Una pandilla asesta cinco pu?aladas a un chico de 14 a?os en un descampado de Villaverde
Le taparon la cara con la capucha de su plumas, le apalearon y le asestaron cinco pu?aladas. J. D. S. tiene 14 a?os, y ahora se recupera en el hospital Doce de Octubre de las heridas graves que una pandilla de cinco j¨®venes le caus¨® a las ocho de la noche del martes en una caseta de un descampado de Villaverde, junto a las v¨ªas del tren. Desde su cama del hospital, el muchacho cuenta su relato.Ese d¨ªa festivo llov¨ªa con fuerza. Hab¨ªa recorrido la ciudad de norte a sur con A. A., de 16 a?os, compa?ero en el centro de acogida de menores de Hortaleza, donde ingres¨® hace 11 meses. Tambi¨¦n iba con ellos una chica. "Esp¨¦ranos aqu¨ª", le dijeron a la v¨ªctima, "vamos a recoger una cosa".
El ni?o aguardaba el regreso de sus acompa?antes cuando en la caseta irrumpieron cinco j¨®venes, dos de ellos con camiseta y gorra de b¨¦isbol blancas. Inmediatamente le taparon los ojos con su propia prenda de abrigo y le empezaron a golpear en la cabeza. La v¨ªctima revive esos momentos con dificultad. S¨ª se acuerda de los pinchazos que recibi¨® con un arma blanca despu¨¦s de la paliza. Y de que le quitaron las zapatillas. Ahora tiene una herida en la espalda, tres en el hemit¨®rax izquierdo y otra en en el derecho.
"No se si me han quitado el abono de de transportes", dice el ni?o apu?alado
El estado del ni?o J. D.S. era anoche grave, aunque estable, seg¨²n el hospital Doce de Octubre. "No s¨¦ si me han quitado el abono de transportes". Le precupa saber si todav¨ªa cuenta con medios para moverse por la ciudad. "Despu¨¦s de que me pegaran, acab¨¦ en una casa con guardias", prosigue en su relato en la cama del hospital. Fueron sus propios acompa?antes -los mismos que le dejaron solo un rato- quienes le trasladaron despu¨¦s de la paliza al cuartel de la Guardia Civil de Villaverde Alto. A. A., su compa?ero de residencia, se encontraba anoche en paradero desconocido. No hab¨ªa regresado al centro de acogida de Hortaleza despu¨¦s de la excursi¨®n a Villaverde.En su declaraci¨®n, A. A. dio un nombre falso y se hizo pasar por primo del agredido. Utiliz¨® el primer apellido de la madre de la v¨ªctima, Mar¨ªa Irene G., para este fin. Tambi¨¦n dijo que no sab¨ªa localizar el lugar de los hechos. Despu¨¦s de abandonar el cuartel, desapareci¨®. El chaval herido comenta del fugado: "S¨ª, eramos amigos... aunque siempre discut¨ªamos". El relato se le pierde en la memoria. No recuerda lo que ocurri¨® despu¨¦s de ingresar en el cuartel. Empieza a toser, de la mano de su madre.
Los agresores iban encapuchados, seg¨²n le ha contado el ni?o a Mar¨ªa Irene en los momentos en que le ha podido hablar, incluso entre pesadillas. La mujer no ignora las correr¨ªas de su hijo peque?o. Conoc¨ªa a sus acompa?antes y ayer hablaba de ellos en el hospital. Piensa que el amigo de 16 a?os es quien "le ha metido en l¨ªos". Y alud¨ªa tambi¨¦n a la joven que les acompa?aba: "?sa, la novia de A. A., que est¨¢ enganchada". La madre perjura que la caseta donde su hijo fue apu?alado es un lugar de cita de toxic¨®manos.
Las malas compa?¨ªas
La madre sabe que, desde no hace mucho, su hijo "fuma porros", y achaca el h¨¢bito a la compa?¨ªa de A. A. Tambi¨¦n le culpa, as¨ª como al ambiente en el que vive, de algunas salidas espor¨¢dicas para desvalijar cabinas. No le gusta el entorno en el que su hijo ha aprendido a liar porros. Y afirma que ha empezado a moverse con "macarras".
En fuentes pr¨®ximas a la investigaci¨®n se manejan diversas hip¨®tesis, entre ellas, la posibilidad de que los j¨®venes tutelados vistaran con frecuencia Villaverde para ver a conocidos. El chaval asegur¨® ayer a este peri¨®dico que antes s¨®lo hab¨ªa ido all¨ª una vez: la semana pasada.
Mar¨ªa Irene explica que en noviembre pasado su hijo fue ingresado en un centro de acogida de la Comunidad. La causa oficial fue la desprotecci¨®n econ¨®mica que sufre su familia. Mar¨ªa Irene, de 36 a?os, afirma delante de su hijo que el motivo del ingreso fueron "sus malos tratos". Ella mantiene a la familia con su trabajo de asistenta. Su hija, de 18 a?os aporta tambi¨¦n alg¨²n dinero. Hace 13 a?os que lleg¨® a Espa?a desde Portugal. Su marido est¨¢ sin trabajo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.