Los almacenistas de la muerte
ETA ha perdido su red de reparto de explosivos y armas y preparaci¨®n de coches bomba
Vera de Bidasoa, Navarra. Dos j¨®venes llegan a un apartado paraje en un taxi, modelo Seat M¨¢laga. Se trata de Ferm¨ªn Ignacio Fagoaga Yanci, de 30 a?os de edad, y Patricio Goienetxe Telletxea, de 24 a?os. Ambos son vecinos de la localidad navarra de Lesaka.'Tienen una ardua tarea para esta noche de domingo, 24 de octubre de 1993.Tienen que recoger en su coche 150 kilos de explosivos; granadas roquetas, armas y componentes de artefactos. El material ha sido depositado en ese punto por correos de ETA desde el otro lado de la frontera. A Fagoaga y Goienetxe les corresponde la primera fase de la redistribuci¨®n en Espa?a. En la operaci¨®n contra el aparato de fronteras de hace unos d¨ªas, como en la subsiguiente producida en Espa?a para detener al grupo citado, se plantea no s¨®lo un dilema t¨¢ctico, sino moral. Permitir que ¨¦l` aparato de traslado de etarras y material funcione bajo vigilancia para llega hasta el eslab¨®n ¨²ltimo, el comando que se oculta en Madrid o Barcelona, tiene un serio riesgo, sin duda ya experimentado. Si ETA completa su circuito por un descuido, el resultado puede ser un atentado y la muerte de ciudadanos ajenos a esta arriesgada apuesta policial.El pasado d¨ªa 24, en Vera de Bidasoa, no se replante¨® el dilema. Un polic¨ªa, de la escala b¨¢sica descubri¨® las bolsas. Crey¨® que se trataba de droga. Avis¨® a su jefe, un inspector. Un min¨²sculo dispositivo compuesto por dos b¨¢sicos y este inspector revis¨® el material, y sali¨® de dudas. No era droga, era un aut¨¦ntico arsenal.
Desde el coche patrulla, un Land Rover, s¨¦ telefone¨¦ a la jefatura superior de Pamplona, donde se orden¨® el inmediato desplazamiento al lugar de agentes del servicio de informaci¨®n. Pero antes de que llegaran, el tr¨ªo policial comprob¨® con espanto que los etarras acud¨ªan a recoger el material. Ten¨ªan dos opciones: dejarlos irse o detenerlos. El seguimiento era imposible con un nada discreto todoterreno que luc¨ªa los signos de la Polic¨ªa. Y optaron por detenerlos. Lo contrario supon¨ªa dejar partir un arsenal mort¨ªfero sin control.
Cita en Oiartzun
Su captura permiti¨® establecer que a medianoche ten¨ªan una cita con otro miembro de la red, en una zona boscosa de Oiartzun (Guip¨²zcoa). Jos¨¦ Gabriel Zabala Erasun, de 43 a?os, lleg¨® puntual a la cita en su Volkswagen Vento. La polic¨ªa, tambi¨¦n. Los polic¨ªas dejaron unas bolsas con explosivos como cebo. Cuando Zabala pretend¨ªa recogerlas, fue detenido. Luego intent¨® huir cuando viajaba ya preso en el coche policial.
Desde 1986, se hab¨ªa dedicado, seg¨²n sospecha la polic¨ªa, a una triple labor crucial para la banda. Robar coches, transformarlos en veh¨ªculos de muerte y entregarlos a sus destinatarios en Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia o Murcia. ?l no conoc¨ªa la identidad ni la direcci¨®n de los receptores. Se limitaba a dejar la carga en puntos convenidos que la direcci¨®n hac¨ªa conocer al cliente.
En su casa, en Oiartzun, se hall¨® un verdadero almac¨¦n. Coches-bomba ya preparados, 44 kilos de explosivos, seis fusiles de asalto, tres subfusiles, seis pistolas, granadas de mano, una troqueladora, etc¨¦tera. Otro escondite fue encontrado en Etxalar (Navarra) con m¨¢s material.
