La torre que quer¨ªan los rusos
El arquitecto Casto Fern¨¢ndez Shaw ide¨® en los sesenta un mirador de 500 metros
Hace ahora 27 a?os, en octubre de 1966, el diario El Alc¨¢zar inici¨® una campa?a que, bajo el t¨ªtulo Madrid necesita un mirador, anim¨® a arquitectos, estudiantes y lectores en general a aportar ideas y proyectos para su construcci¨®n. El rotativo hab¨ªa decidido promover la erecci¨®n de un mirador en la capital madrile?a a ra¨ªz de "la epidemia de torres y miradores en toda Europa", y propon¨ªa como emplazamiento los pinares de Rodajo, en la Casa de Campo.La convocatoria fue un ¨¦xito, a juzgar por la cantidad de p¨¢ginas que los n¨²meros de El Alc¨¢zar de aquel mes dedicaron a los proyectos presentados. De todos ellos hubo uno especialmente aplaudido y que dej¨® boquiabiertos y asombrados a los urbanistas de la ¨¦poca y a la opini¨®n p¨²blica en general: la Torre del Espect¨¢culo, una idea del arquitecto Casto Fern¨¢ndez Shaw.
Shaw, que ya hab¨ªa construido la casa de Antonio el bailar¨ªn en Marbella, la del general Varela en C¨¢diz y el hotel sobre las rocas en Gibraltar, propon¨ªa erigir en la capital espa?ola una torre de 500 metros de altura, 330 de di¨¢metro en la base y un kil¨®metro de circunferencia desarrollada. Pero no fueron estas fant¨¢sticas medidas lo m¨¢s llamativo de la torre, sino su interior.
El arquitecto pretend¨ªa colocar en la planta principal del alargado edificio un campo de f¨²tbol reglamentario. M¨¢s arriba, un c¨ªrculo para competiciones deportivas y variedades circenses. Tambi¨¦n una sala de cine, otra para conciertos y una piscina. Y, ya en la parte m¨¢s elevada, un restaurante y diversas terrazas para contemplar la ciudad y sus alrededores. Adem¨¢s ser¨ªa posible subir hasta cierta altura con el propio autom¨®vil y realizar compras desde ¨¦l. La capacidad prevista no era menos espectacular: 45.000 personas en el estadio, 15.000 en el circo, y en su totalidad podr¨ªa albergar hasta 100.000 personas. Lo curioso es que la torre de Shaw entusiasm¨® a urbanistas y t¨¦cnicos de entonces. Hasta el punto de que hubo de organizar un ciclo de conferencias para que el padre del proyecto explicara los detalles. En una de estas conferencias, celebrada en el hotel Castellana Hilton, Shaw declar¨®: "La torre simboliza el esp¨ªritu de trayectoria vertical, tan dentro del hombre que nos acerca a Dios", y explic¨® que "podr¨ªa convertirse en el centro de una exposici¨®n mundial de 20 pa¨ªses que en el a?o 1992 celebrar¨¢n el quinto centenario del descubrimiento de Am¨¦rica".
Joaqu¨ªn S¨¢nchez Cordob¨¦s, ingeniero jefe de los servicios de radiodifusi¨®n y televisi¨®n del Ministerio de Informaci¨®n y Turismo, se sum¨® al club de entusiastas con el argumento de que "permitir¨¢ ofrecer en directo los reportajes de la actualidad instant¨¢nea, como, por ejemplo, un incendio o la llegada de un personaje a la estaci¨®n de Mediod¨ªa". Incluso calific¨® la construcci¨®n de la torre de "muy urgente". "Esta generaci¨®n la necesita, y m¨¢s la que viene detr¨¢s. El mirador de Madrid creo que al final se llamar¨¢ simplemente torre, porque, por su gigantismo, ninguna otra palabra podr¨ªa definirla suficientemente".
