencia de la represi¨®n contra un movimiento estudiantil, justo en sus reivindicaciones sectoriales al que intentaba asfixiar el Gobierno.

Una sola dimisi¨®n

Fue la matanza de Tlatelolco la que motiv¨® la dimisi¨®n de Octavio Paz como embajador de M¨¦xico en la India. Octavio Paz fue el ¨²nico funcionario mexicano que expres¨® su protesta renunciando a un cargo. Nadie le secund¨®. M¨¢xime cuando Tlatelolco ocurr¨ªa justo antes de la inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos en M¨¦xico. Un acontecimiento que contribuy¨® a borrar cualquier tipo de protesta y despejar la posibilidad de represalias internacionales contra un sistema que se las daba de revolucionario e izquierdista y que en realidad era una tiran¨ªa de partido.Oficialmente, el 68 mexicano y, en particular, Tlatelolco seguir¨¢n dormidos tal vez muchos a?os m¨¢s. Hay quienes no han destapado antes estos graves sucesos porque les salpica directamente. Tampoco lo han hecho otros porque se llenar¨ªan de verg¨¹enza al saber que esas mismas sillas y despachos que hoy ocupan quedaron manchados hace 25 a?os con sangre inocente. Al Ej¨¦rcito, que fue el encargado de materializar la represi¨®n, nadie lo quiere tocar.

Si otra ense?anza ha tra¨ªdo estos 25 a?os ha sido la de reconocer, como comentaba recientemente la revista ?poca, que M¨¦xico era entonces otro pa¨ªs donde nadie se pod¨ªa imaginar que una manifestaci¨®n preparada sobre la marcha por un grupo de apenas 10 personas, pudiera paralizar en cuesti¨®n de segundos la capital.

"Hace 25 a?os", indicaba el editorial de ?poca, "decir en p¨²blico el pensamiento personal era la clave para hallar la macana, el sable o el caballo de montada. M¨¦xico tiene una larga tradici¨®n de autoridades verticales: desde las dominaciones prehisp¨¢nicas hasta la esclavitud forjada a hierro o el gran par¨¢metro de que uno nace en la vida para callar y obedecer". Y a?ad¨ªa: "Bajo esta premisa surgieron los grandes elementos del dominio pol¨ªtico nacional: sujeci¨®n, obediencia y silencio. Un cuarto de siglo no es oportunidad para el juicio, pero 25 a?os son ocasi¨®n para la experiencia. Lo que no debe olvidarse es el enorme costo en vidas humanas que permiti¨® transformar un Estado autoritario en un Estado negociador y parlante. Hace un cuarto de siglo el Gobierno mexicano hablaba hacia adentro y hoy la naci¨®n habla hacia afuera y con todos".

La escritora Elena Poniatowska es la ¨²nica cronista del movimiento estudiantil del 68 mexicano. Fue un milagro, despu¨¦s de que aquel Gobierno represor arrasara con archivos fotogr¨¢ficos, amordazara a los peri¨®dicos y cerrara la boca de cientos de testigos, el libro que public¨® apenas tres a?os despu¨¦s con el t¨ªtulo La noche de Tlatelolco, en el que se intenta reconstruir con testimonios personales lo que sucedi¨® aquel 2 de octubre. Poniatowska recuerda hoy, cuando se le pregunta por el 68 mexicano, la alegr¨ªa de aquella gente al sentirse due?a de la calle.

El periodista Joel Ortega escrib¨ªa recientemente en el peri¨®dico La Jornada que las aspiraciones antiautoritarias que emanaban de esta rebeld¨ªa estudiantil daban cabida indistintamente a demandas revolucionarias y democr¨¢ticas.

"El 68 mexicano no lleg¨® a proponerse, como el mayo franc¨¦s, derribar el r¨¦gimen establecido", indica Ortega, y sus reivindicaciones, perfectamente asimilables por cualquier democracia representativa, se transform¨® en veneno letal para el sistema pol¨ªtico mexicano, basado en el presidencialismo y el corporativismo econ¨®mico y social. Sin embargo, lo que ocurri¨® entre julio y octubre de 1968 en M¨¦xico sembr¨® una semilla de apetencias democr¨¢ticas que estimularon en a?os posteriores el despertar de una sociedad interesada en un cambio profundo".