Miguel Artola afirma que la historia de Espa?a sufre grandes agujeros negros
El investigador concluye la 'Enciclopedia de la historia de Espa?a'
"No es que la historia de Espa?a cuente con grandes lagunas", dice el historiador Miguel Artola; "en realidad, son aut¨¦nticos agujeros negros". No existe, por ejemplo, una historia de la justicia ni una historia del Ej¨¦rcito. Miguel Artola asiste estos d¨ªas a la publicaci¨®n de los dos ¨²ltimos vol¨²menes, sobre siete, de su Enciclopedia de la historia de Espa?a (Alianza Editorial) sin haber conseguido su objetivo de director del proyecto: no escribir ni una l¨ªnea de la enciclopedia. Por razones de organizaci¨®n tuvo que escribir la voz antiguo r¨¦gimen, su especialidad.
El grado de conocimiento que un pa¨ªs tiene de su propia historia es uno de los ¨ªndices fiables de su grado de cultura, dice el historiador Miguel Artola, y de lo que se conoce y se desconoce se pueden sacar m¨²ltiples conclusiones. Otro ejemplo citado por el investigador: no se conocen m¨²ltiples aspectos del franquismo -"una zona muy oscura, con archivos no accesibles o insuficientes"-, y se sabe que han sido destruidos m¨²ltiples documentos. "Pero siempre se han destruido documentos", precisa Artola.Los siete vol¨²menes de la Enciclopedia de la historia de Espa?a han requerido m¨¢s tiempo de preparaci¨®n que los dos a?os previstos. Hasta el momento no exist¨ªa una obra de estas caracter¨ªsticas: informaci¨®n general manejable para una primera aproximaci¨®n a determinado tema. Quiz¨¢ la obra m¨¢s parecida fuera el Diccionario de historia de Espa?a, de Herman Bleiber.
En este caso, un equipo base de 26 especialistas escribi¨® tres primeros vol¨²menes dedicados a la historia de Espa?a por temas, desde el principio de ese tema hasta nuestros d¨ªas (la obra termina en 1988). Con ello se obvia el inconveniente de la historia general, que va resaltando lo principal en cada momento de modo que las partes menos brillantes quedan diluidas. El primer. volumen de la Enciclopedia de la historia de Espa?a est¨¢ centrado en temas de econom¨ªa y sociedad; el segundo, en las instituciones pol¨ªticas y el imperio, y el tercero, en la Iglesia, el pensamiento y la cultura. El volumen cuarto es un diccionario biogr¨¢fico, y el quinto, tem¨¢tico.
Fuentes y mapas
Y los sexto y s¨¦ptimo aportan algunas de las principales novedades. El ¨²ltimo incorpora, adem¨¢s del ¨ªndice, una valiosa informaci¨®n sobre las fuentes de la historia de Espa?a, incluyendo informaci¨®n sobre aquellas que est¨¢n cegadas. Y el sexto concentra la muy dispersa informaci¨®n estad¨ªstica y aporta un notable aparato cartogr¨¢fico (a menudo hecho por el propio Artola) en el que, elegidos al azar, aparecen mapas sobre la situaci¨®n de los jud¨ªos y las morer¨ªas en la Espa?a medieval, la historia de las universidades o la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal, entre otros muchos temas.
Esta enciclopedia es una obra de divulgaci¨®n y, por tanto, de ambici¨®n limitada en la profundizaci¨®n de cada tema. Sin embargo, algunas aportaciones son evidentes, como, adem¨¢s de la cartograf¨ªa exhaustiva, la incorporaci¨®n de numerosas voces nuevas en el ¨ªndice tem¨¢tico, que incluye descripciones de batallas, libros o instituciones. Para los que no sepan lo que buscan, existe un ¨ªndice tem¨¢tico.
Una larga cronolog¨ªa permite ver, incluso gr¨¢ficamente, ciertas caracter¨ªsticas de ¨¦pocas hist¨®ricas. As¨ª, con un simple vistazo se puede ver a qu¨¦ Gobiernos les gustaba m¨¢s o menos gobernar con Parlamento, pues la cronolog¨ªa de la actividad de ambos poderes va en columnas paralelas. El esfuerzo en genealog¨ªa es tambi¨¦n muy notable -es una ciencia aparte, explica Artola-, con la elaboraci¨®n de los ¨¢rboles, no s¨®lo de los reyes godos, por ejemplo, sino de otros linajes de la Pen¨ªnsula, como la Casa de Arag¨®n, antes de la unificaci¨®n. Tambi¨¦n figuran todos los Gobiernos espa?oles desde el siglo XVIII.
Hablar de unificaci¨®n espa?ola brinda un ejemplo de una de las principales dificultades con que se enfrentan los historiadores. Pues la realidad cambia, o al menos el idioma, puntualiza Miguel Artola, y una palabra como audiencia no significa lo mismo ahora que durante el antiguo r¨¦gimen. Sin embargo, s¨ª se puede observar una constante, dice Artola, y es que, en historiograf¨ªa, "el lenguaje m¨¢s rico (o m¨¢s preciso) termina por desplazar al m¨¢s pobre".
En contra de un prejuicio algo extendido sobre el aprecio del espa?ol por su pasado, Artola piensa que ¨¦ste tiene un conocimiento no desde?able de su propia historia y que el interrogatorio de cualquier persona no preparada intelectualmente arrojar¨ªa resultados sorprendentes. Y no s¨®lo sobre sus conocimientos, sino sobre hasta qu¨¦ punto sus decisiones est¨¢n condicionadas por la idea que ¨¦l tiene de la historia. "Nuestra imagen del mundo depende de esa idea", dice quien prepara actualmente una historia del Estado espa?ol que arranca en la Edad Media y concluye con la revoluci¨®n liberal. Artola incide en el concepto de revoluci¨®n liberal, tema en el que la discusi¨®n tambi¨¦n bate fuerte).
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