Madrile?os, quiero

invitaros a tomar la Castellana cada domingo, para hacer un cocido, o una paella, o un gazpacho andaluz, despu¨¦s de comprobar que en nuestra capital un millar de personas pueden decidir cortar la Castellana para hacer carreras de motos pisoteando con ellas mi (nuestro) derecho a circular libremente por la principal arteria de Madrid ante las miradas at¨®nitas no s¨®lo de los conductores, sino de la polic¨ªa, con, al parecer, ¨®rdenes de ver el espect¨¢culo sin interceder.Y es que no es la libertad lo que est¨¢ de moda, ni la igualdad, sino el abuso y el laisser-faire, de manera que minor¨ªas peligrosas, como los motoristas, o mayor¨ªas consentidas, como los forofos del f¨²tbol, inundan la Castellana y los aleda?os del Bernab¨¦u cada partido dejando segundas, terceras y cuartas filas sin que ni un solo polic¨ªa mueva un dedo para ayudarte a sacar tu coche aparcado, cuando, porque no te gusta el f¨²tbol, intentas ir al cine.

?Qu¨¦ pasar¨ªa si cada vez que voy a un concierto en el Auditorio cortase Pr¨ªncipe de Vergara, o cortase Alcal¨¢ para ir al Retiro con los ni?os?; pues probablemente mi coche no durar¨ªa ni cinco minutos sin la visita de la gr¨²a. Me pregunto con qu¨¦ moral puede la polic¨ªa consentir tan bochornosos espect¨¢culos y luego retirar mi coche de delante del ambulatorio al que he ido a hacerme un an¨¢lisis, porque est¨¢ prohibido aparcar; pues con esa misma moral es con la que yo no pago las multas.