Antonio del Rosal, marqu¨¦s de Sales y presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Amigos de los Castillos, advert¨ªa incluso del peligro de que Shaw se llevara la torre fuera de nuestras fronteras. Por suerte, el patriotismo de Shaw impidi¨® que la Torre del Espect¨¢culo cayera en manos de los rusos, quienes -seg¨²n explicaba El Alc¨¢zar- hab¨ªan tentado a?os antes al arquitecto.
La Torre del Espect¨¢culo no fue el ¨²nico proyecto que lleg¨® al peri¨®dico. Santiago S¨¢nchez Bermejo, un joven decorador proyectista de Galer¨ªas Preciados, se anim¨® igualmente a participar para demostrar que "la juventud de ahora no s¨®lo canta y baila; tambi¨¦n trabaja, quiere a su patria y anhela dejar algo de s¨ª misma como constancia de una generaci¨®n inquieta por la historia".
El mirador de Bermejo, de inspiraci¨®n aut¨¦nticamente castiza, contaba con dos brazos ubicados en la parte superior del edificio, en los que ir¨ªan situadas dos cafeter¨ªas, y un parque de atracciones. Se llamar¨ªa Torre del Oso y el Madro?o, porque, seg¨²n su autor, la silueta ten¨ªa bastante parecido con el famoso s¨ªmbolo madrile?o. Cuando el periodista le pregunt¨® que cu¨¢nto tiempo hab¨ªa tardado en realizar el proyecto, contest¨® que "una hora", y, asombrado de su capacidad, amenaz¨®: "Creo que estudiar¨¦ arquitectura".
S¨®lo un arquitecto, Miguel Fisac, autor de m¨¢s de cuarenta proyectos en Madrid, logr¨® mantener la cordura y mostrarse abiertamente en contra: "Sinceramente, en vez de construir torres, creo que lo ideal ser¨ªa que no tapasen, como lo est¨¢n haciendo, las vistas maravillosas que Madrid", dijo en una entrevista.
Jugar a las utop¨ªas
A pesar de los 80 a?os que tiene en la actualidad, Fisac recuerda perfectamente no s¨®lo esta campa?a, sino "al menos una docena m¨¢s", pidiendo la construcci¨®n del mirador. "Yo era amigo de Casto", cuenta. "Era una persona encantadora, muy simp¨¢tica, a la que le gustaba jugar a las utop¨ªas. De todos modos, no creo, de verdad, que se tomara en serio su proyecto. Pienso que era una especie de broma. Para entender estas cosas", a?ade, "hay que tener en cuenta tambi¨¦n que aqu¨¦lla era una ¨¦poca culturalmente muy lejana. Este tipo de proyectos era propio del papanatismo que hemos tenido siempre en urbanismo. Se hac¨ªan para llamar la atenci¨®n y han dado lugar al Madrid que tenemos ahora, donde no caben ni las personas ni los coches. Aquellas propuestas reflejaban una actitud muy paleta, poco culta y muy triste". Fisac explica por qu¨¦ pudo mantener una actitud cr¨ªtica en un r¨¦gimen en el que la libertad de expresi¨®n no era precisamente lo habitual. "Yo estuve contra la dictadura no ten¨ªa estigma de "rojo" y me pude permitir decir que el urbanismo que se hac¨ªa era un desastre y, en este sentido, las cosas no han cambiado tanto".El veterano arquitecto hace este ¨²ltimo comentario para referirse al Faro de la Moncloa -?por fin Madrid se hizo con su mirador!-, hacia el que sigue mostrando la misma opini¨®n que entonces: "Es una cosa que no entender¨¦ nunca, ni desde el punto de vista est¨¦tico ni del pr¨¢ctico: no s¨¦ para qu¨¦ sirve esa especie de seta. ?C¨®mo se puede, en un contexto urbano, levantar un cacharro con esas absurdas estructuras? En fin, tampoco vamos a estar llorando sobre las ruinas de Babilonia".
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