Morir alumbrando vidas

"Yo he dado mi palabra, pero ella es quien est¨¢ salvando las vidas". Desde hace 60 horas F¨¦lix Pascual G¨¢zquez, de 33 a?os, alimenta su serenidad recordando que la muerte de su esposa, Mar¨ªa Dolores, ha aliviado varias vidas humanas. Mar¨ªa Dolores P. M. , de 31 a?os, fue internada en el hospital Torrec¨¢rdenas (Almer¨ªa) el pasado 1 de octubre. La madrugada del pasado mi¨¦rcoles muri¨® a consecuencia de una hemorragia cerebral. Dos horas despu¨¦s nac¨ªa su segundo hijo, Adri¨¢n.El 5 de noviembre cumplir¨ªa su s¨¦ptimo mes de embarazo para cuyo beb¨¦ ya hab¨ªa designado un nombre: Noelia o Adri¨¢n, no del todo del gusto de su marido, partidario de algo m¨¢s cl¨¢sico, como Antonio o Dolores. Finalmente, el beb¨¦ hospitalizado en la UCI de pediatr¨ªa del hospital Torrec¨¢rdenas, donde recibe ventilaci¨®n asistida y con dificultades de oxigenaci¨®n, atender¨¢ por Adri¨¢n.

En el cortijo de El Alkui¨¢n, F¨¦lix prefiere pensar en la donaci¨®n de ¨®rganos para eludir la tristeza que le provoca la definitiva marcha de su mujer. Novios desde 1979, la mitad de sus existencias han discurrido paralelas. Tambi¨¦n en esta ocasi¨®n, Dolores ha usurpado todo el protagonismo al igual que anta?o, en fiestas familiares, se convert¨ªa en el alma del jolgorio. Alegre, cari?osa e hiperactiva, era una gran aficionada al f¨²tbol y seguidora del Real Madrid. Y era solidaria, "muy pendiente de que los dem¨¢s estuviesen bien", recuerda su cu?ada Carmela. Dolores ha sido solidaria hasta el final. Ya muerta y despu¨¦s de dar a luz a un ni?o de 30 semanas de edad gestacional, mediante una ces¨¢rea; varios de sus ¨®rganos -pulm¨®n, ri?ones e h¨ªgado- han contribuido a alimentar las esperanzas de cuatro andaluces cuyas vidas de pend¨ªan de una donaci¨®n. S¨®lo el coraz¨®n de la almeriense, destinado al hospital madrile?o Doce de Octubre, no ha podido ser trasplantado.

"Nunca hab¨ªamos hablado de eso directamente, pero, en su manera de ser, s¨¦ que lo hubiera aprobado", atestigua F¨¦lix Pascual entre las cabezadas de asentimiento de la familia. La madre de F¨¦lix cada d¨ªa se emociona al revivir las escenas procedentes de C¨®rdoba, donde Mar¨ªa Angeles L¨®pez, de 29 a?os, comenzaba su posoperatorio radiante de felicidad. "Me dio mucha alegr¨ªa. Me gustar¨ªa conocer a esas personas y saber que tienen un pulm¨®n o un ri?¨®n de mi nuera".

De similar parecer es F¨¦lix, quien, una vez vencida la pena que le embarg¨® al contemplar las primeras im¨¢genes de los receptores de la donaci¨®n m¨²ltiple, comenta: "Tengo la ilusi¨®n de que, ya que yo no he podido disfrutar de mi mujer, ellos salgan adelante y sean felices; a mi me ha tocado sufrir, pero es un sufrimiento con alegr¨ªa".

"?Sabe por qu¨¦ creo que di mi consentimiento?", inquiere F¨¦lix, que, a continuaci¨®n, se remonta a la ¨²ltima visi¨®n que posey¨® de un familiar en el cementerio. Cuatro huesos "era lo que iba a ser ella en cuatro d¨ªas".