Kagge, el primer hombre que alcanzo a pie los dos Polos, critica la suciedad de las bases ant¨¢rticas
El explorador noruego Erling Kagge, el primer hombre que alcanz¨® el Polo Sur caminando en solitario y sin asistencia, asegur¨® ayer que durante su experiencia vivi¨® momentos indescriptibles, tanto buenos como malos, pero que lo que m¨¢s le impresion¨® fue el silencio. "Pod¨ªa oirlo y sentirlo y cuando volv¨ª a casa estuve muchos d¨ªas sin poder soportar el mas leve ruido".Respecto a la situaci¨®n medioambiental del "¨²ltimo continente virgen del planeta", la Ant¨¢rtida, el explorador critic¨® la suciedad que se acumula en el entorno de ciertas bases y pidi¨® una mayor protecci¨®n para las zonas polares.
Kagge, un mocet¨®n con fuerte complexi¨®n atl¨¦tica, de 30 a?os y sonrisa f¨¢cil, imparti¨® ayer en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid una conferencia en la que expuso a una sala abarrotada de p¨²blico los pormenores de su aventura, que comenz¨® el 18 de noviembre de 1992 y termin¨® el 7 de enero de este a?o, cuando alcanz¨® la base norteamericana situada en pleno Polo Sur.
Durante los 55 d¨ªas que dur¨® la traves¨ªa, Kagge arrastr¨® en solitario un trineo de 125 kilos de peso, en el cual transportaba las provisiones y su equipo: una tienda de campana, una lata de combustible, una peque?a radiobaliza por sat¨¦lite para determinar su posici¨®n, cinco libros y tres rollos de papel higi¨¦nico.
Abogado de profesi¨®n, Kagge abandon¨® las leyes para perseguir "un sue?o infantil" que le llev¨® en 1990, junto a su compatriota Borge Ousland, a ser los primeros en alcanzar andando el Polo Norte sobre esqu¨ªes, y m¨¢s tarde, a presentarse en el extremo sur del globo, en solitario, tras 1.300 kil¨®metros de caminata.
El aventuero noruego recuerda las duras jornadas entre el d¨ªa de Navidad y A?o Nuevo, cuando una fuerte depresi¨®n se apoder¨® de ¨¦l: "Constantemente me preguntaba que hac¨ªa yo all¨ª". El fr¨ªo, el sol y el viento fueron, en su opini¨®n, los peores enemigos, "m¨¢s que la soledad", cort¨¢ndole y lacer¨¢ndole la cara continuamente, aunque reconoce que lleg¨® a enamorarse de aquellos parajes desolados hasta el punto de "dialogar con la Naturaleza".
Grasas, carne seca, pur¨¦ de patata, chocolate, y un ¨²nico pastel noruego para celebrar "la Navidad m¨¢s blanca de mi vida", constituyeron el men¨² diario de Kagge durante su aventura por la helada estepa ant¨¢rtica.
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