Conceptos hist¨®ricos y ahist¨®ricos
El concepto de naci¨®n es una de las principales fuentes de legitimaci¨®n pol¨ªtica. A partir de los recientes debates mantenidos en Hungr¨ªa pueden discernirse cuatro versiones principales de ese concepto, y cada una de ellas es t¨ªpica de una u otra tendencia pol¨ªtica dominante. Denominar¨ªa al primero concepto historicista org¨¢nico; al segundo, hist¨®rico-burgu¨¦s; al tercero, concepto ahist¨®rico organicista, y al cuarto, concepto pragm¨¢tico.Entre los diversos acontecimientos simb¨®licos de mayor o menor importancia registrados en los ¨²ltimos meses, fue el funeral semioficial del almirante Horthy, el antiguo regente de Hungr¨ªa, el que provoc¨®, directa o indirectamente, los debates m¨¢s apasionados por todas partes. El propio funeral sirvi¨® como punto de reuni¨®n para el bando historicista-org¨¢nico, no porque muchos de sus adeptos desearan realmente regresar a un mundo de semidictadura de derechas (aunque a algunos s¨ª que les gustar¨ªa), sino porque el historicismo org¨¢nico se nutre del mito de la continuidad nacional. Seg¨²n este concepto, todo lo que han hecho los h¨²ngaros en el transcurso de la historia de la naci¨®n es inherente al cuerpo de la naci¨®n como su experiencia org¨¢nica; y a la inversa: la naci¨®n es id¨¦ntica a todos los hombres y mujeres h¨²ngarohablantes que se identifican con esta historia. Los periodos de mando supremo extranjero se consideran, por consiguiente, como grandes lagunas en la historia. El comunismo y el fascismo fueron, seg¨²n esta noci¨®n, sustancias absolutamente inorg¨¢nicas en la historia de la naci¨®n; fueron rechazados por el organismo de la naci¨®n como cuerpos extra?os. El primer ministro de Hungria, Jozsef Antall, historiador por formaci¨®n y profesi¨®n, es el representante m¨¢s destacado de la escuela organicista historicista. En este esp¨ªritu se inspir¨® a la hora de trazar un retrato muy embellecido del almirante Horthy. En una entrevista expres¨® la opini¨®n de que la monarqu¨ªa h¨²ngara siempre hab¨ªa sido republicana; y lo mismo val¨ªa, por implicaci¨®n, para la regencia de Horthy (que goberno como un monarca). El aliado de Hitler, que presidi¨® un r¨¦gimen semidictatorial con sufragio limitado y leyes racistas, no era defendido por estos aspectos, sino que su Gobierno se encaj¨® sencillamente en una presupuesta continuidad nacional que desembocaba en la situaci¨®n actual. Esta interpretaci¨®n hist¨®rica explica tambi¨¦n la muy debatida y criticada declaraci¨®n de Antall de que ¨¦l es, en esp¨ªritu, el primer ministro de 15 millones de h¨²ngaros.
La postura hist¨®rico-burguesa (aunque no historicista) fue recientemente formulada por Ivan Peto, presidente de la Alianza de Dem¨®cratas Libres, otro historiador de profesi¨®n, en un discurso pronunciado ante la tumba del poeta h¨²ngaro de principios del siglo XIX Ferenc Kolcsey. No se deber¨ªa pasar por alto lo simb¨®lico del lugar. Peto evoc¨® el esp¨ªritu de Kolcsey y de otros constitucionalistas e idealistas de mentalidad liberal de la primera etapa del pasado h¨²ngaro burgerlich. Su eslogan, "Patria y progreso resume el concepto de naci¨®n que Peto sugiere que se acepte. Esta imagen de la naci¨®n y otras similares lindan con una versi¨®n estricta de nacionalismo constitucional, aunque no son id¨¦nticas. Porque no es s¨®lo la Constituci¨®n lo que constituye la naci¨®n, puesto que el esp¨ªritu de la libre constituci¨®n puede preceder en siglos a su redacci¨®n y aceptaci¨®n. Los defensores de un concepto liberal-burgerfich de naci¨®n reivindican derechos e igualdad para todas las minor¨ªas h¨²ngaras en sus respectivos Estados, Podr¨ªan tratar de maravilla con personas de mentalidad similar a trav¨¦s de todas las fronteras, pero tropiezan con serias dificultades cuando sus interlocutores resultan ser nacionalistas ac¨¦rrimos.
