En el pa¨ªs de Hermeto

El pa¨ªs de Hermeto est¨¢ abierto a todos. Con un sombrero de ala negro, gafas oscuras, piel rojiza y larga cabellera blanca, el albino Hermeto Pascoal (Lagoa da Canoa, 1936) pod¨ªa parecer un alien¨ªgena en los pasillos del San Juan. Sin embargo, se trataba del mismo m¨²sico de quien Miles Davis silbaba algunas melod¨ªas all¨¢ por los setenta.Acompa?ado por un bajista con recursos, Arismar do Esp¨ªritu Santo, y por el instrumentista con el que m¨¢s a gusto de siente, el excelente bater¨ªa Nen¨º, el Campe¨®n -como le llaman sus pr¨®ximos- jug¨® a las mil maravillas con las posibilidades de un tr¨ªo de jazz: Round midnight, frevo, Jobim, In a sentimental mood, Bill Evans, una magistral versi¨®n de su composici¨®n Beb¨º, samba, Nardis, Les feuilles mortes, impresionismo europeo, Caravan, tango, baiao... En desarrollos amplios o como estructuras b¨¢sicas de improvisaci¨®n. Con una fluidez apabullante, original e imprevisible, rompiendo ritmos, penetrando en las disonancias y acerc¨¢ndose a t¨ªmbricas delicadas, haciendo aut¨¦nticas diabluras.

Toc¨® el piano como nunca. No es cuesti¨®n de t¨¦cnica; es asunto de entrega, pasi¨®n y torrencial creatividad. Este genial autodidacto a¨²n recuerda c¨®mo algunos desaprensivos intentaban disuadirle cuando era adolescente: "Pero, ?Hermeto!, ?c¨®mo quieres tocar el piano con esos dedos peque?os e hinchados". Pues esta vez su desbordante musicalidad se expres¨® a trav¨¦s de las teclas blancas y negras. Incluso cuando se quit¨® un zapato y lo dej¨® caer dentro del armaz¨®n para que interfiriera en la vilbraci¨®n de las cuerdas.

Aunque, de no haber sido con un teclado, el alquimista brasile?o hubiera montado el n¨²mero con cacerolas, serruchos, cafeteras o lo que fuese menester. Porue escucha sonidos en todo cuanto le rodea, los interioriza y os los devuelve como si fuera un espejo m¨¢gico.