Con trap¨ªo de toros
Las figuras torean toros que parecen novillos, mientras los novilleros modestos torean novillos que parecen toros. La ley del embudo, el mundo al rev¨¦s. Salen los toros anovillados que les echan a las figuras y los animalitos se revuelcan por la arena. A lo mejor es de la risa que les da verse tan peque?ines y desmochaditos, anunciados en los carteles como "6 hermosos y bravos toros 6". Salen los novillos atorados que les echan a los novilleros y ni se revuelcan, ni se r¨ªen. S¨®lo bufan y escupen por un colmillo.Pero los novilleros, menudos son. Sin importarles los bufidos, los escupitajos, las hechuras temerosas del galafate, se embraguetan con ¨¦l, lo lacean marchosos a la ver¨®nica. Tal cual se dice hizo Ni?o del Tentadero a un toro c¨¢rdeno franciscano. Cualquier tribunal examinador que viera a los novilleros responder con semejante arrojo a las inquietantes embestidas, les dar¨ªa t¨ªtulo de torero y contratos, sin esperar a otras demostraciones, y ese ser¨ªa un gran bien para la fiesta.
Maza / Ni?o del Tentadero, Gon?alves, Carmen
Cinco novillos del Conde de la Maza, con trap¨ªo de toros, casta y genio, mansos en general; 2? de Couto de Fornilhos, terciado e inv¨¢lido.Ni?o del Tentadero: bajonazo -aviso- y descabello (silencio); dos pinchazos y bajonazo escandaloso (silencio). Jos¨¦ Luis Gon?alves: pinchazo y estocada (silencio); estocada trasera y descabello (aplausos y saludos). Jes¨²s de Carmen: cinco pinchazos y dos descabellos (algunos pitos); metisaca bajo (silencio). Plaza de Las Ventas, 24 de octubre. Un tercio de entrada.
La fiesta, sin embargo, no puede gozar de semejante bien, pues no existe tal tribunal examinador, y si lo hubiera, lo integrar¨ªan taurinos, y a los novilleros valientes les pondr¨ªan un cero. Porque los taurinos lo entienden todo al rev¨¦s. Ah¨ª est¨¢ la demostraci¨®n: novillos donde debieran lidiar toros; toros
donde novillos. A muchas figuras se les habr¨ªa querido ver frente al c¨¢rdeno franciscano aquel y a¨²n m¨¢s el colorao caripintado que salt¨® a la arena en cuarto lugar.
Ese novillo era un vendaval. Ese novillo ten¨ªa una casta que no admit¨ªa ni bromas ni moscas impertinentes merode¨¢ndole el carn¨¦ de identidad. Naturales, menos. Ni?o del Tentadero lo ret¨® por la derecha con el mismo arrojo que hab¨ªa empleado para torear al violento c¨¢rdeno. Y cuando intent¨® repetirlo por la izquierda, el caripintado se le tir¨® encima y lo persigui¨® furibundo ruedo a trav¨¦s.
Problemas parecidos tuvo Jes¨²s de Carmen, con sendos novillotes avisados; esos que en. cuanto les dan tres lances ya saben de qu¨¦ va la vaina y se matriculan en tauromaquia. Sin embargo no se arredr¨®, ensayaba el toreo desde la ortodoxia. Las dobladas con que inici¨® sus faenas ten¨ªan impecable corte torero; luego citaba a la distancia precisa, cargaba la suerte...
Y si se desbarataba el muletazo, esa era culpa de los toracos, que se revolv¨ªan en un palmo de terreno.
Los problemas de Jos¨¦ Luis Gon?alves fueron otros: sus novillos estaban inv¨¢lidos. O sea, que recib¨ªa tratamiento de figura, seguramente sin haberlo solicitado. Gon?alves interpret¨® un toreo agitanado de pinturero adem¨¢n y ejecut¨® algunos pases de excelente factura, mas las constantes costaladas de los novillos le desluc¨ªan las faenas.
La novillada result¨® en conjunto emocionante. La afici¨®n lo reconoc¨ªa entre estornudos, asomando uno ojo por cima de las solapas. El viento ven¨ªa de hielo y habr¨ªa sido imprudente desguarecer la cara s¨®lo por meterse en alegaciones. De todos modos alguno no se pudo aguantar y grit¨®: "?A Espartaco me habr¨ªa gustado ver con el de la cara pintada!"; y otro: "?El toro de cinco y el torero de veinticinco!". Dicho lo cual volvieron a meter la cabeza dentro de la zamarra y se quedaron tan a gusto.
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