En el pasado, hasta 1989, el grupo realizaba un servicio m¨¢s directo, del zulo a la v¨ªctima, incluso bajo agua. La polic¨ªa cree que un equipo de submarinistas formado por el propio Zabala y Gonzalo Rodr¨ªguez Cordero adosaron cargas a embarcaciones militares en Santander, San Sebasti¨¢n y Barcelona.
Pero la labor m¨¢s mort¨ªfera de esta red no consist¨ªa en atentados, sino en los facilitados con su intensa labor de reparto. Realizaban una entrega de material casi cada 15 d¨ªas. Aunque inicialmente se sostuvo que la red abastec¨ªa de armas y explosivos s¨®lo a los comandos que operaban fuera de Euskadi, ahora se ha sabido que los dos detenidos.. en Vera de Bidasoa ten¨ªan por labor el reparto en las provincias vascas y navarra, mientras que Zabala y Rodr¨ªguez Cordero cubr¨ªan la labor de paqueter¨ªa en el resto.
Miembros del servicio de informaci¨®n estiman en 11 las entregas realizadas recientemente por esta red, cifra que otras fuentes dejan en la mitad. En todo caso, se sabe que aunque se han frustrado dos entregas al menos en Madrid y Barcelona -y, otras dos en Vizcaya-, s¨ª se produjeron gebdos envios previos a dichas ciudades, m¨¢s Pamplona, Bilbao y San Sebasti¨¢n. Esto explica la traca de atentados de este fin de semana.
No obstante, pese al riesgo evidente de que tales comandos usen sus reservas de explosivos, ETA tardar¨¢ en recomponer esta compleja red de reparto. Siguen intactos los correos franceses, la f¨¢brica de explosivos, el arsenal central, y los enlaces que dan dinero e instrucciones a los comandos. Pero, hoy por hoy, los comandos se han quedado desconectados de la base log¨ªstica.
Jes¨²s Mart¨ªnez Torres, comisario general de informaci¨®n, se apresur¨® a montar dispositivos en Madrid y Barcelona d¨®nde se ten¨ªan que producir entregas. Pero los clientes no acudieron. La propia ETA se encarg¨® de llamar a medios de comunicaci¨®n para alertar de que un coche bomba estallar¨ªa el pasado mi¨¦rcoles en la calle Arroyo Media Legua en Madrid con un claro objetivo: provocar un despliegue policial que hiciera ver a los eta rras que no deb¨ªan acercarse al ugar convenido de entrega de material. Nadie acudi¨®.
La mayor¨ªa de los atentados con coche-bomba es m¨¦rito de ellos, como el perpetrado el 22 de noviembre de 1988 frente a la direcci¨®n de la Guardia Civil en Madrid (un ni?o y un t¨¦cnico de TVE muertos), el de Muchamiel en Murcia el 16 de septiembre de 1991 (muertos dos municipales y el conductor de una gr¨²a), el registrado el 6 de febrero de 1992 en la plaza de Cruz Verde de Madrid (muertos cuatro militares y un civil) o el ocurrido en la Glorieta L¨®pez de Hoyos en Madrid el pasado 21 junio (seis militares y un civil fallecidos).
Ellos dejaban el coche-bomba ya preparado o cargado con material en la calle que el dirigente de ETA, I?aki de Renter¨ªa, en citas personales les se?alaba y luego se volv¨ªan en autob¨²s a San Sebasti¨¢n. Un escolta, Joseba Garbisu -a¨²n buscado-, preced¨ªa tales convoyes.
Con los 329 kilos de explosivos neutralizados en esta operaci¨®n, am¨¦n de abundantes elementos para confeccionar artefactos explosivos, granadas, fusiles, rev¨®lveres y pistolas, un veterano artificiero estima que ETA podr¨ªa haber perpetrado cerca de 100 atentados.
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