El nacionalismo org¨¢nicoahist¨®rico (impl¨ªcitamente pagano y centrado en la mitolog¨ªa) estaba representado hasta ahora s¨®lo por la extrema derecha. A ra¨ªz de una reuni¨®n de todos los populistas celebrada en agosto, algunos de los viejos nacionalistas y nacionalcomunistas parecen seguir su ejemplo. Junto a Csurka, tambi¨¦n Csoori, el destacado poeta populista, y Pozsgay, el que fuera. estrella del comunismo reformista, siguieron la corriente. Este (tercer) concepto de naci¨®n es ahist¨®rico (a pesar de los simplistas ejercicios de literatura hist¨®rica de algunos de sus portavoces), dado que presupone la existencia de una especie de sustancia nacional. El suyo es un concepto de exclusi¨®n que trata todo lo ajeno con recelo. Lleva consigo un antisemitismo fan¨¢tico y una fuerte hostilidad hacia los gitanos, as¨ª como desprecio u odio hacia las culturas y naciones ajenas. Pero, a pesar de las sombr¨ªas predicciones, el apoyo a este tipo de nacionalismo ha sido hasta ahora insignificante. Sin embargo, las dificultades econ¨®micas o una verdadera amenaza a las minor¨ªas nacionales h¨²ngaras podr¨ªan ampliar ¨¦l alcance de su influencia.
El concepto pragm¨¢tico de naci¨®n es pragm¨¢tico en el sentido americano. Seg¨²n los nacionalistas pragm¨¢ticos, la naci¨®n se identifica con la naci¨®n-en-elpresente. No hace falta extraer legitimidad de la historia, esa legitimidad se deriva del ¨¦xito para abordar las cuestiones inmediatas. Los J¨®venes Dem¨®cratas de Hungr¨ªa defienden este concepto con absoluta determinaci¨®n. Su enorme popularidad indica que la naci¨®n h¨²ngara se hart¨® de todas las ideolog¨ªas, de palabras grandilocuentes, as¨ª como de una aportaci¨®n emocional demasiado acentuada a la pol¨ªtica. Se dir¨ªa que el pragmatismo tiene un atractivo irresistible. La gente cree -con raz¨®n o sin ella, eso est¨¢ por ver- que todos los problemas, incluidos los de las minor¨ªas h¨²ngaras, pueden abordarse mejor con pragmatismo, paso a paso, como requiera la ocasi¨®n, sin mayores complicaciones. ?sta es tambi¨¦n una clase de nacionalismo constitucional, pero, desde luego, no la ¨²nica.
No es sorprendente que, entre todos los partidos y movimientos, el Partido Socialista de Hungr¨ªa sea el ¨²nico que no pueda asociarse con ninguno de los cuatro conceptos de naci¨®n aqu¨ª descritos. Su postura es ambivalente. Por un lado, se legitiman a s¨ª mismos como partido democr¨¢tico haciendo hincapi¨¦ en la discontinuidad, como si este partido hubiera nacido ayer. Por otro lado, la mayor¨ªa de los miembros de este partido experiment¨® el r¨¦gimen de Kadar como propio y tambi¨¦n como r¨¦gimen h¨²ngaro. Dicho claramente: los socialistas tienen un problema con la historia en general. La contribuci¨®n m¨¢s interesante al debate acerca de la identidad nacional provino hace poco del texto escrito por Ivan Vitanyi, diputado socialista y erudito, con ocasi¨®n del nuevo entierro de Horthy. Vitanyi, que guarda cierta relaci¨®n de parentesco con la familia Horthy, propuso en su art¨ªculo una especie de historicismo negativo, una teodicea negativa de la historia h¨²ngara moderna. Frente a la imagen de Antall de un pasado h¨²ngaro republicano continuo, Vitanyi establece paralelismos entre los tres monarcas cuyos mandatos m¨¢s han durado en Hungr¨ªa: Franz Joseph, almirante Horthy y Janos Kadar. Vitanyi sostiene que Hungr¨ªa deber¨ªa romper con este modelo recurrente; una naci¨®n democr¨¢tica deber¨ªa constituirse a s¨ª misma en discontinuidad con su propia historia.
Estos cuatro conceptos de la naci¨®n h¨²ngara, adem¨¢s de sus versiones y combinaciones, pugnar¨¢n, si no por el alma de la naci¨®n, s¨ª al menos por sus votos, dentro de menos de un a?o. La intensificaci¨®n de una especie de historikerstreit (debate hist¨®rico) en los ¨²ltimos meses no es m¨¢s que un preludio de la batalla que se avecina.
es profesora de Sociolog¨ªa de la Nueva Escuela de Investigaci¨®n Social, en Nueva York.
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