El 'derby' aplaza la toma de posiciones
El Atl¨¦tico y el Madrid libran un partido tenso y de poco juego, sancionado por el empate final
El Madrid busca un diagn¨®stico y el Atl¨¦tico que los resultados certifiquen su nueva imagen de marca. Se interpretaba el derby como una excusa oportuna para comenzar a fijar posiciones. El empate sentencia que es prematuro condenar a uno y proclamar como candidato a su vecino. Del reparto obtiene mayor satisfacci¨®n el Madrid por cuanto le sirve para aliviar su sufrimiento. La certeza de que con diez jugadores estuvo en mejor disposici¨®n de resolver la contienda a su favor es para los jugadores de Floro la mejor experiencia que han vivido en una temporada que comenz¨® bajo una fuerte tormenta. El Madrid vivir¨¢ un domingo sin caza de brujas. Hoy no habr¨¢ rueda de opiniones para perseguir a un culpable.El primer tiempo hab¨ªa dejado el debate abierto y la excusa lista para que cada cual tomase partido. La disposici¨®n de los jugadores pod¨ªa alimentar el argumento de que la iniciativa correspondi¨® al Atl¨¦tico, dado que los madridistas tomaban posiciones en su campo. La realidad constat¨® c¨®mo ninguno de los dos se sinti¨® c¨®modo en el terreno del rival y c¨®mo todo proyecto de jugada naufragaba cuando el bal¨®n descontaba metros en su camino al ¨¢rea. Diego y Buyo vivieron ese periodo sin apreturas, as¨ª que todo juicio ten¨ªa car¨¢cter prematuro. Ni el Madrid parec¨ªa dispuesto a facilitar que alguien hurgase en sus recientes heridas, ni el Atl¨¦tico pod¨ªa exponer abiertamente la calidad de sus nuevos personajes.
El derby parec¨ªa sujetarse con rigidez al planteamiento inicial. Las acciones individuales carec¨ªan de la contundencia necesaria para trasladar los hechos a otro escenario. Kosecki fue incapaz de causar alarma en la cobertura madridista, Caminero no tuvo clarividencia ni atrevimiento, Alfonso ensay¨® un par de veces una jugada que lleva su patente, as¨ª que nadie disfrut¨® de razones suficientes para reclamar. El empate era justo por ausencia de pruebas. ?Lo fue al final?. Si se tiene en cuenta que los dos hombres decisivos de la segunda parte fueron el guardameta Diego y el eslovaco Dubovsky, la respuesta deja en buen lugar al equipo de Floro. La expulsi¨®n de Mart¨ªn V¨¢zquez cambi¨® el gui¨®n, por acci¨®n y por reacci¨®n. El Atl¨¦tico entendi¨® que la ventaja num¨¦rica le obligaba a tomar posesi¨®n del partido sin excusa y que suyas deb¨ªan de ser las primeras decisiones. Y el p¨²blico empujaba lo suyo as¨ª que no hab¨ªa posibilidad de esconderse. Floro respondi¨® con un simple movimiento de piezas Dubosky por Zamorano. El estadio sonre¨ªa ante la eventualidad de tener que medir la capacidad de sufrimiento de los madridistas, en entredicho desde hace un lustro.
El partido cambi¨® de lenguaje, pero nunca lleg¨® a romperse porque los madridistas siguieron dominando su terreno. No era una cuesti¨®n de aritm¨¦tica sino de geometr¨ªa, porque la ausencia de un jugador no modificaba un ¨¢pice la disposici¨®n t¨¢ctica del Madrid, que daba la responsabilidad defensiva del partido a ocho jugadores. Y en ello la exagerada decisi¨®n del colegiado no modificaba el esquema.
El discurrir de los minutos s¨ª obr¨® un efecto contradictorio, como fue fortalecer el ¨¢nimo de los madridistas. El juego ofensivo del Atl¨¦tico entr¨® en terreno pantanoso hasta evidenciar plena incapacidad para acercarse a Buyo por otro camino que no fuera la carrera sin fin de Kosecki. El Madrid por el contrari¨® hall¨® en Dubovsky un hombre capaz de hablar con decisi¨®n. En el meollo de la segunda parte, el decorado dibujaba un par de remates del eslovaco y una oportunidad franca de Hierro que sembraron la alarma en el estadio. El derby hab¨ªa cambiado el rostro de los protagonistas: ni el Atl¨¦tico encontraba razones para la euforia ni el Madrid para el suicidio. El empate aplaza toda conclusi¨®n al respecto. Que sigan jugando unas semanas m¨¢s y luego echen cuentas.
Y del balance parcial nadie sale del todo bien librado. El Atl¨¦tico no ha resuelto cu¨¢l debe ser su jerarqu¨ªa en el centro del campo y echa de menos un pistolero ocasional como Luis Garc¨ªa, al tiempo que Kosecki pierde cr¨¦dito para consolidarse como el delantero capaz de convertir a su equipo en una amenaza al reinado del Barcelona. Y el Madrid propone la en¨¦sima disyuntiva en su diagn¨®stico: Prosinecki no es el culpable porque el equipo pierde est¨¦ ausente o no, Alfonso no hace recordar a Butrague?o pero tampoco descarta su reaparici¨®n, Mart¨ªn V¨¢zquez no imprime car¨¢cter en el centro del campo y Dubovsky alienta el desconcierto, capaz como es de perderse en la banda izquierda una noche como de dar contenido a ese mismo territorio unos d¨ªas despu¨¦s.
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